En este post quiero intentar profundizar en el origen de los dialectos vascos, mano en mano con los libros de Eduardo Aznar Martínez, «El euskera en La Rioja, Primeros testimonios» (2011) y «El euskera en La Rioja y Tierras, gentes y voces (El legado del euskera riojano)» (2017). Creo que en estos libros se ha dicho algo profundo, y algo nuevo y mejor, aunque pone en entredicho la evolución del euskera en el tiempo tal como se narra hoy en día en ámbitos académicos.
Lentamente nos moveremos desde la Facultad de Filología en Vitoria hacia el terreno de La Rioja.
Admito que como extranjero y geólogo, mis conocimientos sobre el euskera son pobres, pero creo y observo que puede ser de ayuda estar completamente fuera del mundo consanguíneo de los estudios vascos de hoy en día, para diagnosticar posibles aberraciones.
Dicen que los más eximios expertos extranjeros o están muertos o están hartos de pelearse con prof. Joseba Lakarra. Obligatoriamente cuando queremos hablar del origen de los dialectos tenemos que
consultarle como especialista del euskera diacrónico. En realidad solo queremos de él un esbozo de cómo el euskera antiguo está estructurado, sin entrar en sus reconstrucciones del proto-euskera moderno / antiguo de las que probablemente no vamos a entender mucho por nuestras propias limitaciones. Para informarnos, he leído uno de sus últimos artículos, publicado en un libro de primera categoría en lingüística que trata lenguas aisladas: «Language Isolates»: «Basque and the reconstruction of isolated languages». In Lyle Campbell (ed.), Language Isolates. Routledge 2017, 59-99. Lo encontramos con la indicación [First Version/primera versión] en su página en Academia. Esperamos encontrar en este artículo, que introduce la lengua euskera a lingüistas altamente
cualificados en la lingüística comparativa, la información más actualizada sobre el estado del conocimiento del euskera en la antigüedad y en la antigüedad tardía.
Leer a Lakarra es una experiencia extraña. Sus razonamientos están aderezados con todo tipo de citas que aparentemente no tienen ninguna relación con lo relatado, preferentemente sobre idiomas muy lejanos, y entran de manera forzada en texto. La palabra ‘genetico’ es omnipresente en el sentido lingüística, como si idiomas fuesen organismos biológicos con ADN propio.
Hay que observar que toda actividad de reconstruir proto-idiomas tiene su parte no realista. Los lingüistas se olvidan de cualquier diversidad en el idioma y calculan a base de todo un aparato de reglas fonéticas, gramáticas un supuesto proto-idioma. Mi contacto consultado me explica:
«Hoy, incluso la gran mayoría de quienes defienden el modelo indoeuropeo reconocen que, con toda probabilidad, su reconstrucción proto-indoeuropea no se corresponde con la realidad sobre el terreno: en la práctica real nunca hubo un «lenguaje unificado» como el propuesto por sus reconstrucciones y semánticamente presente en el término ‘Proto-indoeuropeo’. Confundir el término Proto-X o Proto-Y con un lenguaje de la vida real es un error que hacen los estudiantes de primer año en lingüística, igual que el público en general. Hablando de reconstrucciones reales, cuando se analiza una familia de lenguas y se comparan las características morfosintácticas individuales, a veces es posible determinar cuál pudo haber sido la forma ancestral más antigua de la característica, por ejemplo, como ocurre en las reconstrucciones de las diferentes características de lenguas germánicas. La ventaja de trabajar con la reconstrucción de las características de los lenguajes germánicos reside en el hecho de que hay una gran cantidad de datos para trabajar.«
Entonces visto los pocos datos que existen hasta hoy en el caso del euskera probablemente nunca vamos a ver hasta que punto el proto-euskera de Lakarra es una fantasía o una realidad prehistórica, aunque puede ser que en un futuro desarrollan técnicas para verificarlo de alguna manera, en la línea quizás del trabajo de Eduardo Aznar Martínez a base de grandes cantidades de información de topónimos analizados de una manera inteligente.
Aprendemos de Lakarra que su proto-euskera termina cuando empieza el euskera de la antigüedad, del siglo I hasta III AD, y que del aquitano tenemos muestras de unos 300-400 antropónimos y teónimos, a lo que se añade:
In the southern part one should add an important inscription found in Lerga (Navarre) and a few others discovered in the historical Vascons’ territory, as well in La Rioja and Soria (cf. Gorrochategui 2011a).
En la parte sur, se debe añadir una importante inscripción encontrada en Lerga (Navarra) y algunas otras descubiertas en el territorio histórico de los Vascones, así como en La Rioja y Soria (véase Gorrochategui 2011a).
A partir de ahí hasta el siglo X hay un gran vacío, del que casi no se sabe nada, aunque en diversos cartularios, escritos muchos siglos después, pueden haber un par de nombres y topónimos. Sobre este euskera medieval ya se sabe bastante más. A partir del euskera arcaico de los siglos XV-XVI, en especial a partir del siglo XVI, empezamos a tener textos continuos que dan una clara imagen de las diferencias dialectales. A nosotros nos interesan aquí las diferencias dialectales de la antigüedad y la tardoantigüedad.
«Dialectal differences,(10) which to uneducated enthusiasts and speakers may appear great, are few for comparativists (cf. Mitxelena 1964, 1981), so that the origins of the initial dialectal divergence must be dated close to its early documentation. Mitxelena dated OCB, toward the 5th-6th centuries, a thousand years after MPB, which is a stage of language defined as “the language that the Romans encountered.”
«Diferencias dialectales, (10) que para entusiastas y hablantes sin formación pueden parecer geniales, pero en realidad son pocas para los comparativistas (véase Mitxelena 1964, 1981), por lo que los orígenes de la divergencia inicial del dialecto deben fecharse cerca de su documentación temprana. Mitxelena data el EBZ (euskera batu zaharra), hacia los siglos V-VI, mil años después de MPB (proto-euskera moderno), que es una etapa del lenguaje definida como «el idioma que encontraron los romanos». [negrito es mío]
Como el euskera actual está muy poco diferenciado para los especialistas (¡pobres aficionados que piensan lo contrario!), este divergencia de dialectos debe ocurrir en un proceso ‘x’ en los siglos V-VI que elimina las variaciones del MPB y da paso a un ‘milagrosamente’ unificado EBZ (OCB en inglés).
Si lo pensamos un momento se sitúa un proceso de unificación dialectal x en un momento que no existe ninguna documentación a partir del idioma reconstruido del cual se tiene solo un par de centenares de palabras, y esto pasa en el momento más oscuro de la historia de Euskal Herria
y del occidente europeo (casi no hay fuentes escritas), después del colapso de las estructuras del imperio romano y con probablemente una economía autosuficiente (autarquía) fuera de los ejes de comunicación y unas pocas ciudades, en la cual se intuye una reducida comunicación y aislamiento (a mi entender factores para diversificar un idioma no para su convergencia).
Seguimos la lectura y saltamos al apartado ‘ON OLD COMMON BASQUE’ [Sobre el euskera batu zaharra] para ver cual es este proceso x. En una nota al pie de página Lakarra refiere a su articulo de 2014, sobre dialectos vascos, para un tratamiento más detallado.
Lakarra observa que existe un mito muy arraigado de que los dialectos son antiguos e invariables, de que los dialectos no han cambiado nada. Ni Lakarra ha podido erradicar este mito.
Al fin Lakarra nos aclara cuales son las evidencias que tenemos del proceso x:
The dialects established by Bonaparte (1866), Mitxelena (1964), and Zuazo (1998) are
recent and there is little difference among them, without offering the possibility of taking of back to the speech of the old Vasconic or Vascoid tribes (at the beginning of the Common Era or the end of the previous age) or to MPB. Mitxelena (1981) postulated the notion that a convergence process of the most differentiated forms of speech, originating in PB—from which Aquitanian and the Pyrenean B. remained outside—could have taken place in centuries after the weakening and fall of the Roman Empire, when the B.-speaking populations resisted Visigoths and Franks.
Los dialectos establecidos por Bonaparte (1866), Mitxelena (1964) y Zuazo (1998) son recientes y hay poca diferencia entre ellos, sin ofrecer la posibilidad de volver a la lengua de las antiguas tribus Vasconicas o Vascoides (en el comienzo de la Era Común o el final de la edad anterior) o para MPB (proto-euskera moderno). Mitxelena (1981) postuló la noción de que un proceso de convergencia de las formas de habla más diferenciadas, originadas en PB (proto-euskera), de las cuales Aquitania y el euskera del Pirineo permanecían fuera, podría haber tenido lugar en siglos posteriores al debilitamiento y la caída del Imperio Romano, cuando las poblaciones que hablaban euskera resistieron a visigodos y francos.
Ah, el proceso x es inducido «cuando las poblaciones que hablaban euskera resistieron a visigodos y francos«. De este imperio vasco no se tienen muchas noticias, ni arqueológicas, ni en los textos por lo que yo sepa, y en Wikipedia se afirma mi visión sin que sea prueba de ello. El famoso ‘Domuit Vascones‘ supuestamente de las crónicas de los reyes godos, parece en realidad ser un invento de fray Bernardino de Estella de 1931, también según Wikipedia. No se tienen datos del idioma, ni se tienen datos del proceso. Entonces no se puede decir absolutamente nada científico entiendo yo. Todo muy nebuloso para un momento tan transcendental.
Lakarra sigue asumiendo/suponiendo (‘assume‘):
«We must assume that if all B. dialects came directly from PB, their differences would be much greater, almost certainly having become different languages.(64) We would have to assume therefore that the historical dialects known to us are the result of fragmentation of a common language dating from approximately the 5th to 6th centuries in the Common Era, which would have been the product of a convergence process among distinct and previously more disperse B. forms of speech.
«Debemos suponer que si todos los dialectos vascos provienen directamente de proto-vasco, sus diferencias serían mucho mayores, casi con certeza se habrían convertido en idiomas diferentes.(64) Por lo tanto, deberíamos suponer que los dialectos de la historia que conocemos son el resultado de la fragmentación de un lenguaje común que data aproximadamente del siglo quinto al sexto en la Era Común, que habría sido el producto de un proceso de convergencia entre formas de habla vascas distintas y previamente más dispersas.
La nota a pie de página aumenta el misterio:
We can supose a family of two elements (PB and Aquitanian; cf. Campbell 2011) through a series of similar considerations, including parallels in the languages like the Germanic languages (see now Stiles 2013); however, in reconstructive practice such an option has not been especially important; it seems preferable to assume that Aquitanian is the brother of OCB and Pyrenean B. and not MPB, the source of all of them.
Podemos suponer una familia de dos elementos (proto-euskera y aquitano, véase Campbell 2011) a través de una serie de consideraciones similares, incluidos los paralelos en las lenguas como las lenguas germánicas (véase ahora Stiles 2013); sin embargo, en la práctica reconstructiva tal opción no ha sido especialmente importante; parece preferible suponer que el aquitano es el hermano del euskera batu zaharra y el euskera de los Pirineos y no del proto-euskera moderno [el idioma que encontraron los romanos], la fuente de todos ellos.
Dicho en otras palabras, tenemos todo suposiciones, y no se sabe absolutamente nada a ciencia cierta sobre la evolución de los dialectos en los tiempos que nos ocupan, y desde la EBZ-hípotesis de Mitxelena no se ha avanzado nada más.
De manera tentativa Lakarra propone los siguientes cambios entre el proto-euskera moderno y el euskera batu zaharra, en última instancia, de la fragmentación del último.
1) T- > D- ; 9) *d1 > ø / V __V;
2) *-n- > -h-; 10) a – o > o – a in the verb;
3) ^V; 11) -n > -r / __#
4) Diphthongs; 12) *b-, *k- > ø-;
5) *-n- > -n; 13) -l- > -r-;
6) *-r > -h; 14) –i2/-u2 > ø / __#;
7) *hVh > øVh and *hC > øC); 15) -V3 > ø / __ #
8) *e- > j / __ V;
En el resto del apartado describe los cambios fonéticos de esta fragmentación, algo que aquí no nos importa. En los 3 últimos párrafos del artículo Lakarra enfoca en el lugar de origen, técnicamente llamado Urheimat (‘homeland’) de dicho euskera batu zaharra.
As for the question of the OCB homeland, we believe we must locate innovations chronologically and geographically rather than considering the quantity of existing modern dialects in this or that territory (cf. Janhunen 2009 for Uralic, for example). In particular, in the territory of Bizkaia, Gipuzkoa, and Araba the dialectal division seems much simpler than in Navarre, in the geographical area that runs from Pamplona toward the north, up to the French border. Perhaps that would be the area where OCB developed and from which spread. It is not advisable to interpret the most modern forms of speech, situated at the lowest level of the tree, as decisive. We should look instead to the root the tree when searching for the proto-homeland of OCB, given that the first fragmentations are found in the highest branches.
Here are Janhunen’s conclusions on the proto-homeland of Uralic:
The most uncontroversial information on the pre-historical location and movements of Uralic on the map is, however, provided by the internal taxonomy of the language family. The very fact that the branchings of Uralic seem to become chronologically shallower the farther west we proceed suggests that the main direction of expansion has been systematically from east to west. In other words, the Uralic language family seems to have been formed as a more or less binarily organised hierarchical chain, in which a new branch has always been formed on the western side of the previous ancestral branch. By the classic principle of linguistic geography this also has to mean that the deepest boundary within the language family must correspond to the original location of the first break-up, that is, the linguistic homeland. This criterion places the break-up of Proto-Uralic in the region which historically forms the boundary between Samoyedic and its immediate Finno-Ugric neighbours (Khantic and Mansic). The region in question is the borderline between the Ob and Yenisei drainage areas in Siberia, and until the contrary is shown, it qualifies as the most likely candidate for the Uralic homeland (2009: 71; italics Lakarra).
Returning to our case, the place of Samoyedic, Finno-Ugric, and Proto-Uralic would be
occupied, respectively, by Zuberoan-Roncalese, Low Navarrese-Salazarese, and OCB, with the oldest isogloss situated between Z-R and LN-Sal—during an era that, for the moment, we cannot specify—so that we should locate in that specific place the proto-homeland of OCB.
En cuanto a la cuestión del lugar de origen del euskera batu zaharra (EBZ en adelante), debemos localizar cronológicamente y geográficamente las innovaciones en lugar de considerar la cantidad de dialectos modernos existentes en tal o cual territorio (cf. Janhunen 2009 para el urálico, por ejemplo). En particular, en el territorio de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava la división dialectal parece mucho más simple que en Navarra, en la zona geográfica que va desde Pamplona hacia el norte, hasta la frontera francesa. Tal vez ésa sería el área donde se desarrolló el EBZ y desde donde se extendió. No es aconsejable interpretar las formas de habla más modernas, el nivel inferior del árbol, como decisivo. Deberíamos buscar en la raíz del árbol cuando busquemos el proto-lugar de origen del EBZ, dado que las primeras fragmentaciones se encuentran en las ramas más altas.
Aquí están las conclusiones de Janhunen sobre el proto-lugar de origen del úralico:
La información más incontrovertida [sic] sobre la ubicación prehistórica y los movimientos de úralico en el mapa está provista por la taxonomía interna de la familia lingüística. El hecho de que las ramas del úralico parecen cronológicamente menos profundas a medida que avanzamos hacia el oeste, sugiere que la dirección principal de la expansión ha sido sistemáticamente de este a oeste. En otras palabras, la familia de lenguas urálicas parece más o menos haber sido organizada como una cadena binaria jerárquica, en la que una nueva rama siempre ha sido formado en el lado occidental de la rama ancestral anterior. Por el principio clásico de la geografía lingüística, esto también significa que el límite más profundo dentro de la familia del lenguaje debe corresponderse con la ubicación original de la primera ruptura, es decir, la patria lingüística. Este criterio coloca la ruptura del Proto-úralico en la región que históricamente forma el límite entre Samoyedic y sus vecinos inmediatos del finnés-ugrico (Khantic y Mansic). La región en cuestión es el límite entre las áreas de drenaje del río Ob y Yenisei en Siberia, y hasta que se demuestre lo contrario, se califica como el más probable para la candidatura de la patria del urálico (2009: 71; cursivo Lakarra).
Volviendo a nuestro caso, el lugar de Samoyedic, Finno-Ugric y Proto-Uralic sería ocupado, respectivamente, por suletino-roncalés, bajonavarro-salacenco y el EBZ, con la isoglosa más antigua situado entre ZR y LN-Sal- durante una época que, por el momento, no podemos especificar, por lo que debemos situar en este sitio especifico el proto-lugar de origen del EBZ.
Entonces a raíz de analizar la evolución de las pequeñas diferencias de los dialectos, básicamente
a partir del siglo XV, Lakarra hace una extrapolación para encontrar la raíz de su arbol genealógico, que se sitúa, si lo he entendido bien, en algún lugar en el noreste de Navarra.
¿De verdad algo así pasó realmente?
Nos quedamos muy decepcionados con este artículo que introduce el euskera a expertos en lingüística comparativa que no conocen el euskera, Lakarra realmente no tiene nada más que aportar sobre el origen de los dialectos que algo que solo es una oscura hipótesis: los dialectos se dispersan a partir de un idioma unificado en el siglo V/VI, en un proceso no demostrado, y esto aparentemente en el noreste de Navarra. Su analogía con los idiomas urálicos me parece casi una tomadura de pelo, donde Lakarra se olvida de añadir lo que el autor al que cita (Janhunen) añade irónicamente: «hasta que se demuestre lo contrario». Al ritmo que parecen avanzar las cosas pueden pasar todavía unas décadas más hasta que sea el caso…
No nos olvidemos que Lakarra lleva más de 20 años reconstruyendo su proto-euskera.
Quizás es interesante mirar también el punto de vista del experto en dialectología Koldo Zuazo autor del mapa oficial de los 5 dialectos vascos. Koldo Zuazo explica en 2007 en esta entrevista en Gara la Lengua Común de Koldo Mitxelena (‘eskera batu zaharra’) de «probablemente después del siglo VI»:
«El testimonio de la lenguaEn 1981 se publicó un artículo de Koldo Mitxelena, «Lengua común y dialectos vascos», donde se hizo una breve mención al tema que nos ocupa. Defendió la tesis de que los dialectos no podían ser muy antiguos y presentó dos razones para ello:
1) El amplísimo número de características comunes a todos los dialectos, lo cual sería improbable si éstos fueran tan antiguos.
2) El elevado número de innovaciones comunes a todos los dialectos, hecho difícilmente explicable de ser antiguo el fraccionamiento dialectal. Por poner un ejemplo, las abundantes palabras provenientes del latín han seguido una evolución similar en todos los dialectos.
Basándose en esas razones, Mitxelena consideró que la fragmentación dialectal se produjo probablemente después del siglo VI.
Un análisis detenido de los dialectos vascos nos lleva a aceptar la propuesta de Mitxelena, pero creemos, además, que debe añadirse un tercer argumento: los únicos dialectos verdaderamente divergentes son los laterales, es decir, el suletino, el roncalés, el salacenco y el occidental. En los dialectos centrales las diferencias son escasas y no muy importantes, lo cual tampoco sería de esperar si los dialectos viniesen de época muy antigua.«
Como ya observamos Koldo Zuazo también está convencido de la existencia de un EBZ , y distingue 3 grupos, el occidental, bastante particuliar, los dialectos centrales, y el suletino y su vecino del otro lado de los Pirineos, el roncalés y salacenco.
Como en los estudios genéticos, nuestros investigadores trazan mutaciones de la lengua (‘innovaciones’) y estudian su propagación por la geografía y en el tiempo. Del estudio salen como focos innovadores Iruña (Pamplona), Vitoria, la Zona de San Sebastián, una zona central en Bizkaia, Zuberoa como puerta de entrada del occitano… No es sorprendente que los puntos de gravedad económica y de poder influyan en el idioma de su alrededor. Esto es esperable. ¿Pero esto realmente explica los dialectos o únicamente unos cambios y intercambios en mayor o menor medida por razones socio-económicas de los últimos 5 siglos?
Zuazo parece estar convencido de lo primero según lo que entiendo. Sus detallados estudios de los detalles de cada zona dialectal y todas sus variantes, su mapa etc. valen un monumento. ¿Pero nos deja ver realmente las cimentaciones de los dialectos?
El esquema de Lakara (2014) en su ya nombrado artículo «Gogoetak euskal dialektologia diakronikoaz: Euskara Batu Zaharra berreraiki beharraz eta haren banaketaren ikerketaz» es muy claro e inteligible:
Lakarra (2014) |
El esquema de Lakarra representa más o menos lo que Koldo Zuazo explica en su entrevista de 2007.
Lo que me pregunto es si tiene mucho que ver con la realidad. No se representan las interacciones entre ErEZ y MEZ (navarro y vizcaíno, a través de Álava) etc. Luego uno se puede preguntar si el EBZ ha existido alguna vez (la madre de todos los euskalkis), igual que el ErMEZ (euskera batúa occidental-central antiguo).
Lakarra (2014) resume los resultados de sus investigaciones en su artículo de la forma siguiente:
“La obra de Mitxelena de 1981 Lengua común y dialectos vascos supuso un hito en la dialectología histórica del euskera. Desde entonces el protovasco ya no se considera el punto de partida de los dialectos vascos modernos, sino que habría que asociar su origen a un vasco común datable en los siglos V o VI, en el marco histórico descrito por Barbero y Vigil. Nuestra aportación persigue dos objetivos. En primer lugar, exponer la necesidad de una definición lingüística del vasco común
antiguo, ya que Mitxelena dejó inédita esta tarea, y hacerlo además en la línea de otras tradiciones lingüísticas consolidadas, es decir, tomando como base las innovaciones de los estadios previos de la lengua, nominalmente del protovasco moderno. Con este fin, nuestro punto de partida será el análisis de dos docenas de innovaciones fonológicas y morfológicas. En segundo lugar, nos proponemos aclarar que la fragmentación de la forma común en las 8, 12 o 6 variantes dialectales contemporáneas no se produjo de una vez, sino, como en otras partes, en forma de ramificaciones binarias progresivas. Finalmente, deseamos probar la necesidad de basar la investigación no en el entendimiento del panorama actual como un estadio ucrónico* perpetuo, sino en la variabilidad inherente a cualquier lengua, incluso dentro de la propia dialectología diacrónica del euskera.”
(traducido por Joseba Abaitua al castellano)
*Ucrónico: realidad inventada a partir de un momento histórico real.
https://radiorecuperandomemoria.com/2017/05/31/la-prohibicion-del-euskera-en-el-franquismo/ |
Distribución actual de los 5 dialectos hablados del euskera actual, según Koldo Zuazo: dialecto occidental dialecto central dialecto navarro dialecto navarro-labortano dialecto suletino zonas hispanófonas que eran vascófonas en el siglo XIX |
Sobre este tema Aznar Martínez (2017) hace el siguiente comentario:
«Es más, quizás ya va siendo hora de ir superando los complejos «schleicherianos» de creer ciegamente en el dogma de que todo diversidad dialectal procede de una fase anterior de lengua unificada y unitaria. Esta visión procedente del modelo evolutivo del latín a las lenguas romances que la filología de la era moderna tomó como modelo básico en sus inicios, ha condicionado peligrosamente la investigación posterior, llenándola de apriorismos que a veces pesan demasiado»
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INTERMEZZO ¿De dónde viene el concepto de relaciones filogenéticas en lingüística?
August Schleicher (Meiningen, 19 de febrero de 1821 – Jena, 6 de diciembre de 1868) fue un lingüista alemán.
Schleiger es el primero en tratar un idioma como un organismo, dentro de una evolución como biológica. |
Comenzó su carrera estudiando teología e indoeuropeo, especialmente idiomas eslavos. Influido por Hegel, diseñó la teoría del idioma como un organismo vivo; con periodos de desarrollo, madurez y declive. En 1850 Schleicher terminó una monografía que describía sistemáticamente los idiomas europeos, Die Sprachen Europas in systematischer Übersicht (Las lenguas de Europa en sincronía). Representó las lenguas como organismos naturales que podrían ser descritos más convenientemente, usando términos de la biología, como por ejemplo género, especie y variedad. Schleicher afirmó que él mismo se había convencido de la descendencia natural y competencia de las lenguas antes de haber leído El origen de las especies de Darwin. Inventó un sistema de clasificación de los idiomas semejante a la taxonomía botánica, trazando grupos de lenguas relacionadas y clasificándolas en un árbol genealógico. Este modelo, denominado Stammbaumtheorie (teoría del árbol genealógico), tuvo un mayor desarrollo en el estudio de las lenguas indoeuropeas. Para mostrar la forma indoeuropea escribió un cuento breve en este idioma extinto. En la fábula de Schleicher La oveja y los caballos, ejemplificaba tanto las palabras como la cultura. Introdujo una representación gráfica de un «Stammbaum» en sus artículos de 1853. (Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/August_Schleicher).
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La ideas de Aznar Martínez (2017) de como se forman los idiomas me parecen francamente mucho más realistas de lo que veo en libros de texto de lingüística histórica, y se acerca a una lengua estratificada que acumula restos de sus vidas anteriores, y va sustituyendo rasgos antiguos por rasgos nuevos pero siempre arrastrando sus herencias (sustratos) anteriores.
«De la misma manera que posiblemente no existió una lengua indoeuropea unitaria, sino que lo más probable es que las lenguas modernas de la familia procedan también de una anterior suma de dialectos y hablas locales íntimamente emparentadas entre sí, que intercambiaron innovaciones al encontrarse concentrados durante largo tiempo en un espacio geográfico no demasiado grande, todo apunta a que probablemente no ha existido en el pasado una lengua protovasca unificada y que la diversidad dialectal moderna deriva al menos en parte de diversidades anteriores.
El caso concreto de la transformación del latín a las lenguas romances es una anomalía a nivel mundial ya que salvo idiomas muy concretos como el chino mandarino, o el árabe coránico, el estado natural de toda lengua es el de suma o conjunto de dialectos (y aún de idiolectos, debido a la imposibilidad de mantener bajo control indefinidamente grandes contingentes poblacionales).El latín clásico fue un idioma unificado artificialmente que se mantuvo vigente durante siglos apoyado por uno de los imperios más centralizados que se conocen, gracias a una densa red de carreteras y comunicaciones, así como en la fuerza unificadora de una enorme producción de textos escritos de todo tipo
s. Para que la diversidad dialectal del euskera actual procediera de un idioma unitario deberíamos suponer un estado previo como lengua oficial de un Estado organizado (lo cual jamás ha sucedido), o bien su supuesta formación dentro de una reducida comunidad concentrado en un pequeño punto geográfico, que después se habría expandido muy aceleradamente a otras zonas.
La gran extensión del espacio en el que han aparecido los epígrafes con onomástica aquitana excluye esta última posibilidad, al menos para época romana y siglos anteriores (…)»
Tampoco podemos olvidar la realidad geográfica:
Los obstáculos para llegar hasta el euskera antiguo de La Rioja son todavía diversos.
Algunos autores, hasta de primera categoría niegan ‘brutalmente’ que ha existido una lengua
eusquérica al sur de los Pirineos:
Nevertheless, most specialists are satisfied that the Basque language was introduced into much of the Basque Country in post-Roman times, most likely during the Visigothic period discussed above. Consequently, the traditional view that Basque is a language of Spain which has extended itself to the north of the Pyrenees has had to be revised: we now see Basque as a language of Gaul which spread south and west.
[Sin embargo, la mayoría de los especialistas están de acuerdo de que el euskera se introdujo en gran parte del País Vasco en la época post-romana, muy probablemente durante el período visigodo discutido anteriormente. En consecuencia, la visión tradicional de que el euskera es una lengua de España que se ha extendido al norte de los Pirineos ha tenido que ser revisada: ahora vemos el vascuence como una lengua de la Galia que se extendió al sur y al oeste.]
Larry Trask. The History of Basque (1997). Pág. 39
Otros opinan que el euskera de la Rioja ha llegado a través de repoblaciones después la retirada árabe de la zona en siglo X y XI por varios reyes de Navarra, aunque Koldo Mitxelena en La Lengua Vasca (1977) no excluye que este proceso data ya de época tardarromana:
(…)
La presencia medieval de la lengua por tierras de la Rioja Alta y Burgos es para mi, y creo para muchos otros, el resultado de una expansión: esto no es más que una opinión, la que me parece más verosímil, que hoy por hoy no puede ser demostrada. Creo, sin embargo, que entre la idea de que el vasquence de esa zona es un resto que sobrevivió a la romanización primera y la de que sea una importación del siglo X, cabe un termino medio. Es licito pensar que el excedente de población de álava y zonas vecinas (lo que después ha venido a llamarse País Vasco ha sido tradicionalmente una zona de emigración) buscará salida en las cuencas del Oja y del Tirón, del Oca y del Arlanzon, y en la comarca de los Obarenes. Este movimiento, espontáneo o forzado, pudo empezar ya durante el Bajo Imperio para seguir durante toda la época visigoda, sin interrumpirse durante los siglos VIII-IX. Recientemente me han dicho que esta hipótesis no es nada original, de lo que me alegro.
En relación con los dialectos orientales Koldo Zuazo sitúa su «origen en Vitoría» en una entrevista de febrero 2018:
– ¿El origen del bizkaino podría ser Vitoria?
– Eso dicen las últimas investigaciones, sí. Suena raro porque siempre se ha pensado que el origen del bizkaino era Bizkaia, de ahí su nombre. Pero últimamente hemos observado que, al parecer, provendría de la zona de Vitoria.
– ¿Ese euskera se extendió?
– Sí. Vitoria fue durante mucho tiempo la ciudad más importante de la zona occidental. Hoy estamos de acuerdo en que el origen podría estar aquí. La grandeza de Bilbao viene del siglo XIV, mientras que Vitoria ya era importante en el siglo IX.
– ¿Qué se ha descubierto?
– Cuando estudié el valle del Deba me dí cuenta de que la zona sur era más bizkaina en el habla que la norte. Y me pareció extraño. En ese momento me di cuenta de que el origen de aquel dialecto no estaría en Bizkaia sino en Álava. Desde 2007, he encontrado en la zona de la Burunda, en Navarra, muchas características del bizkaino, en los pueblos que hacen frontera con Álava. Lo mismo ocurre en Goierri, donde existen estas trazas del bizkaino sin que hubiese ningún contacto conocido con Bizkaia, y sí, sin embargo, con Álava, y sobre todo con Vitoria. Con todos estos datos está claro que hemos estado muy despistados.
– ¿Existen pruebas documentales?
– Sí, desde hace sólo sesenta años, pero las hay. En 1958 tuvimos conocimiento del euskera alavés. Ese año se hizo público un manuscrito firmado en 1562 por un italiano, Nicolao Laccurdi, que presentó una lista larga de palabras a ser traducidas al euskera. No dijo quiénes colaboraron con él, pero hoy sabemos que seguramente serían de Vitoria. Hay más documentos. Por ejemplo, una pequeña traducción en Araia, y los versos en ‘arabarra’ de un fraile de Sabando, al este de Navarra, en la frontera. En todos los escritos hemos encontrado características que hasta ahora teníamos por vizcaínas. Pero no hay una explicación de cómo pudieron ir de una zona a otra. Todo apunta a que el origen del dialecto occidental del euskera es Vitoria. (http://www.elcorreo.com/alava/araba/origen-euskera-bizkaino-20180213205117-nt.html)
Gorrochategui (2009) trata el tema del euskera de La Rioja en época romana con bastante profundidad. Nos limitamos a este dilema:
¿Cómo puede explicarse históricamente esta población de onomástica
vascona en la zona [Las Tierras Altas del norte de Soria]? En Gorrochategui 2007, 633-4 y 1995, 230, planteaba dos hipótesis: o mantenimiento de una bolsa de población anterior a la celtización cultural del valle del Ebro o población inmigrada a partir de la zona vascona allende el Ebro en época romana, aprovechando las vías pecuarias
de trashumancia y un debilitamiento de los celtíberos. Es más fácil hallar indicios que apoyen ésta última hipótesis que la primera, aunque solo sea por una mayor contemporaneidad de la información.
¿Los testigos del euskera tipo vizcaíno en la Rioja entonces son medievales, y vienen de Vitoria como insinúa Koldo Mitxelena y Koldo Zuazo, o vienen en época romana del Valle del Ebro como sugiere Gorrochategui en sus dos hípotesis, o su presencia data desde la prehistoria?
A este tipo de preguntas Aznar Martínez intenta contestar con sus dos libros de 2011 y 2017.
Su metodología: combinar todo lo que existe de datos tanto de La Rioja como del resto del territorio eusquéric y ser abierto:
– estelas con onomástica eusquérica
– toponimia moderna
– toponimia medieval
Su análisis: separar los elementos léxicos y ponerlos en mapas separado en el tiempo
El nombre del pueblo de IGEA, aparece transcrito como Ixea o Exea, lo que fue identificado como derribado de ‘itxe’ (casa). (Imagen: Eduardo Aznar Martínez 2017) |
En realidad está regla de la verticalidad no es nada nuevo. En el famoso mapa de Lucien Bonaparte se han observado está curiosa continuidad de los dialectos a través de los Pirineos (los montes parecen unir).
Después de demostrar la ‘regla de la verticalidad’, evidentemente nos preguntamos por su significado.
La única actividad humana para que las montañas no molestan es el pastoreo.
Vías pecuniarias de Navarra |
Quizás también y no sin cierta relevancia: a esta cultura de montaña hay que añadir diversas actividades como fiestas (hoy en día en forma de romería) en la punta del monte donde se acude de los valles colindantes, y tengo la sensación que tenían una función para evitar la consanguinidad… una oportunidad para buscar pareja. De allí que los montes unen.
En un primer paso se identifican zonas con silex de buena calidad, se le caracteriza petrográficamente, y luego se determina en los diferentes yacimientos (dólmenes) sus respectivas contribuciones, lo que parece estructurar el territorio en por lo menos dos espacios, uno occidental y uno oriental:
«Se aprecian relaciones claras entre los lugares de aprovisionamiento de sílex y los dólmenes siguiendo direcciones fundamentalmente Sur-Norte. De este modo los megalitos occidentales de la zona húmeda tienen contribución mayoritaria de sílex de tipo Flysch y Treviño, los orientales de tipo Flysch y Urbasa.»
Entonces, se forman básicamente dos espacios norte/sur, uno determinado por el flysch de Treviño (las mejor calidad), y otro por el flysch de Urbasa. El sílex evaporítico del Ebro, de grano muy fino, es encontrado en todos los yacimientos de Euskal Herria, también en la vertiente norte de los Pirineos, y de manera caricaturesca se podría entender como un vínculo del conjunto.
Las estrellas indican estaciones dolméncas, las flechas indican relaciones con ‘minas’ de sílex. Probablemente las rutas de aportación de sílex coinciden con rutas de trashumancia. |
Me parece que la conclusión final de Tarriño y Mujika (2004) es muy relevante para entender la organización del espacio en época prerromana:
«Los sílex recuperados en los dólmenes pertenecen en su mayoría a poblaciones que practican la trashumancia, aunque algunas de las características de este pastoreo (por ejemplo las rutas de trashumancia; etc.) pudieron variar entre los inhumados en el mismo dolmen (a veces, quizás, por los cambios producidos en estos grupos a lo largo del tiempo) o los situados en una misma sierra. Esto permite replantear las rutas de trashumancia, que tan frecuentemente se han reducido exclusivamente a los territorios de una misma vertiente -atlántica o mediterránea- como transposición mecánica de lo conocido más recientemente. A esta visión tradicional habría que añadir el que hubiera también una presencia meridional, en el sentido que lo propuso Mª A. Beguiristain (BEGUIRISTAIN, 1982: 140) para quien los yacimientos al aire libre de la zona media y ribera de Navarra eran los establecimientos «permanentes» de los pastores constructores de dólmenes que acudían a la montaña trashumantes todos los veranos.«
En el mismo sentido tenemos a los dólmenes mismos, que serán en muchos casos testigos de las rutas de trashumancia aparte de ser un panteón para los muertos. Edeso y Mujika (2012) afirman en su estudio de monumentos megalíticos de Gipuzkoa lo siguiente (tratado en este post):
«Posiblemente, todos estos monumentos se localizarían en campas o pastizales
situados cerca de los poblados (no necesariamente al lado) y, en muchos
casos, junto a las rutas y caminos seguidos por los pastores trashumantes. En
principio, se evitarían las zonas de lapiaz (…) o los enclaves inestables
o las áreas cubiertas de bosque. También se desestimarían las orillas de
ríos y arroyos, con el fin de evitar las inundaciones y la consiguiente destrucción
(total o parcial) del monumento. «
También pensamos en los misteriosas círculos de piedras, ‘cromlechs’ (ver post) en el espacio oriental que son monumentos funerarios (incineración de un individuo) de la protohistoria (Edad de Hierro hasta época romana) que se han encontrado hasta ahora casi con exclusividad en la zona de los Pirineos. Parece una clara expresión de identidad (¿de los vascones?). ¿Tendría alguna relación con un dialecto en concreto?, nos preguntamos.
Distribución de «cromlechs» en los Pirineos occidentales (Fuente: http://www.imagopyrenaei.eu/11-cromlech-baratzak-cercle-de-pierres/) |
Gorrochategui (2009) escribe lo siguiente sobre este tema:
«De todos modos existe un dato significativo para el debate de esta cuestión: la supuesta frontera cultural y lingüística entre vascones y sus vecinos occidentales que se sitúa en el curso del río Leizarán. Por un lado es el límite occidental de la distribución de cromlech de altura, que se localizan desde aquí hasta Andorra a ambos lados de la línea axial de los Pirineos y, por otro, es también el límite occidental de los topónimos en -os. Son datos que, unidos a la documentación onomástica citada antes, apuntan a una divisoria este / oeste entre vascones y sus vecinos occidentales, antes que a una frontera norte / sur a ambos lados de los Pirineos.
De todos modos, la coincidencia entre cromlech y topónimos en -os no es total, ya que aquellos se localizan en una zona muy estrecha de los Pirineos, en una franja que oscila entre 5 y 40 km. del eje central de la cadena (Peñalver 2004, 230), mientras que la distribución de los topónimos es mucho mayor, abarcando toda la Aquitania, y gran parte de Navarra y Huesca.»
En este sentido hay que señalar que la línea que cita Gorrochategui se ha desplazado algo al oeste con nuevos hallasgos en Aralar y la Sierra de Urbasa. Edeso et al. (2016) señalan a base de un estudio extenso de la relación con el substrato, posibles problemas con la conservación diferencial de los hitos en zonas de caliza (gran parte de los montes altos de la comunidad autonoma vasca son de caliza).
Volvemos a las conclusiones del análisis toponímico y onomástico de Aznar Martínez (2017), y llegamos muy curiosamente a una estructuración del territorio lingüístico en espacios similares que la que observan los arqueólogos y geólogos:
Imagen Aznar Martínez (2017) |
«Hoy en día, a la vista de los datos que hemos expuesto, ya no podemos sostener la excesivamente contundente afirmación de Michelena de que ‘el vascuence de la Rioja y Burgos nada tenía de navarro, por cuanta la mitad oriental del territorio riojano muestra una más que evidente relación con las hablas navarras o mejor dicho, vascónicas. De hecho todo lo que hemos observado anteriormente acerca de Calagorri, Igea, Sesenco, Yerga, La Marcú o incluso el mucho más discutible Cascante, junto con los teónimos Errensa y Losa /Loxa nos advierten de la existencia de un antiguo espacio dialectal vinculado con la tribu vascona y el mundo pirenaico, cuyos rasgos se conservan en gran medida en los dialectos navarros que conocemos de siglos más recientes. Junto a ello, tenemos indicios de la existencia de un viejo continuum de hablas emparentadas en el flanco occidental, desde la costa cantábrica hasta las alturas cameranas, alcanzando en parte incluso el Alto Cidacos. Al sureste el valle del Ebro también presenta indicios de haber sido un espacio natural de relaciones humanas por el cual se filtró la influencia de las hablas que conocemos como «ibéricas».
El autor busca motivos económicos para explicar las estructuras, pero intuyo que allí no se ha atrevido a bajar mucho en el tiempo, y lo ve en simples rutas comerciales. Con este post he querido indicar que las relaciones dialectológicas pueden corresponder con estructuras mucho más atrás en el tiempo, relacionados con la trashumancia y hasta con el abastecimiento de sílex.
Y para terminar algunas reflexiones de Aznar Martínez (2017) sobre la metodología utilizada:
«La comparación a gran escala entre topónimos, antropónimos y elementos similares de diversas épocas resulta un instrumento útil en la profundización sobre las características del euskera antiguo. Solo mediante este tipo de comparaciones y asociaciones podemos alcanzar mejores análisis.
Interpretar un nombre de época romana o un topónimo medieval únicamente en base a su aspecto externo y no seguir más allá, resulta insuficiente y es necesario complementar cualquier hipótesis con datos llegados por otras vías, pues este tipo de materiales se prestan a continuos fenómenos de paronimia o falsas semejanzas.
(…)
La dispersión de elementos toponomásticos antiguos y modernos vascos que hemos observado no se produce como fruto del simple azar, sino que obedece a una serie de condicionantes de diverso tipo, que los hace agruparse en determinadas zonas, siguiendo tendencias o disposiciones geométrico-espaciales bastante definidos por lo general. Este tipo de componentes adoptan constantemente la estructura típica de las ‘nubes de puntas’, tan conocidas en estadística, que nos permiten establecer la existencia de unos factores que producen esa dispersión»
PD.
Creo que Eduardo Aznar ha aportado elementos de primera importancia para entender la situación del euskera en época romana. Nos ha recordado de que sin duda se habló euskera desde época romana en la Rioja, hasta en el norte de Burgos y las Tierras Altas de Soria, y esto reafirma que el euskera de Veleia no era una isla. Evidentemente esto es el resultado de media vida de investigación. Zorionak Eduardo!
Creo que él ha demostrado que para avanzar en el conocimiento del euskera, y no quedarse en el la Ucronia de Lakarra, se debe juntar todos los datos disponibles, y presentarlos de manera vistosa, y dejar hablar a los datos por sí mismos, en vez de sostener modelos ‘absurdos’ basados en datos solo de los últimos cinco siglos, o peor en árboles genealógicos muy dudosos. Creo que Eduardo ha abierto realmente nuevos caminos aportando una metodología en realidad muy sencilla para juntar muchos datos.
He entrado solo lateralmente en el contenido de sus libros. Para esto están sus libros, aunque de especialista, lectura amena y fresca.
Coda
¿Y por qué Gorrochategui en su artículo VASCO ANTIGUO: ALGUNAS CUESTIONES DE GEOGRAFÍA E HISTORIA LINGÜÍSTICAS (2009)a parte de una sola vez* no cita a Lakarra? ¿No será porque Lakarra no tiene nada relevante que contar sobre el euskera de época romana, llámalo como quieras, proto-euskera batu zaharra o euskera de la antigüedad?
(*) «por mucho que el nombre de mujer Nescato, derivado de neska, presente dificultades para una acomodación a la estructura radical canónica del protovasco, según J. Lakarra, y pueda por otro lado tener algún paralelo onomástico en otros nombres de ámbito celta, no me cabe la menor duda de que en ese momento histórico de la documentación, la palabra está funcionando como un término normal de la lengua aquitana, integrado en su sistema de designación de individuos.»
Bibliografía
Eduardo Aznar Martínez, «El euskera en La Rioja, Primeros testimonios» (2011)
PAMIELA.
Eduardo Aznar Martínez, «El euskera en La Rioja y Tierras, gentes y voces (El legado del euskera riojano)» (2017)
PAMIELA.
Joseba Lakarra «Gogoetak euskal dialektologia diakronikoaz: Euskara Batu Zaharra berreraiki beharraz eta haren banaketaren ikerketaz«. In Irantzu Epelde (arg.), Euskal dialektologia: lehena eta
oraina, ASJU-ren Gehigarriak LXIX, UPV/EHU, 2011 [2014], 155-241
Joseba Lakarra «Basque and the reconstruction of isolated languages». In Lyle Campbell (ed.), Language Isolates. Routledge 2017, 59-99.
Astrain, Luis Núñez.
El euskera arcaico: extensión y parentescos. Txalaparta, 2004.
Tarriño y Mujika (2004)
LA GESTIÓN DEL SÍLEX COMO UNO DE LOS ELEMENTOS ARTICULADORES DEL TERRITORIO EN EL MEGALITISMO VASCO.
KOBIE (Serie Anejos n.º 6. Vol. I), año 2004. Homenaje al Prof. Dr. J. M.ª Apellániz