LA TABLA ISIACA DEL MUSEO EGIPCIO DE TURÍN

Representación gráfica de la Mensa o Tabla Isiaca/Bembona en Œdipus Ægyptiacus de
Athanasius Kircher (1601-1680).
Tabla de bronce de 128×75 cm
«La Tabla es una obra de bronce fundido en una sola pieza, trabajada mediante incisiones con
buril y rematada con incrustaciones de hilos y pequeñas láminas, principalmente, de plata aunque
también pueden apreciarse ciertas trazas de oro y otros metales.» (Aroyo de la Fuente 2012)

La Dra. alemana Ulrike Fritz ya en varias ocasiones aportó ejemplos del uso de elementos culturales egipcios como decoración en el mundo romano y de pseudo-jeroglíficos (ver el post The ostraka with Egyptianizing hieroglyphs of Iruña-Veleia (by Ulrike Fritz) y el Dr. Padró nos informa en su conferencia Los objetos egipcios hallados en la Hispania antigua sobre numerosos hallazgos egipcios y egiptizantes en la Hispania prerromana, aunque nos faltan dichos elementos en la época romana.

En este post quiero llamar la atención a un análisis iconográfico de la Dra. Mª Amparo Arroyo de la Fuente de la bastante desconocida Tabla Isiaca o Tabla de Bembo:

de la Fuente, Amparo Arroyo.
«La ‘Tabla Isiaca’ del Museo Egipcio de Turín: análisis e interpretación iconográfica.» Boletín de la Asociación Española de Egiptología 21 (2012): 69-96.
«La denominada Tabla Isiaca, tras su aparición en la colección del Cardenal Pietro Bembo, fue interpretada en estrecha relación con la filosofía hermética; posteriormente, las escenas en ella representadas han sido consideradas una simple sucesión de figuras, inspiradas en el arte  ptolemaico, con una única intención decorativa. El presente estudio plantea la existencia de un programa iconográfico coherente y global, acorde con la estructura literaria y teológica que late en las denominadas aretalogías o himnos isiacos. Los diferentes registros en los que se estructura la pieza harían pues referencia a las diversas dádivas que la diosa entregó a los hombres, así como a sus potestades divinas y a ciertas relaciones con otras deidades del panteón egipcio. Asimismo, la elaborada decoración del borde exterior de la pieza, inspirada en la iconografía astronómica y
astrológica, constituye un espacio simbólico de representación del ámbito estelar controlado por la diosa. Se trata, por lo tanto, de plantear, desde este punto de vista, una nueva función de esta magnífica pieza en el entorno de la liturgia latina de la diosa.»
El artículo es una síntesis de su doctorado, y la Tabla Isiaca fue objeto de un libro recién editado por la Asociación Española de Egiptología, escrito por ella.

La Tabla, que fue considerado por Jean-François Champollion, uno de las personas claves en descifrar jeroglíficos, como falso porque su jeroglíficos no eran correctos (J. Thompson 2014), apareció en la primera mitad del siglo XVI en Roma, y fue incluido en la colección del cardinal Pietro Bembo. Su estilo y la inclusión de elementos de decoración griego-romano, conocido e. o. de villas pompeyanas permiten de datar la tabla en el siglo I d. C. La metalurgia es de una tal sofisticación y alto nivel coincidiendo con técnicas egipcios y romanos que no hay ninguna duda sobre su autenticidad, aunque se trata de un hallazgo completamente descontextualizado:

«Tanto en lo que se refiere a la datación y la procedencia como en lo que concierne al destino de tan emblemática pieza, el desconocimiento absoluto del entorno arqueológico en el que debió hallarse dificulta su estudio sobremanera y hace que no puedan sino emitirse hipótesis más o menos razonadas. No obstante, puede afirmarse que la Tabla estuvo vinculada con el culto egipcio en el seno del Imperio durante el primer siglo de nuestra era y, por tanto, se relacionó con la liturgia isiaca. La ornamentación de la pieza resulta demasiado elaborada para ser considerada únicamente decorativa; la distribución simétrica de las figuras, la cuidada ejecución de las mismas y la complejidad de la iconografía desplegada tuvo que responder a una función litúrgica que, además,
dada la propia entidad de la pieza, podría ocupar un lugar preponderante en el culto.»

La tabla fue en un principio objeto de investigaciones desde el enfoque del hermetismo, y una vez descubierto su «nulo valor lingüístico fue considerado por los egiptólogos de caracter exclusivamente decorativo».

La autora identifica en los dibujos elementos identificables del culto de Isis y los ilustra con numerosos fragmentos de El Asno de Apuleyo, que incluye descripciones del culto de Isis:

«la imagen de la diosa como dominadora del cosmos y Señora del Universo. En este sentido, es indudable la
estructura central de la Tabla, que sitúa a la diosa entre sendas personificaciones del Sol y de la Luna»

«La propuesta que presentamos pretende interpretar la iconografía egipcia, o egiptizante, de la Tabla desde el punto de vista de la liturgia grecorromana, es decir, teniendo en cuenta el desarrollo del culto isiaco en el territorio de la península itálica. En este sentido, se han analizado los textos referentes a la diosa que definieron la visión mediterránea de Isis, esto es, las denominadas aretalogías o himnos isiacos. Estos textos que, en ocasiones, solicitan favores o curaciones milagrosas, glosan los poderes de Isis y las diferentes dádivas concedidas a los hombres por la diosa; en ellos se observa una estructura similar desde el punto de vista compositivo. Esta estructura puede analizarse desde los primeros ejemplares —datados en el siglo II a.C. — hasta el último de los conocidos —compuesto entre finales del siglo III y principios del IV d.C. —, pasando por los bellos cantos de Tíbulo o Apuleyo.»

Para centrarnos en la parte jeroglífica:

En lo que respecta a las inscripciones presentes en toda la superficie de la Tabla, pueden
reconocerse ciertos términos, correctamente escritos, especialmente vinculados al culto; es el caso de los nombres de los dioses, Isis y Osiris, en lugares muy puntuales de la pieza59. Tanto éstos como otros términos y reiteraciones especialmente llamativas, parecen deberse bien a un limitadísimo conocimiento de la grafía egipcia, o bien a una simple repetición de modelos conocidos. El repertorio es muy reducido y se limita, principalmente, a ciertos trazos geométricos de fácil ejecución; no obstante, en los frisos que separan las escenas del registro medio, destacan ciertos grupos y símbolos especialmente decorativos. A pesar de ello, tampoco puede afirmarse que los
signos jeroglíficos incluidos tengan únicamente un sentido decorativo. Éstos se han distribuido en la citada franja central y se han intercalado entre escenas del plano principal y del borde exterior, algunos de ellos encerrados en óvalos o en rectángulos, simulando las tradicionales titulaturas reales. (…) la secuencia aleatoria de estos cartuchos sugiere una absoluta ignorancia de la lengua egipcia pero, por otra parte, denota un profundo conocimiento de modelos y arquetipos egipcios donde la escritura formaba parte de la decoración e, incluso, llegaba a interactuar con las escenas. Por este motivo, al igual que en el arte egipcio la escritura no es decorativa sino que implica, además, una forma de creación tan potente como la propia imagen, cabe suponer que la
intención del autor de la Tabla, conocedor de la estética egipcia, no era únicamente decorativa.
En este sentido, consideramos que la inclusión de pequeñas columnas de jeroglíficos cerca de las diferentes figuras, encerradas o no en formas ovaladas o cuadrangulares, denota una intención de simular la presencia de cartelas, es decir, que aparenta una enumeración de los participantes y, en su caso, una descripción de la escena. En apoyo de esta hipótesis, cabe destacar como, en la última tríada del registro inferior, donde se multiplica el número de figuras, se multiplican también las inscripciones jeroglíficas. Esta aparente nominación de los personajes se aprecia también en ciertos puntos del borde exterior, donde recuerda la enumeración de los decanos presente en obras de
iconografía astronómica.
Por otra parte, las líneas y columnas de jeroglíficos que separan el registro central, si bien presentan en mayor medida formas decorativas, sugieren la narración de un breve relato. La cuidada ejecución de estos pseudotextos, tanto aislados entre escenas como de forma correlativa en torno al registro central, permitiría a los sacerdotes oficiantes simular una lectura sobre la pieza describiendo las escenas y las facultades de la diosa. Esta descripción, de acuerdo con la liturgia grecorromana, podría corresponderse con la imagen de la diosa en los himnos. En este sentido, el relato que nos brinda Apuleyo respecto de las diferentes iniciaciones isiacas, describe una escena similar a la
propuesta:

“A continuación saca de un departamento secreto del santuario ciertos libros cuya escritura es desconocida: en unos hay dibujos de toda clase de animales y son símbolos de formularios litúrgicos abreviados; en otros hay trazos nudosos, o circulares, ya sea en
forma de ruedas, ya de apretadas y caprichosas espirales para velar el texto de la
curiosidad de los profanos” (Apuleyo, Met. 22, 8 y ss.)

Esta descripción de Apuleyo puede suponer dos escenarios: o bien los sacerdotes conocían la lengua egipcia y, por tanto, presumiblemente, eran egipcios; o bien simulaban su lectura recitando textos conocidos frente a grafías jeroglíficas o pseudojeroglíficas. Aún siendo alejandrinos es probable que los sacerdotes conocieran más la lengua griega que la egipcia; ya se ha destacado que, no sólo la tradición literaria relativa a la diosa se había transmitido en griego, sino que también pervivía en la liturgia relativa a una de las principales festividades isiacas, la Navigium Isidis (v. supra). Por otra parte, la existencia de piezas como la basa de Herculanoo esta Tabla Isiaca
del Museo Egipcio de Turín, demuestran la existencia de talleres especializados en simular la escritura jeroglífica, probablemente, para generar la impresión descrita por Apuleyo en los escenas. Por este motivo, al igual que en el arte egipcio la escritura no es decorativa sino que implica, además, una forma de creación tan potente como la propia imagen, cabe suponer que la intención del autor de la Tabla, conocedor de la estética egipcia, no era únicamente decorativa.

Podemos concluir que el culto de Isis que va acompañado de una iconografía egipcio/egiptizante, va en este caso también de mano de pseudo-texto con pseudo-jerjoglíficos y verdaderos jeroglíficos que tienen una función más allá de lo decorativo que pueden entrar en lo litúrgico, aunque nadie los puede entender.

Si trasladamos este concepto a Veleia, no es tan sorprendente de encontrar pseudo-texto con pseudo-jeroglíficos en un paseo lleno de sincretismo supuestamente unos 150 años más tarde que la Mensa Isiaca, algo que Dr. Galán no ha querido / podido considerar.

BIBLIOGRAFÁ:

Informe de D. José Manuel Galán, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, sobre los grafitos con supuestos signos jeroglíficos y nombres egipcios. (2008)

Ulrike Fritz. The Ostraka with Egyptianizing hieroglyphs of Iruña-Veleia (2009)

-Thompson, Jason. Wonderful Things: A History of Egyptology: 1: From Antiquity to 1881. Oxford University Press, 2015.

-de la Fuente, Amparo Arroyo. «La ‘Tabla Isiaca’ del Museo Egipcio de Turín: análisis e interpretación iconográfica.» Boletín de la Asociación Española de Egiptología 21 (2012): 69-96.
https://www.academia.edu/4295746/La_Tabla_Isiaca_del_Museo_Egipcio_de_Tur%C3%ADn_An%C3%A1lisis_e_Interpretaci%C3%B3n_Iconogr%C3%A1fica

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