En nuestro afán de presentar diferentes reflexiones sobre las evidencias físicas, evidentemente no pueden faltar los restos de metales modernos. ¿De donde vienen?

Perito Albisu tuvo la feliz idea de encargar a un laboratorio de ensayos geológicos GEOMAR en Barcelona la realización falsificaciones en cerámica terrasigillata de imitación de una empresa espacializado. Muy curiosamente nadie había realizado antes una tal prueba, lo demuestra el poco nivel científico de estudios anteriores.

Imagen 1. Estudio encargado por perito Albisu

Pero no solo deben preocupar los falsos también habrá que estudiar si los grafitos de otras excavaciones no bajo litigio tienen restos de metales modernos o no. Es una gran incognita que perito Albisu no ha podido aclarar por falta de acceso a tales piezas. Pero la pregunta existe ¿en otros grafitos hay restos de metales modernos? ¿Hay que preocuparse por ellos?

Imagen 2. Materiales del estudio realizado por GEOMAR. A la derecha se ven las piezas con sus surcos en forma de X, y su metalizado para la miscroscopia electrónica.

A continuación se representa la sección correspondiente de su informe. Estaba fuera de sus objetivos
determinar donde éxactamente se introdujieron, pero si que ha hecho un gran paso en demostrar que no corresponden a los restos de metales que quedan después del grabado.

Imagen 3.Diseño de la prueba. Las imagenes de los surcos son de microscopia de barido en la mismo modalidad que el perito del IPCE. Las flechas indican restos de metales que son visibles como elementos blancos, algunos son grandes que se ven con el ojo desnudo o una pequeña lupa.

¿DE DÓNDE VIENEN LOS NUMEROSOS RESTOS DE METALES MODERNOS?

Respecto a las conclusiones del estudio de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, es indudable que, tal y como se demuestra en su informe, existen numerosos ejemplos de presencia de restos de metales modernos (principalmente aceros) en los surcos de las piezas bajo litigio y que también están fuera de ellos, en las superficies del soporte. Tampoco hay duda de que muchos de los arañazos existentes (“trazos deslizantes”) son recientes. Lo que no se considera demostrado, y se debe cuestionar, es si los restos de metales modernos tienen relación con el grabado de las piezas. Para poder demostrar esta relación se deberían haber realizado pruebas experimentales con objeto de observar la distribución de las partículas de metal en los surcos una vez efectuado su rayado.

La explicación de que los restos de metales son los dejados por la herramienta utilizada por el falsificador, es la única hipótesis que se ha propuesto, no habiéndose formulado ninguna otra alternativa que permitiese efectuar comparaciones y así poder valorar cual es la que mejor encaja con las observaciones efectuadas, está es la base del método de trabajo científico.

Se han contabilizado unas 28 aleaciones de acero y otros metales diferentes en los informes de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, lo que da una idea sobre la enorme sensibilidad del microscopio de barrido para detectar metales. La explicación más económica (la que vale en ciencias) es que la presencia de todo tipo de metales en la superficie de las piezas, no vinculados a los surcos, es simplemente debida a contaminaciones por los numerosos contactos con objetos metálicos que han podido existir. Sin embargo, en los informes parece sugerirse que los restos de metales de la superficie se hubieran añadido con objeto de despistar en una posible investigación de falsificación. Pero existe, también para esto, una hipótesis más simple, que es que un falsificador precavido hubiese utilizado herramientas de época romana para el grabado de los surcos sin dejar rastros modernos, y es que en las excavaciones se han recuperado cientos de objetos metálicos que hubiesen servido para ello. Esta abundante presencia de metales arqueológicos, explica perfectamente la existencia, en los surcos y sobre la superficie de las piezas, de trazos de metal no correspondientes a aleaciones de hierro no oxidados.

Queda por explicar el origen de restos de metales modernos (todos derivados de hierro, aceros en la mayoría de los casos).  Se ha considerado como mejor manera para hacerlo, efectuar pruebas experimentales, habiéndose optado por llevar a cabo una ‘falsificación de laboratorio’ bajo condiciones controladas.

Con este fin se encargó un estudio al laboratorio geológico GEOMAR de Barcelona. De la realización de este estudio con Referencia: 1309-19 (L-19-1668), se encargaron el Dr. Joan Martínez Bofill experto en ingeniería geológica y la MSc Joana Lluch Cabré experta en mineralogía. El informe de este estudio, que se incluye en el Anejo 2, lleva por título: “Ensayo de grabado de muestras de cerámica mediante utensilios metálicos y análisis de muescas y residuo metálico mediante microscopio estereoscópico y microscopía electrónica de barrido (SEM-EDS)”.

Citamos a continuación sus conclusiones (página 39 del informe):

“Se ha realizado una caracterización morfológica y composicional de las partículas metálicas adheridas a los 9 surcos realizados con tres elementos distintos en tres fragmentos de cerámica de la misma composición. En cada pieza cerámica se han realizado un total de tres surcos con tres herramientas distintas, un clavo, un cúter y un cuchillo. Cada pieza cerámica se ha tratado siguiendo un procedimiento distinto con el fin de simular distintas fases del proceso cerámico, los pasos de cada tratamiento están resumidos en la tabla 2. Los surcos realizados con la misma herramienta presentan morfologías similares, se ha podido observar que:

·         Los surcos realizados con el clavo son poco profundos, anchos y con los bordes irregulares. Durante el proceso de rayado se han desprendido varios fragmentos cerámicos produciendo así la irregularidad en los bordes. Las partículas metálicas encontradas en los bordes de los surcos corresponden a una aleación de Fe-Zn en el caso de la muestra m1 y m3 y a partículas de hierro en el caso de m2. Suelen ser partículas planas, alargadas y con estrías. Los surcos realizados con el clavo son los que presentas más cantidad de partículas metálicas.

·         Los surcos realizados con el cúter se caracterizan por tener los bordes irregulares, ser medianamente anchos y profundos. Las partículas metálicas identificadas son ricas en hierro y presentan estrías, tienen una morfología más o menos planar. Se observa poca cantidad de partículas metálicas en comparación con los surcos realizados con el clavo.

·         Los surcos realizados con el cuchillo se caracterizan por ser limpios, con bordes homogéneos y rectos. Suelen ser surcos profundos y estrechos. Las partículas metálicas identificadas corresponden a una aleación de Fe-Cr, de morfología alargada y con algunas estrías. Estos surcos son los que presentan menor cantidad de partículas metálicas.”

Hay que constatar con asombro, que este estudio es el primero en esta causa de litigio, en que se estudian las evidencias reales obtenidas de una ‘falsificación de laboratorio’, y que no se basan en especulaciones que no son demostradas.

Para el estudio el laboratorio ha utilizado fragmentos de una réplica de una copa de Terra Sigillata Hispánica tardía, imitación fiel en cuanto a materiales y fabricación a una pieza real. Esta pieza fue encargada por LURMEN, a la empresa Sigillvm situada en Calahorra, con una larga tradición de imitaciones de cerámicas romanas a base de conocimiento científico.

Por criterios éticos, para no dañar materiales antiguos, se ha optado por la solución de la imitación (réplica) ya que, aunque pueda tener, en menor medida, algunas características diferentes a los originales romanos a los que imitan, estimamos que el material es válido para pruebas cualitativas.

Para analizar las evidencias, se comparan visualmente, a la misma escala, en tres imágenes (imágenes 4, 5 y 6) los surcos y restos de metales de las fotografías del estudio de GEOMAR y las de los dos informes del de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE. Se comparan, por un lado, las morfologías de surco, y por otro lado las morfologías de los trazos de metales.

Imagen 4 Se representan los nueve grabados de las pruebas realizadas por Geomar y cinco fotografías del primer informe de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, para comparar la morfología de los surcos (todas las fotografías han sido adaptadas a la misma escala).

Vemos representadas las nueve pruebas ejecutadas por GEOMAR, a la izquierda los surcos realizados con un clavo, en el centro los hechos con un cúter y a la derecha los ejecutados con un cuchillo de acero inoxidable (hay ligeras diferencias de escala que no interfieren con este análisis cualitativo). Las piezas han tenido un tratamiento distinto. Las fotografías de la fila superior se han realizado después de realizar el grabado; las de la fila de en medio después de permanecer 24 horas sumergidas en agua después de su grabado; y las de fila inferior, después de permanecer 24 horas en agua y cepillarse (con un cepillo de dientes) durante un minuto. De esta forma se han imitado diferentes posibles tratamientos de procesamiento y lavado, como los realizados con las piezas originales en el yacimiento. No se observa influencia del cepillado en la morfología del surco. El paso por agua no parece oxidar a la mayoría de las partículas.

Se observan unas diferencias cualitativas entre los surcos que deja el clavo, con los que deja un filo cortante como el del cúter y el cuchillo. Los surcos del clavo son anchos, poco profundos y en forma de U ensanchada; mientras que los surcos del cúter y del cuchillo son estrechos y profundos, en forma de V. También están representados 5 surcos del primer informe de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE. Estos últimos coinciden en forma, y también en tamaño en 4 casos, con los surcos realizados con el clavo.

Imagen 5. Se representa parte una de las pruebas realizadas por Geomar y tres fotografías del primer informe de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, para comparar las estrías existentes dentro de los surcos (todas las fotografías han sido adaptadas a la misma escala).

Un fenómeno llamativo que encontramos en los surcos del clavo son las estrías paralelas al movimiento del grabado. Estas estrías únicamente se encuentran en el informe de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE en un limitado número de casos, como los de las imágenes B, D y E.

En el caso de la imagen B (pieza 11424), se trata de un arañazo perpendicular al surco que se encuentra a la derecha de la fotografía (no se ve el surco en la imagen), se ve un interesante trazado lineal de partículas de metal, paralelo a unas estrías. La explicación del autor del informe de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE para definir su origen no parece lógica, y quizá ilustra una voluntad de ver trazos de la herramienta de falsificación en todos lados. La explicación más económica, habida cuenta que se trata de la única presencia de un niquelado químico y solo en este punto, es que se trataría de un arañazo efectuado con algún instrumento de medición niquelado. Claramente, el rastro de partículas no tiene relación con la realización del surco.

En el caso de la imagen D, se aprecia un arañazo (llamado trazo deslizante por la Sección de Análisis de Materiales del IPCE) en relación con una letra, que implica a un largo trazo de metales, encima del engobe que se queda hundido y estriado en el centro del surco.

La imagen E es el único caso de un surco que forma parte de una inscripción donde se ha encontrado un trazo estriado, que es claramente la evidencia del movimiento de una herramienta.

¿Pero el origen de estas partículas metálicas está en la herramienta de un supuesto falsificador o puede tener otro origen? La respuesta a esta pregunta se intenta analizar a continuación, comparando las imágenes de los restos de metal en los surcos de la falsificación controlada de laboratorio con los de los observados en los informes de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE.

Imagen 6. Se representan a la izquierda fotografías de los rastros de metales en surcos de las pruebas realizadas por Geomar y a la derecha las fotografías del segundo informe de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, para comparar la morfología y dimensiones de los restos metálicos (todas las fotografías han sido adaptadas a la misma escala).

En esta figura, donde todas las imágenes incluidas están representadas a la misma escala, se encuentran a la izquierda los restos de las “falsificaciones de laboratorio” (en adelante se denominan pruebas). Se observan importantes diferencias según el material de la herramienta. El clavo es el material menos duro y genera trazos lineales considerables de varios centenares de micrómetros, también el cuchillo deja rastros de entre 50 y 200 micrómetros, mientras que los del cúter son de alrededor de los 50 micrómetros.

En este sentido es relevante un comentario del Sr. Navarro (autor de los informes de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE) en relación con los largos trazos de las pruebas de la pieza “verdadera” 12799, aparentemente parecidos en tamaño con los del clavo:

“Dichos restos forman rastros bastante continuos y de gran longitud (decenas- cientos de micras) que pueden relacionarse con el empleo de una punta metálica ‘blanda’ en el dibujo del grafito (figuras 12799.2, 3 y 5). Estas dimensiones contrastan radicalmente con el tamaño de los restos metálicos que han sido identificados en otras piezas (partículas rara vez superiores a 5-10 micrómetros)”.

Efectivamente, eso es lo que se observa en la figura anterior. Limitando la comparación a las piezas del segundo informe de la Sección de Análisis de Materiales (piezas 10942, 12108 y 11392), se aprecia que los trazos de metal de más de 50 micrómetros se encuentran únicamente sobre el engobe de las piezas, mientras que dentro de los surcos solo se encuentran en algún caso partículas de más de 20 micrómetros.

Se han revisado todas las imágenes de las piezas de cerámica tipo terra sigillata, y solo éstas con el fin de analizar materiales comparables a los ensayados en laboratorio, de las cuales solamente 18 tenían suficiente información para analizar la cantidad necesaria de restos metálicos dentro de los surcos. Solo en dos piezas (11459 y 13370) se han encontrado trazos más largos de 50 micrómetros, en 10 casos son de más de 40 micrómetros, en 23 casos se encuentran entre 2 y 40 micrómetros, en 43 casos entre 10 y 20 micrómetros, y en 33 casos de menos de 5 micrómetros.

A partir de estos datos, se puede concluir con seguridad, que entre las observaciones representadas en los informes de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, en la gran mayoría de los casos no se encuentran fenómenos equivalentes a los observados en las “falsificaciones de laboratorio”.

Se deben evaluar varias hipótesis posibles para sacar conclusiones:

i- la cerámica de prueba tiene características que no tienen relación con las cerámicas de Iruña-Veleia.

ii- se ha hecho un exceso de fuerza con las herramientas encima de las cerámicas de pruebas.

iii- las herramientas de prueba son mucho más blandas que las utilizadas para grabar el surco.

iv- las diferencias entre las pruebas y los surcos de las piezas de Iruña-Veleia se deben a las diferencias en esfuerzo sobre la herramienta.

Efectivamente, no se han ejecutado las pruebas en condiciones de control de la fuerza ejercida, pero se han repetido 6 surcos de grabado (dos veces tres, cada X tiene dos surcos de grabado) con la misma herramienta, lo que garantiza que las observaciones se repiten suficientemente para ser concluyentes. En cuanto a la calidad de la cerámica, se debe observar la coincidencia en morfología de los surcos de prueba con algunos de los fotografiados por la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, lo que también garantiza las condiciones realistas de las pruebas. Evidentemente, el redactor de este informe ha probado a efectuar el grabado en estos materiales de prueba, y ha de observarse su gran resistencia. Grabar en estos materiales requiere realmente ejercer un esfuerzo considerable.

Las herramientas han sido seleccionadas para cubrir toda la gama de probables calidades en cuanto a dureza; el clavo, con una punta de hierro galvanizado de baja calidad; una hoja de cúter de alta dureza; y un cuchillo de cocina de acero inoxidable de alta gama. En el comportamiento de las tres herramientas de prueba se aprecian rasgos morfológicos comunes entre las partículas desprendidas del cuchillo de cocina y el clavo, con bastantes diferencias con respecto a las del cúter, el cual deja trazos más cortos, pero todavía más grandes que los observados en los surcos de las piezas de Iruña-Veleia.

Por otro lado, en los surcos de las piezas de Iruña-Veleia, los restos de metal se encuentran constituidos por la acumulación de numerosas partículas de metal, lo que excluye que el objeto o la herramienta que ha dado lugar a dichos restos sea de una dureza muy grande, además se encuentran en algunos casos, morfologías de surco muy parecidas a las de la prueba, particularmente en los arañazos. Todo esto indica que las pruebas han sido realizadas en condiciones comparables con a las de la selección de piezas de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, y que (i), (ii) y (iii) no se pueden considerar hipótesis probables.

Como última hipótesis, han de considerarse las diferencias cualitativas en el esfuerzo que se ha realizado sobre la herramienta para trazar el surco. Se puede suponer, por lógica elemental, que a más esfuerzo y más presión se ejerza sobre una herramienta más rastros metálicos dejará ésta en el surco y más largos serán estos. Como símil, se puede utilizar el ejemplo de un lápiz, a más fuerza ejercida más restos dejará, más anchos serán y más intenso será el rastro.

Tomando este criterio como válido, las evidencias indican que el origen de los restos de metal en los surcos de las piezas de Iruña-Veleia, en general, son el resultado de un esfuerzo mucho menor que el de los restos de metales que se encuentran en la “falsificación de laboratorio”. La conclusión que se puede extraer de esto, es que los restos de metal en las piezas de litigio, en general, no tienen relación con el proceso de grabar el surco. Se trata entonces de metales con otro origen distinto al del grabado del surco.

Por otro lado, sí que se han encontrado rastros de metal en los surcos de las piezas bajo litigio que tienen una morfología parecida a las de las pruebas, y que indican un esfuerzo mayor, pero se trata en la mayoría de esos pocos casos, de fenómenos en la periferia de las letras. Solo se ha encontrado un caso en un surco (pieza 10714), con las estrías que se han ilustrado en la imagen 22, indicando que solo localmente quedan registrados esfuerzos de grabado más intensos.

De todo esto, se debe de concluir que solo localmente quedan evidencias de esfuerzos mayores del tipo de los que quedan registrados al grabar un surco, y que las evidencias de metales, en general, deben tener un origen distinto al de la grabación de surcos.

¿Cuál es entonces la procedencia de los metales? Como ya se ha observado antes, se debe subrayar la enorme precisión de detección de la técnica microscópica que ha utilizado la Sección de Análisis de Materiales del IPCE, con la cual se puede detectar hasta una única partícula de unas pocas milésimas de milímetro, lo que aporta una gran cantidad de metales de todo tipo. Se han contabilizado unos 28 metales diferentes en los informes de la Sección de Análisis de Materiales del IPCE. Contabilizar todos estos metales como anomalía y asociarlo a la falsificación, demuestra una predisposición hacia la falsedad, y una falta de “realismo arqueológico” a la hora de interpretar las evidencias.

El origen de las numerosas evidencias de metales no relacionadas con los surcos no supone ningún problema, y no tiene nada de anómalo. A lo largo de este informe, se han aportado numerosos ejemplos de contacto de las piezas con metales, además en un ambiente relativamente sucio, donde se trabaja con objetos llenos de barro que puede ser una fuente de pequeñas partículas de metales, sin olvidarnos del propio contexto arqueológico que está lleno de metales antiguos como plomo, zinc, plata, bronce.

La presencia de metales en los surcos y su origen no se no se ha podido resolver en este trabajo, lo único que se puede confirmar es que su tamaño y morfología apunta a un contacto limitado, no intenso en la gran mayoría de los casos. Quizás esto apunta a una limpieza donde han sido utilizadas herramientas de metal a mayor escala de lo que se ha admitido a la Ertzaintza. Es importante en este sentido la declaración delante de la Ertzaintza de Rebeka Ontoria que afirma haber visto entre otros a la responsable del “túnel de lavado” utilizar en varias ocasiones “paletinas metálicas”. Solo la aportación de más información de los allí presentes puede aclarar este asunto.

De todo esto concluimos:

–        Los surcos se han realizado, en la gran mayoría de los casos, con una herramienta de punta roma, no con un filo cortante.

–        Los metales modernos en los surcos no tienen un origen inequívocamente relacionado con la realización del surco.

Imagen 7. Informe ISabel Velázquez.Alfeizar del tercer piso del antiguo museo de arqueología de Vitoria.
Parece increíble encontrar una tal escena en el informe de la Directora de la Hispania Epigrafica

Imagen 8. Detalle de trabajadores en proceso de lavado de piezas en el yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia. El 12/08/2005. Se aprecia la suciedad que acumula el agua y la composición metálica de la mesa de trabajo. Una vez lavadas, las piezas se depositan en cribas de malla metálica.


Imagen 9. Detalle de trabajadores excavando en el yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia el 4/08/2005. Se aprecia abundante presencia de herramientas metálicas (carboneras, azadillas, espátulas, cuchillos).

Imagen 10. Detalle de trabajadores en proceso de lavado de piezas en el yacimiento arqueológico de Iruña-Veleia el 12/08/2005. Se aprecia que una vez lavadas, las piezas se depositan en cribas de malla metálica. El lavado de las piezas se está efectuando por frotado con las manos o con cepillos de dientes. Nótese que la mesa de trabajo es metálica.

Imagen 11. (fuente: primer informe IPCE). Se pueden observar la presencia de 4 metales modernos diferentes. Modernos significan que están en un estado sin oxidar (‘en fresco’). Dos encontramos en los surcos, y dos en la superficie.