Artículo: Datación por uranio – torio y arte rupestre: una respuesta a Pike et al. [dataciones de arte rupestre cantábrico]

Artículo
Bednarik, Robert G
U-Th analysis and rock art: A response to Pike et al.
Rock Art Research: The Journal of the Australian Rock Art Research Association (AURA)
Volume 29 Issue 2 (Nov 2012)

Disponible en Academia.edu

Las dataciones publicadas en la revista Science de Pike et al. (2012; ver este post) de entre otros las pinturas de Altamira han generado hasta ahora relativamente pocas reacciones, aunque aparentemente en palabras de los autores revolucionan el concepto cronológico del arte parietal pleistoceno. La única reacción que he encontrado en una búsqueda superficial es el artículo de Robert Bednarik en la revista australiana Rock Art Research. El debate es importantisismo en sí, pero también nos da la oportunidad de aprender para el caso de Iruña Veleia porque en realidad los principios de datación del arte parietal cubierto por carbonato son los mismos que para una inscripción cubierta con carbonato.

Bednarik menciona sus propias experiencias como pionero del metodo que consiste en datar un fragmento de carbonato precipitado por encima de la expresión artística (petroglifo, dibujo con pigmentos) como fecha ante quem (edad mínimo), o en algunos casos donde la expresión artística va por encima de carbonato como fecha post quem (edad máximo):

Precisely the same method [as Pike et al.] was used more than thirty years earlier in Malangine Cave, South Australia, but with certain differences. Firstly, the rock art occurring both below and above a much more substantial calcite skin consisted of petroglyphs rather than paintings (Fig. 1). In the Australian study (Bednarik 1984), the reprecipitated calcite deposit was not ‘thin’, but averaged a thickness of 15 mm, providing very large samples, and it did not have to be removed forcibly, because naturally exfoliating material was amply available (in a quantity of several kilograms). More importantly, these samples were not only subjected to uranium-series assay, but simultaneously also to carbon isotope analysis, specifically for the purpose of testing one method against the other.  (…) The results were that the bulk sample of the entire lamina showed a carbon ratio implying a carbon age of 5550 ± 55 years BP (Hv-10241) whereas the very same speleothem yielded a U-Th result of 28 000 ± 2000 bp. This massive discrepancy remained unexplained, and although there may have been some carbon ‘rejuvenation’, it was assumed that post-depositional mobility of the uranium content was in all probability responsible for much of the difference. The U-Th result was therefore only published much later and reluctantly, essentially just for the record (Bednarik 1997).

La discrepancia entre la fecha radiocarbon y uranio/torio se explica con toda probabilidad por la mobilidad del uranio despues de ser incluido en el carbonato (lo que aparentemente añade años, visto que la proporción de torio aumenta). Por otro lado el carbonato pueda parcialmente disolverse y redepositarse lo que rejuvenece el carbonato a nivel de radiocarbono.

Bednarik reprocha a Pike et al. no haber intentado verificar sus resultados con el ‘tandem’ U/Th – 14C, o otros métodos alternativos.
Apunta también, y aquí entramos en asuntos personales (‘sociología de la ciencia’), que entre los autores se encuentran Alistair W. G. Pike y Paul B. Pettitt*, ambos relacionado con el team de Church Hole, que dató el controvertido arte rupestre de la cueva Creswell Crags en Inglaterra

(ver p.ej.PAUL PETTITT, PAUL BAHN & SERGIO RIPOL PALAEOLITHIC CAVE ART AT CRESWELL CRAGS INEUROPEAN CONTEXT, 2007), supuestamente el único ejemplo de arte rupestre pleistoceno en Gran Bretaña, algo que no parece ser demostrado fidedignamente:

… Pike’s team, here as well as in their preceding similar work in Church Hole, United Kingdom. In their controversial attempt to apply uranium-series analysis at that site (Pike et al. 2005; cf. Pettitt et al. 2007; Bahn and Pettitt 2009) the sampling site was not even related to any rock art, being located some distance from any supposedly final Pleistocene wall markings**. Therefore it remains unclear in what way the Church Hole analyses are relevant to any of that site’s rock art. Moreover, the claims that engraved figures in that cave are of a Palaeolithic tradition range from mistaken iconographic interpretation (Bahn et al. 2003) to the description of about a hundred entirely natural features as rock art (Ripoll et a. 2004). When their unfounded claims, including the contention that the ceiling of this ‘Sistine Chapel’ constitutes the ‘most richly carved and engraved ceiling in the whole of cave art’, were challenged (Bednarik 2005), the Church Hole team responded with personal abuse (Ripoll et al. 2005). Nevertheless, its members did tone down their capricious claims subsequently (but without formally acknowledging that they had been wrong; see Montelle 2008), and the quantity of supposedly Palaeolithic art in Church Hole was quietly reduced by some 90%, and replaced with the equally capricious uranium-series analysis of irrelevant accretionary calcite skin.
Pike and Pettitt are the members of the Church Hole team now proposing a large number of ‘re-datings’ for a series of caves in Spain’s north, and anyone querying them should anticipate an intemperate reaction; this team does not welcome the stating of alternative views.

Otro punto de crítica es que Pike et al. no mencionan la literatura relevante sobre el tema y hacen afirmaciones como ellos eran los primeros en hacerlas aunque otros ya hicieron de manera fundada estas afirmaciones:

It is also essential that their sensationalist claims be presented in the context of an impeccable knowledge of the relevant previous literature, which is this case is sadly lacking. 

Bednarik concluye que los resultados en esencia no son refutados, y pueden ser correctos pero que deben ser verificados con radiocarbono:

Therefore the most recent propositions by Pike et al. are not essentially refuted, and may in fact be correct. However, this is far from established and their work would have benefited greatly from testing the analytical method they used against carbon isotope analysis, as has been done by this author several decades ago.

A esto podemos añadir algunas afirmaciones de Bednarik en una comunicación personal que directamente son válidos para Veleia.
La datación de arte rupestre es un tema complejo y llena de trampas, por ejemplo la ‘rejuvenación’ de carbonatos porosos por posteriores generaciones de depósitos. Entonces se puede suponer que radiocarbono produce edades mínimos, pero más joven que la edad real del primer carbonato.
A veces las edades radiocarbono – uranio/torio coinciden muy bien, a veces no, lo que debe en muchas ocasiones ser atribuido a removilización del uranio, probablemente en sistemas muy húmedos.
Nos quedamos con la necesidad de contrastar una datación con otros métodos:

previous experiences by others suggest that these findings need to be subjected to extensive testing before they should be presented as credible.

*) Prof. Paul Pettitt es conocido en el País Vasco por su informe sobre Praileaitz, donde desaconseja en contra de la opinión de 400 expertos de arte rupestre entre ellos Jean Clottes de proteger la cueva. (ver aquí).
**) Se puede verificar esta afirmación aquí, p. 55.

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