Patxi Zabaleta, miembro de la euskalzaindia, defiende la autenticidad de los hallazgos de Iruña Veleia y crítica la actuación de la Diputación y de los comisionados:
No destruir los grafitos de Iruña-Veleia
Por Patxi Zabaleta – Domingo, 3 de Mayo de 2015 – Actualizado a las 06:11h
(EFE)
desde la experiencia de cuatro décadas en el ejercicio de la abogacía, considero que la falsificación de los grafitos de Iruña-Veleia es prácticamente imposible. El debate sobre la autenticidad o falsedad de tales grafitos debiera ser sacado del ámbito judicial, en el que se halla escandalosamente empantanado desde hace más de seis años, y reconducido al ámbito estrictamente científico. Para ello es imprescindible que los más de 400 grafitos encontrados hasta 2006 en Iruña-Veleia sean protegidos contra su destrucción y queden preservados para los análisis físicos y químicos, que son los únicos estrictamente científicos en esta cuestión y que son los que incomprensiblemente no se han realizado aún.
La pérdida o destrucción de otros innumerables grafitos, que ocasionó el saqueo del yacimiento con una excavadora efectuado en 2010, constituyó un crimen de lesa cultura y de lesa historia injustificable nunca e incomprensible en el siglo XXI. La responsabilidad de este atentado cultural
corresponde en primer lugar a la dirección política de la Diputación Foral de Alava en 2010 y a sus asesores.
Yo me sumo a los cada vez más numerosos científicos de todo el mundo y a los miles y miles de ciudadanos vascos que creemos que los grafitos encontrados en Iruña-Veleia son verdaderos. Considero imposible la falsificación de los grafitos de Iruña-Veleia porque las dificultades técnicas de tal hipotética falsificación serían prácticamente insuperables. La diversidad de materiales empleados, sus adherencias y su conformación exigirían técnicas, métodos e instrumental absolutamente sofisticado, que no se ha descrito ni buscado. De hecho, no se ha formulado ninguna explicación ni hipótesis sobre el método de falsificación. No ha de olvidarse que la carga de la prueba de falsedad correspondería a quienes la afirman. ¿Cómo se pudo hacer, con qué instrumental y con qué método y cómo negar la antigüedad de las inscripciones sin datar la presunta manipulación? Ninguna de estas cuestiones está abordada científicamente en los diez dictámenes y conclusiones de la pomposa Comisión Científica Asesora de la Diputación de Álava, publicadas en Internet.
En segundo lugar, la hipótesis de la falsificación queda descartada por la argumentación del “¿cui prodest?”; es decir a quién aprovecharía tal falsificación. Esta argumentación resulta siempre esencial en el foro. Es evidente que la falsificación no solo no ha tenido ningún provecho para el acusado como falsificador, o sea para el Sr. Eliseo Gil Zubillaga, sino que por el contrario le ha supuesto enormes perjuicios de todo orden. En cambio ha supuesto un inmenso lucro económico y profesional para algún acusador, como el Sr. Don Julio Núñez Marcén, ahora director del yacimiento, cuya actuación no es compatible con la ética.
En tercer lugar, la argumentación de la falsificación de los grafitos de Iruña-Veleia resulta impropia e inadecuada, porque la inmensa mayoría de los razonamientos empleados están basados en la lingüística, la fonética, la onomástica o la gramática y, por lo tanto, son esencialmente “apriorísticos”. Además, han sido ya desvirtuados en varios casos. A mi juicio, los argumentos de Gorrotxategi, Lakarra, Velazquez, etc. en pro de la falsedad de dichos grafitos carecen de homologabilidad probatoria, igual que carecen de dicha homologabilidad algunos de los razonamientos en pro de su veracidad de Txillardegi, Knörr o Elexpuru. Son argumentaciones que están en otra honda científica. Elevar la filología y la lingüística vasca o general a dogma sobre la falsificación de unos elementos físicos como los grafitos y óstraca de Iruña-Veleia es igual que negar la evolución o el movimiento de la tierra con la Biblia en la mano.
El único informe datado con anterioridad a la querella de la Diputación Foral de Alava, que judicializó el tema, es el del Sr. Joakin Gorrotxategi de 25 de julio de 2008. El Sr. Gorrotxategi se había manifestado anteriormente en forma pública a favor de la veracidad de los grafitos y había mantenido algún grado de colaboración con el Sr. Gil. Luego cambió de postura y es un documento revelador de su cambio la carta a la directora del Museo Arqueológico de Alava, Amelia Baldeón, y en la que se puede leer: “De los grafitos vistos en el último día, LAGVN puede pasar por vasco común, pero MARCOS por Marcus es imposible.” Es decir, se trata de imponer la filología o la onomástica a la física, igual que se trató de imponer el Génesis a los fósiles. Sin embargo, Idoia Filloy ha puesto de manifiesto de forma irrefutable mediante el análisis del ara romana encontrada en 2012, dos errores esenciales de dicho único dictamen previo a la querella: 1) El nombre de VELEIA aplicado a Iruña-Veleia; cuestión negada antes por la comisión pro-falsificación al haber aparecido en los grafitos TRECE veces y que Gorrotxategi dice que tendría que haber aparecido con B (pág. 14 de su informe), deduciendo tal conclusión del “sistema fonológico del vasco antiguo”. Sin embargo tras el hallazgo en 2012 del ara con el nombre de Veleia escrito con V la presentaron como verdadera y diciendo con falsedad que era la primera vez que aparecía tal nombre. 2) Gorrotxategi señala como “test de autenticidad” la forma de la letra M, señalando como seña de veracidad que “el ángulo interior formado por las astas oblicuas llegara hasta el final de la caja” y eso no se daba en los grafitos. Pero en el ara encontrada en 2012, que el propio Gorrotxategi, Núñez y otros avalaron como verdadero, el ángulo interior de la letra M -“test de autenticidad”- tampoco llega hasta abajo.
Existen muchas otras afirmaciones discutibles en el dictamen de Gorrotxategi, como por ejemplo la negación del contacto directo hebreo-vascuence o la antigüedad de las letras J, Y o Z. Pero lo que merece ser subrayado es que en ese propio dictamen hay razones para exigir que los grafitos de Iruña-Veleia no se destruyan. Así en la segunda de sus conclusiones sobre los óstraca vascos, apartado 3.10, párrafo 2º, con la misma rotundidad dogmática, que defiende la falsedad de todas las demás, afirma que entre los 65 óstraca vascos y otras 71 piezas con grafías hay una que es verdadera, la número 10426. Si hay una auténtica ¿por qué no va a haber más?
Aunque solamente fuese cierto que por lo menos uno de los grafitos es verdadero y no falsificado, jamás se debería haber consentido ni tolerado por los “asesores científicos” la destrucción del yacimiento con una excavadora en 2010.
Pero hay más. En el apartado III Conclusiones, número 6, del mismo dictamen del Sr. Gorrotxategi se puede leer literalmente que “la diferencia entre óstraca y gráfito se revela fundamental, ya que en el conjunto hay también un número elevado de piezas que pueden ser catalogadas como grafitos. Algunas de estas piezas las considero auténticas. Así, sin duda ninguna, la número 10426 y la número 12067 (titulus pictus con la lectura P.C). Entre las piezas halladas en años anteriores es auténtica la que reza: Pompeiae Valentinae tanto por su paleografía como por la corrección del sistema onomástico.” Más adelante añade: “Muy probablemente muchas de las incisiones consistentes en algunas pocas letras, rayas, etc. sean auténticas. Así me lo parecen algunas fichas de juego que llevan una aspa en una de sus caras (nº 6378 y 6417).” Por lo tanto hay grafitos y óstraca verdaderos, hasta según Gorrotxategi. ¿Qué hacer? Desjudicializar el tema, preservar los grafitos -u óstraca- y analizar con medios físicos (no filológicos, lingüísticos, onomásticos ni fonéticos) si ha habido o no manipulaciones sobre los soportes, de cuya antigüedad nadie duda.
No obstante, la razón más decisiva para reclamar la preservación de los óstraca o grafitos de Iruña-Veleia es la inadecuada naturaleza de las argumentaciones empleadas para defender su manipulación. Reproduzco literalmente algunas de las palabras de Gorrotxategi, apartado III Conclusiones nº 1: “La afirmación de falsedad se sustenta en el hecho de que ni las grafías, ni las formas específicas de los términos que aparecen en ellos se corresponden con lo esperado para la antigüedad (antes de fines del s.V), mientras que los soportes y ciertas formas paleográficas son inequívocamente antiguas, básicamente de época alto-imperial.” Es decir, pretende deducir la falsedad física de la lingüística. Es decir, que con el Génesis en la mano podemos condenar a Galileo y Darwin de una sentada.
¿En qué hubiera consistido la manipulación o falsificación de los grafitos u óstraca, si es que se hubiese producido? La hipótesis de Gorrotxategi en el mismo apartado citado en el párrafo anterior, in fine, es una pura sensación, por lo tanto acientífica: “A veces se tiene la sensación de que el impostor (sic en singular) ha escrito su texto sobre letras antiguas (o reaprovechándolas), como me parece ser el caso nº 11139, del sector 5.” El Sr. Gorrotxategi reitera varias veces en su dictamen una distinción entre lo hallado antes del bienio 2005-6, que considera verdadero, y lo encontrado en ese bienio, que afirma manipulado en la forma indicada, pero con una tremenda rotundidad. Dice textualmente en el apartado III Conclusiones, nº 2: “El convencimiento de hallarse ante una falsificación es total, sin la existencia de duda alguna. Y por las razones arriba indicadas, es aún mucho más firme en los casos de los óstraca latinos que en los vascos. “ (sic) En suma; habla de “un” impostor, lo temporaliza en el bienio 2005/6, pero no tiene más que una sensación sobre el método utilizado en la falsificación. Puro apriorismo.
Algunas de las cuestiones, que surgen de lo anterior son: ¿Cómo es posible que no hayan seguido apareciendo óstraca o grafitos en Iruña-Veleia desde que en 2010 entró el equipo de Núñez en el yacimiento? Si antes de 2007 habían aparecido más de 400 óstraca y grafitos, algunos anteriores al bienio 2005/6 con inscripciones indiscutiblemente ciertas y otros de dicho bienio, cuyos soportes son antiguos, pero de los que se discute si han sido o no manipulados, ¿cómo no aparece ningón óstracon o grafito desde 2010? ¿Qué ha hecho y qué está haciendo el equipo de Núñez desde 2010, si todos los soportes de los grafitos eran indiscutidamente antiguos? ¿Se llevó todos los grafitos y óstraca que había y que iba a haber la excavadora en 2010? ¿Cómo es posible que desde que se hace cargo el equipo de Nuñez en 2010 solo se haya encontrado un soporte con inscripciones, que es el ara romana hallada en 2012 significativamente por los obreros del aparcamiento?
Hay otras cuestiones que son objeto de vivas polémicas. Por ejemplo, en cuanto a la interpretación de los textos. Así, desde el ya famoso crucifijo con RIP, que tanto inquietó a algunos estamentos religiosos, hasta la cita de Nefertiti, Nefertari, etc.; o bien desde lo que se ha querido interpretar -para ridiculizar- como Descartes (pero que se lee MISCART) o con respecto a la antigüedad de ciertos aforismos y signos, etc. Todas esas comprensibles polémicas, a veces sarcásticas y mordaces, no aportan base científica a la imputación de falsificación mientras no contengan pruebas físicas y químicas o expliquen procedimientos y métodos.
Meditemos. En el año 2003, en la plaza del Castillo de Iruña-Pamplona apareció un yacimiento arqueológico completamente inesperado en tres estratos: el estrato superior era un cementerio simultáneamente musulmán y cristiano, ejemplo emblemático y único de convivencia religiosa y cultural. El estrato medio eran unas termas romanas en extraordinariamente buen estado de conservación. El estrato inferior era la urbe por antonomasia de Vasconia. Todo fue arrojado a la basura por decisión de las autoridades de UPN -alcaldesa y presidente- en un alarde de apoyo al progreso simbolizado por un aparcamiento (que se podía hacer 100 metros más allá) y de lucha contra los violentos. Josemiguel Barandiaran siempre dejaba una parte de los yacimientos investigados sin alterar para que pudieran ser analizados por los investigadores del futuro. “Tendrán mejores medios que nosotros”, decía. En un futuro próximo se sabrá con certezas física, si ha habido algún “impostor, que haya escrito su texto sobre letras antiguas (o reaprovechándolas)”; frase literal de Gorrotxategi.
Conclusión: la Diputación de Alava debe desistir de una querella tan descabellada y obsoleta. Nadie discute la antigüedad de los soportes de los óstraca y grafitos de Iruña-Veleia. Nadie discute ya la existencia de inscripciones verdaderas, ni la identidad de la ciudad de Iruña-Veleia. La imputación -a mi juicio infundada-, se ciñe a si sobre soportes antiguos algún impostor hizo manipulaciones o no. En ningún caso es razonable destruir los óstraca y grafitos de Iruña-Veleia. Lo que procede es poner la investigación en manos de científicos con garantías e imparcialidad.
La pérdida o destrucción de otros innumerables grafitos, que ocasionó el saqueo del yacimiento con una excavadora efectuado en 2010, constituyó un crimen de lesa cultura y de lesa historia injustificable nunca e incomprensible en el siglo XXI. La responsabilidad de este atentado cultural
corresponde en primer lugar a la dirección política de la Diputación Foral de Alava en 2010 y a sus asesores.
Yo me sumo a los cada vez más numerosos científicos de todo el mundo y a los miles y miles de ciudadanos vascos que creemos que los grafitos encontrados en Iruña-Veleia son verdaderos. Considero imposible la falsificación de los grafitos de Iruña-Veleia porque las dificultades técnicas de tal hipotética falsificación serían prácticamente insuperables. La diversidad de materiales empleados, sus adherencias y su conformación exigirían técnicas, métodos e instrumental absolutamente sofisticado, que no se ha descrito ni buscado. De hecho, no se ha formulado ninguna explicación ni hipótesis sobre el método de falsificación. No ha de olvidarse que la carga de la prueba de falsedad correspondería a quienes la afirman. ¿Cómo se pudo hacer, con qué instrumental y con qué método y cómo negar la antigüedad de las inscripciones sin datar la presunta manipulación? Ninguna de estas cuestiones está abordada científicamente en los diez dictámenes y conclusiones de la pomposa Comisión Científica Asesora de la Diputación de Álava, publicadas en Internet.
En segundo lugar, la hipótesis de la falsificación queda descartada por la argumentación del “¿cui prodest?”; es decir a quién aprovecharía tal falsificación. Esta argumentación resulta siempre esencial en el foro. Es evidente que la falsificación no solo no ha tenido ningún provecho para el acusado como falsificador, o sea para el Sr. Eliseo Gil Zubillaga, sino que por el contrario le ha supuesto enormes perjuicios de todo orden. En cambio ha supuesto un inmenso lucro económico y profesional para algún acusador, como el Sr. Don Julio Núñez Marcén, ahora director del yacimiento, cuya actuación no es compatible con la ética.
En tercer lugar, la argumentación de la falsificación de los grafitos de Iruña-Veleia resulta impropia e inadecuada, porque la inmensa mayoría de los razonamientos empleados están basados en la lingüística, la fonética, la onomástica o la gramática y, por lo tanto, son esencialmente “apriorísticos”. Además, han sido ya desvirtuados en varios casos. A mi juicio, los argumentos de Gorrotxategi, Lakarra, Velazquez, etc. en pro de la falsedad de dichos grafitos carecen de homologabilidad probatoria, igual que carecen de dicha homologabilidad algunos de los razonamientos en pro de su veracidad de Txillardegi, Knörr o Elexpuru. Son argumentaciones que están en otra honda científica. Elevar la filología y la lingüística vasca o general a dogma sobre la falsificación de unos elementos físicos como los grafitos y óstraca de Iruña-Veleia es igual que negar la evolución o el movimiento de la tierra con la Biblia en la mano.
El único informe datado con anterioridad a la querella de la Diputación Foral de Alava, que judicializó el tema, es el del Sr. Joakin Gorrotxategi de 25 de julio de 2008. El Sr. Gorrotxategi se había manifestado anteriormente en forma pública a favor de la veracidad de los grafitos y había mantenido algún grado de colaboración con el Sr. Gil. Luego cambió de postura y es un documento revelador de su cambio la carta a la directora del Museo Arqueológico de Alava, Amelia Baldeón, y en la que se puede leer: “De los grafitos vistos en el último día, LAGVN puede pasar por vasco común, pero MARCOS por Marcus es imposible.” Es decir, se trata de imponer la filología o la onomástica a la física, igual que se trató de imponer el Génesis a los fósiles. Sin embargo, Idoia Filloy ha puesto de manifiesto de forma irrefutable mediante el análisis del ara romana encontrada en 2012, dos errores esenciales de dicho único dictamen previo a la querella: 1) El nombre de VELEIA aplicado a Iruña-Veleia; cuestión negada antes por la comisión pro-falsificación al haber aparecido en los grafitos TRECE veces y que Gorrotxategi dice que tendría que haber aparecido con B (pág. 14 de su informe), deduciendo tal conclusión del “sistema fonológico del vasco antiguo”. Sin embargo tras el hallazgo en 2012 del ara con el nombre de Veleia escrito con V la presentaron como verdadera y diciendo con falsedad que era la primera vez que aparecía tal nombre. 2) Gorrotxategi señala como “test de autenticidad” la forma de la letra M, señalando como seña de veracidad que “el ángulo interior formado por las astas oblicuas llegara hasta el final de la caja” y eso no se daba en los grafitos. Pero en el ara encontrada en 2012, que el propio Gorrotxategi, Núñez y otros avalaron como verdadero, el ángulo interior de la letra M -“test de autenticidad”- tampoco llega hasta abajo.
Existen muchas otras afirmaciones discutibles en el dictamen de Gorrotxategi, como por ejemplo la negación del contacto directo hebreo-vascuence o la antigüedad de las letras J, Y o Z. Pero lo que merece ser subrayado es que en ese propio dictamen hay razones para exigir que los grafitos de Iruña-Veleia no se destruyan. Así en la segunda de sus conclusiones sobre los óstraca vascos, apartado 3.10, párrafo 2º, con la misma rotundidad dogmática, que defiende la falsedad de todas las demás, afirma que entre los 65 óstraca vascos y otras 71 piezas con grafías hay una que es verdadera, la número 10426. Si hay una auténtica ¿por qué no va a haber más?
Aunque solamente fuese cierto que por lo menos uno de los grafitos es verdadero y no falsificado, jamás se debería haber consentido ni tolerado por los “asesores científicos” la destrucción del yacimiento con una excavadora en 2010.
Pero hay más. En el apartado III Conclusiones, número 6, del mismo dictamen del Sr. Gorrotxategi se puede leer literalmente que “la diferencia entre óstraca y gráfito se revela fundamental, ya que en el conjunto hay también un número elevado de piezas que pueden ser catalogadas como grafitos. Algunas de estas piezas las considero auténticas. Así, sin duda ninguna, la número 10426 y la número 12067 (titulus pictus con la lectura P.C). Entre las piezas halladas en años anteriores es auténtica la que reza: Pompeiae Valentinae tanto por su paleografía como por la corrección del sistema onomástico.” Más adelante añade: “Muy probablemente muchas de las incisiones consistentes en algunas pocas letras, rayas, etc. sean auténticas. Así me lo parecen algunas fichas de juego que llevan una aspa en una de sus caras (nº 6378 y 6417).” Por lo tanto hay grafitos y óstraca verdaderos, hasta según Gorrotxategi. ¿Qué hacer? Desjudicializar el tema, preservar los grafitos -u óstraca- y analizar con medios físicos (no filológicos, lingüísticos, onomásticos ni fonéticos) si ha habido o no manipulaciones sobre los soportes, de cuya antigüedad nadie duda.
No obstante, la razón más decisiva para reclamar la preservación de los óstraca o grafitos de Iruña-Veleia es la inadecuada naturaleza de las argumentaciones empleadas para defender su manipulación. Reproduzco literalmente algunas de las palabras de Gorrotxategi, apartado III Conclusiones nº 1: “La afirmación de falsedad se sustenta en el hecho de que ni las grafías, ni las formas específicas de los términos que aparecen en ellos se corresponden con lo esperado para la antigüedad (antes de fines del s.V), mientras que los soportes y ciertas formas paleográficas son inequívocamente antiguas, básicamente de época alto-imperial.” Es decir, pretende deducir la falsedad física de la lingüística. Es decir, que con el Génesis en la mano podemos condenar a Galileo y Darwin de una sentada.
¿En qué hubiera consistido la manipulación o falsificación de los grafitos u óstraca, si es que se hubiese producido? La hipótesis de Gorrotxategi en el mismo apartado citado en el párrafo anterior, in fine, es una pura sensación, por lo tanto acientífica: “A veces se tiene la sensación de que el impostor (sic en singular) ha escrito su texto sobre letras antiguas (o reaprovechándolas), como me parece ser el caso nº 11139, del sector 5.” El Sr. Gorrotxategi reitera varias veces en su dictamen una distinción entre lo hallado antes del bienio 2005-6, que considera verdadero, y lo encontrado en ese bienio, que afirma manipulado en la forma indicada, pero con una tremenda rotundidad. Dice textualmente en el apartado III Conclusiones, nº 2: “El convencimiento de hallarse ante una falsificación es total, sin la existencia de duda alguna. Y por las razones arriba indicadas, es aún mucho más firme en los casos de los óstraca latinos que en los vascos. “ (sic) En suma; habla de “un” impostor, lo temporaliza en el bienio 2005/6, pero no tiene más que una sensación sobre el método utilizado en la falsificación. Puro apriorismo.
Algunas de las cuestiones, que surgen de lo anterior son: ¿Cómo es posible que no hayan seguido apareciendo óstraca o grafitos en Iruña-Veleia desde que en 2010 entró el equipo de Núñez en el yacimiento? Si antes de 2007 habían aparecido más de 400 óstraca y grafitos, algunos anteriores al bienio 2005/6 con inscripciones indiscutiblemente ciertas y otros de dicho bienio, cuyos soportes son antiguos, pero de los que se discute si han sido o no manipulados, ¿cómo no aparece ningón óstracon o grafito desde 2010? ¿Qué ha hecho y qué está haciendo el equipo de Núñez desde 2010, si todos los soportes de los grafitos eran indiscutidamente antiguos? ¿Se llevó todos los grafitos y óstraca que había y que iba a haber la excavadora en 2010? ¿Cómo es posible que desde que se hace cargo el equipo de Nuñez en 2010 solo se haya encontrado un soporte con inscripciones, que es el ara romana hallada en 2012 significativamente por los obreros del aparcamiento?
Hay otras cuestiones que son objeto de vivas polémicas. Por ejemplo, en cuanto a la interpretación de los textos. Así, desde el ya famoso crucifijo con RIP, que tanto inquietó a algunos estamentos religiosos, hasta la cita de Nefertiti, Nefertari, etc.; o bien desde lo que se ha querido interpretar -para ridiculizar- como Descartes (pero que se lee MISCART) o con respecto a la antigüedad de ciertos aforismos y signos, etc. Todas esas comprensibles polémicas, a veces sarcásticas y mordaces, no aportan base científica a la imputación de falsificación mientras no contengan pruebas físicas y químicas o expliquen procedimientos y métodos.
Meditemos. En el año 2003, en la plaza del Castillo de Iruña-Pamplona apareció un yacimiento arqueológico completamente inesperado en tres estratos: el estrato superior era un cementerio simultáneamente musulmán y cristiano, ejemplo emblemático y único de convivencia religiosa y cultural. El estrato medio eran unas termas romanas en extraordinariamente buen estado de conservación. El estrato inferior era la urbe por antonomasia de Vasconia. Todo fue arrojado a la basura por decisión de las autoridades de UPN -alcaldesa y presidente- en un alarde de apoyo al progreso simbolizado por un aparcamiento (que se podía hacer 100 metros más allá) y de lucha contra los violentos. Josemiguel Barandiaran siempre dejaba una parte de los yacimientos investigados sin alterar para que pudieran ser analizados por los investigadores del futuro. “Tendrán mejores medios que nosotros”, decía. En un futuro próximo se sabrá con certezas física, si ha habido algún “impostor, que haya escrito su texto sobre letras antiguas (o reaprovechándolas)”; frase literal de Gorrotxategi.
Conclusión: la Diputación de Alava debe desistir de una querella tan descabellada y obsoleta. Nadie discute la antigüedad de los soportes de los óstraca y grafitos de Iruña-Veleia. Nadie discute ya la existencia de inscripciones verdaderas, ni la identidad de la ciudad de Iruña-Veleia. La imputación -a mi juicio infundada-, se ciñe a si sobre soportes antiguos algún impostor hizo manipulaciones o no. En ningún caso es razonable destruir los óstraca y grafitos de Iruña-Veleia. Lo que procede es poner la investigación en manos de científicos con garantías e imparcialidad.