El Museo Arqueológico de Vila Real, en Portugal, expone ciertas controvertidas piezas aun encontrándose éstas bajo sospecha de falsedad. Esas piezas contendrían las evidencias de escritura más antiguas de Europa, en una escritura que sería más antigua aún que la fenicia.
Las sospechas se deben básicamente al modus operandi de sus descubridores, quienes las hallaron en momentos en los que la Arqueología no era todavía una actividad del todo desarrollada y canonizada en Portugal, para lo que tendría que esperar unos años, hasta la década de los ochenta del siglo XX. Así, los hallazgos que a finales del siglo XIX y principios del XX dieron a conocer algunos afanados religiosos curiosos por el pasado de las tierras del norte de Portugal son considerados «no contextualizados» y por ello, básicamente, como se ha dicho más arriba, cargan con el estigma de posibles falsos. Por ello, y también por la importancia que tendrían en caso de ser auténticos, por constituir los primeros ejemplos conocidos de escritura europea, lo cual los convierte automáticamente en objeto de escéptica e incluso envidiosa, podría decirse, atención. Tanto los mencionados textos como otras piezas con grabados «inocentes» (en el sentido de no revolucionarios) procedentes de las excavaciones de los mismos estudiosos permanecen en un limbo de duda; sin embargo, ello no es óbice para que sean expuestos en el lugar en el que los curiosos y amantes de la Arqueología pueden contemplarlos, esto es, en un Museo Arqueológico, mientras el misterio de su autenticidad o su falsedad es resuelto, si es que puede ser resuelto de alguna manera.
Probablemente, las personas competentes y al cargo de tomar la decisión de qué hacer con los hallazgos en cuestión consideraron oportuno que mientras no sea seguro que se trate de una falsificación no sería justo no exponerlas y detraerlas del público interesado, del cual es presunto patrimonio histórico y cultural mientras no se demuestre fehacientemente lo contrario. Eso se desprende al menos de la sucintas informaciones que el Museo aporta acerca de los hallazgos estigmatizados, las cuales al mismo tiempo justifican el porqué de la presencia de esas piezas en el Museo, si quiera expuestas para incentivar el interés por el estudio de la arqueología de la región.
Incluso en el caso de que fuera misión imposible probar la autenticidad de las piezas expuestas, el museo de Vila Real les reserva un lugar, y no en segunda fila, dejando la puerta abierta a la posibilidad, por muy remota que sea, de que resulten auténticas, demostrando los gestores del lugar una actitud honesta, curiosa, generosa, divulgativa, ética y transparente, es decir, verdaderamente científica, manifestando con un muy científico «tal vez» la esperanza de que el futuro esclarezca la naturaleza de los hallazgos que han decidido exponer y compartir con el resto del mundo.
Esta historia viene en este blog a cuento de que los «hallazgos excepcionales» de Iruña-Veleia, por varios motivos no menos revolucionarios en sus ámbitos que los del museo de Vila Real, se encuentran literalmente secuestrados desde el ruidoso anuncio de su descubrimiento hasta hoy, habiendo transcurrido más de diez años. El porqué: como en el caso expuesto en este post, sospechas de falsedad, pero ninguna prueba de falsedad. Solamente sospechas, ciertas ellas o no, al igual que sucede con las piezas de Vila Real. Pero no, no es un caso igual: en lo que respecta a los grafitos de Iruña-Veleia, solamente hay acusaciones de falsedad, habría que decir, porque si existen sospechas acerca de los hallazgos de Iruña-Veleia éstas son de que las acusaciones sobre su supuesta falsedad son falsas ellas mismas. El porqué de ello está por ver, tal vez el futuro venga a clarificar la naturaleza de aquellas acusaciones.
A diferencia de los responsables de las loables gestiones del Museo Arqueológico de Vila Real, las personas competentes y al cargo de tomar la decisión de qué hacer con los hallazgos en cuestión han considerado oportuno secuestrar los grafitos de Iruña-Veleia y no compartirlos con nadie. O al menos no con quienes desearían estudiarlos observándolos al natural, por estar convencidos de que tal vez pueden ser auténticos y por estar también, por tanto, deseosos de extraer de ellos toda la información histórica que tal vez contienen. O ¿por qué no están expuestos en el Bibat, por ejemplo? Lejos de ser así, la misma Diputación Foral de Álava, la entidad emisora en términos de legalidad de las acusaciones, los mantiene precintados y escondidos, lo cual es una aberración legal puesto que la querella impugnada por la Diputación se encuentra en vías de trámite y, por tanto, sub iudice, no pudiendo entonces ser la Diputación la que goce de la custodia del material en litigio por ser una de las partes en él implicadas. Pero ésa es una de las muchas irregularidades que se vienen dando en la polémica de los grafitos de Iruña-Veleia, una de esas irregularidades que suscitan sospechas sobre la falsedad de las acusaciones de falsedad lanzadas sobre el material epigráfico.
No será ésta la primera vez que se llama la atención sobre este hecho incomprensible, ni tampoco la primera vez que se sugiere la idea de la exposición de los grafitos en un museo (el Bibat u otro) o cualquier otro lugar digno de ello. En realidad, no son éstos los propósitos de este post, ni tampoco dar a conocer el caso de la supuesta escritura más antigua de Europa expuesta en el Museo Arqueológico de Vila Real; todo lo dicho hasta ahora no es sino el pretexto que sirve de introducción a este post en el que quiero presentar a los lectores de Ama Ata el trabajo sobre los grafitos de Iruña-Veleia titulado «Un patrimonio histórico secuestrado» que ha realizado un alumno mío de latín este pasado verano con motivo de un concurso sobre patrimonio histórico convocado por Eustory para estudiantes preuniversitarios aspirantes a historiadores. Es el caso de Xabat Antxustegi, quien eligió el tema de Iruña-Veleia movido, primeramente, por su amor a la Historia y al Legado Histórico, y no menos por su indignación ante la actitud de los historiadores y demás personajes que han tomado parte en la gestión del material descubierto por el equipo de Lurmen en las excavaciones de Iruña-Veleia. Su estudio se centra, por ende, no tanto en el contenido de los grafitos como en esa gestión de los mismos que, como se ha dicho más arriba, genera sospechas sobre la transparencia, la honestidad, el buen hacer, la legalidad y los verdaderos porqués y propósitos con los que se ha llevado a cabo. Si algo tiene claro el aspirante a historiador que es Xabat es que todos esos personajes no son un modelo a seguir para él en su futuro camino profesional. De lo bueno se aprende, y de lo malo también: lo malo enseña qué no hay que hacer, eso lo sabe también Xabat.
El trabajo no ha sido premiado. Es posible que no lo mereciera y que lo merecieran más los que sí han sido premiados, que no son pocos. Pero también es muy posible que, aun en el caso de merecerlo, no haya existido la vía libre para hacerlo. Esta última afirmación es una mera intuición mía, tal vez equivocada, la cual creo que cualquiera que esté mínimamente informado sobre la polémica de Iruña-Veleia comprenderá perfectamente. Para quien sienta curiosidad, puede consultarse cuáles han sido los trabajos premiados aquí:
Dejando aparte el sólo en su justa medida desilusionante fallo del concurso, Xabat considera que no ha hecho su trabajo para que se quede en la nada, sin figurar si quiera su pdf en la página de Eustory aun como descalificado, como es el caso. Al contrario, piensa que merece ser divulgado, puesto que es consciente de la estrategia de silenciamiento y de damnatio memoriae que se urde en torno a los grafitos de Iruña-Veleia, contra la que él esgrime la de la divulgación libre de la información, emulando a sus maestros. Por eso él y yo hemos decidido subir su trabajo a academia.edu para que desde allí esté a disposición de todos aquellos curiosos acerca de la polémica de Iruña-Veleia, y así cumpla la función para la que verdaderamente fue por él redactado. Si aparece mi nombre como co-autora en academia.edu ello se debe a que Eustory exigía un tutor que acompañara y guiara al alumno en la elaboración de su trabajo, y, por motivos obvios para quien me conoce, Xabat me eligió a mí para ser su tutora en sus pesquisas sobre los grafitos de Iruña-Veleia y su correctora particular de ortografía y redacción. También se debe, claro, a estrategia de divulgación rápida maquinada hábilmente por el propio Xabat, quien, como casi todos los jóvenes de ahora, sabe cómo funciona la cosa informática.
Sin extenderme más, enlazo a continuación (no sin orgullo por mi valiente alumno, lo reconozco) el trabajo de Xabat con el deseo suyo y mío de que resulte una lectura valiosa a la causa del esclarecimiento de la verdad: