SAMVELEIDA II: ¿Un sacerdote del Sol Invictus en Iruña-Veleia?

Éste es el segundo post dedicado al misterioso personaje de Samuel cuyo nombre aparece en ocho piezas de Iruña-Veleia. En el primero creímos encontrar suficiente documentación epigráfica para plantear la hipótesis de que los hallazgos excepcionales de Lurmen son testimonio claro del ocaso de la declinación latina. En esta ocasión nos centramos más en la figura del tal Samuel, intentando dilucidar su papel en la ciudad romana del norte de Hispania.
SAMVIIL, MARIO / VIILIIIAN JAVN             


SAMVIIL IIISVS NIITO  / VIILIIIAN / PATHIIR PONTIFICII


SAMVEL / SIMONE



Presentamos aquí las fotografías de las piezas en las que Samuel aparece completo y con una sola L (ya que en otra pieza, la nº13362, presenta una geminada LL, evidentemente una errata).

Es llamativo que precisamente la pieza que no fue hallada en la domus ecclesia, sino en el sondeo 29 (la nº 13956), presente la E diferente de los otros casos, en donde la E era la II arcaica de dos barras.

 [Párrafos con asterisco de hipótesis]:

* Parece que existió en Iruña-Veleia un hombre llamado Samuel que tendría un cargo religioso de pat(h)er pontifice y que frecuentaría la domus ecclesia en el sector 6 que, según Lurmen, pudo estar operativa hacia principios del siglo IV como lugar de culto y evangelización en un ámbito doméstico. Quizás era uno de los sacerdotes consagrados al Sol Invictus: recordemos que la religión del Sol Invictus fue establecida como oficial en el año 274 por el emperador Aureliano, quien creó además un cuerpo estatal de sacerdotes para rendirle culto. 

* ¿Por qué consagrado al Sol Invictus precisamente? Porque en el grafito nº 16365 (cara B) leemos la palabra ήλιος (sol) escrita en griego junto a la palabra LAIKI, que se ha interpretado como el adjetivo latino laicus.

* Y en lo que atañe a PATHER PONTIFICII, merece y requiere un apunte. Como observó Idoia Filloy, cuando esta palabra pater aparece referida a un padre espiritual, como en este caso, presenta una sorprendente H que no se lee cuando pater está referido a la pura filiación. Así, en el grafito nº 11267 del sector 5, leemos el texto TVLIVS PATIIR FAMILIAII, única pieza en la que pater está claramente fuera de contexto religioso. Parece existir una intencionalidad en distinguir gráficamente el sentido figurado de pater en expresiones como PATHER PONTIFICII en las piezas nº 13380 y 13374 del sector 6.

En lo que respecta concretamente a PONTIFICII, Ciprés y Santos Yanguas (págs. 33-34) dicen:
“Una de las piezas más problemáticas del sector 6, escrita en latín, es la nº 13380. Se trata de un ladrillo fracturado en varios trozos que casan y permiten reconstruir dos textos. Uno de ellos es el que corresponde a la lectura MARIO CAYO (sic) MAXIMO PONTIFICII. Aunque no es fácil entender el sentido del texto, ni exactamente quién es el personaje aquí mencionado, parece que la frase hace referencia a un tal Marius Caius que habría sido Pontifex Maximus. Desde el punto de vista del latín, el texto plantea problemas que van más allá de la imposible grafía Cayo para este período por no existir como tal en latín. La forma PONTIFICII  nos remite en latín a un ablativo, caso en el que debemos suponer estarían el resto de los términos con él relacionados. Sin embargo, desde un punto de vista lógico no tiene sentido una expresión de este tipo en ablativo sobre este soporte. el segundo texto, también de difícil comprensión, puede arrojar luz sobre esta primera frase. El texto SAMVIIL IIISVS NIITO / VIILIIIAN / PATHER PONTIFICII, similar al que encontramos incompleto en el nº 13374 B también sobre ladrillo (UE 6.076), parece aludir a un individuo denominado SAMVIIL o SAMVIIL IIISVS que debería ser PATHER PONTIFICII. Si la expresión final corresponde al mismo individuo, PONTIFICII como ablativo no tiene ningún sentido, pues debería aparecer como nominativo como Samuel, Iesus y pather. Nos inclinamos a pensar que PONTIFICII debe entenderse como la palabra castellana “pontífice” y que el texto “Mario Cayo Máximo Pontífice” está en esta lengua”.
Debemos manifestar nuestro desacuerdo con los epigrafistas. No creemos que PONTIFICII esté en ablativo. De nuevo comprobamos que los comisionados sólo atienden a razones con el latín clásico, sin tener en cuenta la contextualización cronológica que nos indica que las «reglas» las va a marcar la lengua hablada del latín vulgar. Más bien nos parece estar ante un nominativo -como  Samuel, Iesus y pather– producto de la desintegración de la flexión nominal y por tanto ostentador de una forma nueva y única con desinencia –e, como ha pasado al castellano y a las lenguas romances: pontifice, procedente del acusativo tras haber perdido la –m final.  Ello es coherente con la información que nos dan otras piezas en la misma línea acerca del estado de la declinación en el siglo III (nos referimos a los nominativos terminados en –o). Contestaríamos esto a los epigrafistas y también a Isabel Velázquez (págs. 34-35) cuando dice: 
«(…) Además de pather pontifice, así escrito, donde debería en todo caso haberse leído pater pontifex (…) en el segundo grupo la lectura es igualmente impensable. Vuelve a leer la palabra pontifice, pero ahora en la expresión maximo pontifice: MARIO CAYO / MAXIMO / PONTIFICII. Aparte de que esta secuencia se lee en castellano y no en latín, donde habría que haber esperado Marius Caius maximus pontifex, tiene diversas incongruencias. Si se trata de una persona debería haber sido C.Marius, es decir, Caius Marius, no al revés. Hablar de un maximus pontifex implica un título religioso que después adoptarán los emperadores y que nunca en la titulatura aparece de esta forma. Siembre en abreviatura PONT.MAX. Pero, en cualquier caso, en el orden inverso al que aquí se presenta”.
Demasiado dogmático. Y de nuevo desde el latín clásico. La desinencia –o de nominativo de MARIO CAYO MAXIMO parece responder a la realidad fonética del siglo III, como ya hemos constatado a partir de varias piezas. Y la Y sería posible, como demuestra Héctor Iglesias a propósito precisamente de este nombre. (vid. http://www.amaata.com/2013/03/samveleida-i-ocaso-de-la-declinacion-in.html)

La –e de PONTIFICII es, pues, coherente en realidad con la –o de los nominativos temáticos: *debemos deducir de la generalización del nominativo temático en –o y del atemático en –e que el acusativo ha invadido las posiciones del nominativo en el siglo III. Este hecho, que para Velázquez no habría ocurrido antes de los siglos VI-VII, parece estar ya operativo en el III si los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia son auténticos (de todos modos la pérdida de –m final del acusativo aparece constatada en el Appendix Probi del siglo III d.C.) Por tanto, no estamos de acuerdo en que esta secuencia se lee en castellano y no en latín. Pensamos más bien que este dato podría ser de gran relevancia por las posibilidades de datación que ofrecería para  los estudios de fonética y morfología históricas de la lengua latina, concretamente de la hablada o del latín vulgar.

“Siempre en abreviatura PONT.MAX.”  A esta objeción responde Idoia Filloy (págs. 364-368)adjuntando documentación “nada más y nada menos que literaria, de época romana” -en sus palabras- en la que se demuestra que no es cierto que tuviera que aparecer necesariamente abreviado ni en ese orden tampoco: así, maximum pontificem en Plinio el Joven (LXVIII C. Plinius Traiano Imperatori) y en Tito Livio (Ab Urbe condita, XXVII, VII). Concluye por ello la arqueóloga: “Consideramos que con lo anteriormente expuesto se matizan bastante los problemas planteados por la comisión con respecto a los términos Pather Pontifice y Pontifice maximo que aparecen en los grafitos de Iruña, de forma que su aparición en un contexto de época romana sería totalmente factible”.
Estamos de acuerdo y agradecemos que ello esté claro ya desde el trabajo de Idoia Filloy de modo que ahora podamos avanzar en los comentarios sobre estas piezas sin detenernos en lo que nos parece una preciosa y excepcional obviedad. Sólo anotaremos que parece que existió otra figura de nombre Mario Cayo -y sí, en ese orden, lejos queda ya la Roma clásica y las modas y las costumbres cambian-, que habría desempeñado un papel semejante al de Samuel en la sociedad de la ciudad romana de Iruña-Veleia. 
Decíamos antes de justificar la ortografía del pat(h)er pontifice que éste podría estar consagrado al Sol Invictus, y que basábamos esta conjetura en que en una pieza se lee precisamente la palabra “sol” escrita de un modo muy llamativo. Adjuntamos la fotografía de esa pieza:

                                                   nº 16365: http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:16365


Cara B: NIIV LAIKI / (ηλLOς) NA , / XI VRTII TV, / VIILIIIAN / GORI BISI TA / ES TA


(¿”Yo soy laica -Sol- , tengo 11 años, vivo en Veleia Gori y no es…”) (el texto sigue en la otra cara): 

Cara A: VIILIII NO/VVA, BANA /OSO V POLI / TA, NIIV / RII ATA / ARAINA/ ARRAPA

(…”Veleia Nova, pero muy bonita, mi padre coge peces”)

                                                           Datos estratigráficos: -/-/176;  28/06/2006;  SONDEO 32//32005-C



*Interesante el paréntesis que encierra a la palabra ήλιος , cuya escritura en alfabeto griego precisamente en la palabra en la que aparece no es menos interesante y curiosa: para nosotros, muestra la pretensión de querer subrayar el dios concreto adorado, pretensión que parece clara cuando se ha escogido otro alfabeto para su escritura y además se ha colocado entre paréntesis, de modo semejante a como son empleadas las “comillas” de otros grafitos de índole religiosa, que, como ya se ha visto, eran  utilizadas para calificar de divino o sagrado al icono o a la palabra que acompañan. (http://www.amaata.com/2013/02/las-comillas-de-veleia-con-la-iglesia_25.html)

Isabel Velázquez no parece extrañarse al respecto de los paréntesis, tal vez porque admite la existencia de estos signos en época romana. En efecto, estos signos formaban parte del sistema de numeración romano, como explica Idoia Filloy en su informe (págs 39-42), con la función de expresar la multiplicación de la serie decimal en base 1000: los pares de semicírculos adoptaban función multiplicadora por 10: (I) era igual a 1000, ((I)) era igual a 10000 y así sucesivamente. La arqueóloga aporta además documentación epigráfica en la que se puede observar la presencia de este signo en grafitos pompeyanos, aparentemente acompañando cifras. No es éste el uso que al parecer se le dio en los grafitos veleyenses en los que aparece, pero tampoco sería la primera vez que un signo aparece cumpliendo una función distinta a la estandarizada en los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia. Sin embargo, Joaquín Gorrochategui (pág.10) sí se siente extrañado ante la función que observa en Veleia:

“Otro hecho absolutamente desconocido hasta ahora en la epigrafía latina es la presencia de paréntesis, tal como los conocemos y usamos en la actualidad para encerrar palabras. Hay un epígrafe en el que este uso se aprecia claramente [nº inv. 16365] donde encierra un término mal comprendido, quizá con alguna letra griega; en otros dos epígrafes (nº 16362 y 16363) apreciamos el mismo uso de los signos. Pero el paréntesis es una invención del s-XV, empleándose además en una disposición contraria a la actual, así:  )palabra( “.
En realidad, de los tres grafitos citados por Gorrochategui, sólo para dos reconoce Lurmen que se trate de “paréntesis”, pues en el tercero, el nº 16362, faltaría el segundo paréntesis, observándose sólo un pequeño trazo que más parece una “coma” -a menos que se trate de un paréntesis poco detallado en la incisión-.

Presentamos a continuación las fotografías de las otras dos piezas en las que aparecen los llamados paréntesis:

  (Cara A): NII ELOS (φῶς) / TA (N?)(I?)(I?)(T?)RII/ AMA

   Datos estratigráficos: -/-/118; 20/06/2006; SONDEO 32//32005-A



NIIV IILOSI / (φῶς,(?) ) (?) / NIIBA I(?) , (?)

                                                           Datos estratigráficos: -/-/118; 20/06/2006; SONDEO 32//32005-A


Es significativo que en los tres casos en los que encontramos estos signos -si es que son tres y no dos- éstos acompañen a una palabra escrita en alfabeto griego: ῆλιος, como ya hemos visto y cuya presencia hemos tratado de entender y justificar, y φῶς (luz) en los otros dos casos. 
* En realidad podemos suponer que tanto ῆλιος como φῶς son dos atribuciones del dios adorado a que se hace alusión en estas piezas, que, dado el contexto religioso cristiano en el que aparecen enmarcados, deberíamos identificar con Jesucristo como representación de la luz o la verdad y asimilado al Sol Invictus que el emperador Aureliano estableció como culto oficial en el año 274. De nuevo la escritura en caracteres griegos estaría remarcando la importancia de la palabra sagrada, reforzada por los paréntesis que, como decimos, parecen cumplir una función semejante a la de las “comillas” de otras piezas. La función multiplicadora que poseían en el sistema numérico romano bien pudo influir para que fueran interpretados por algunos como “signos de notación de relevancia del texto por ellos acompañado”. Podemos pensar que la normalización de estos signos no estaba convenientemente fijada y que ambos, “paréntesis” y “comillas”, eran empleados indistintamente con la misma función, de modo que un grabador usaba uno y aquel otro grabador el otro.
Respecto a la φ griega, Gorrochategui dice (pág.11): “Entre los textos en vasco hay unos pocos que presentan alguna palabra griega suelta. (…) Aunque esperaríamos una -s final en forma de c (forma habitual en los grafitos), no podemos concluir su falsedad por esto; ni tampoco por la existencia de ω ni por la del acento circunflejo. Pero la forma de la φ, totalmente abierta tal como aparece en libros y diccionarios modernos como el Vox, no es antigua. Según Wittek, M. (1967), en todos los testimonios antiguos tenemos una φ cerrada: a partir del s. X, y hasta el s.XV, empieza a documentarse un tipo que liga el asta con el círculo, pero sigue siendo cerrada; el tipo de φ abierta, que liga el asta sin haber cerrado el círculo, es, pues, posterior”.
Realmente pensamos que la argumentación del catedrático carece de solidez. El hecho de que no existan testimonios de una φ abierta fuera de Veleia no es un argumento de peso para calificar estas piezas de falsas. Se trata de una mera variación gráfica que bien podía ser practicada de manera informal en la epigrafía doméstica. En cualquier caso, no es comprensible cómo el profesor considera más posible un acento circunflejo en un grafito doméstico que una φ cuyo círculo no se cierra completamente.

Lo más interesante es constatar, como constatamos, el conocimiento del alfabeto griego en Iruña-Veleia, pues ello apoya la tesis defendida en otro lugar de que en ocasiones el o los grabadores confundían las letras griegas y las romanas (así, por ejemplo, en el caso del óstracon nº 11139 en el que leemos -o creemos leer- EYPATHIIS (Éufrates) en griego.
* En definitiva, encontramos en ciertos grafitos datos que nos hacen pensar en un tal Samuel  que ostentaría el cargo de pat(h)er pontifice del Sol Invictus -por ejemplo: sólo es una hipótesis, nótese el asterisco que preside el párrafo- y que astutamente aprovecharía su situación privilegiada para difundir las ideas del cristianismo entre personas que quizás sólo mediante asociaciones a entidades paganas (en este caso el Sol, Helios, dios de culto muy generalizado durante la época y asociado también al dios persa Mithra) podrían acoger los nuevos conceptos. Una asociación fácil para que el monoteísmo echara raíces en las mentes de los más reaccionarios y un recurso que no se les pasó por alto a los misioneros del cristianismo en Veleia como Samuel. Podían inocular en sus oyentes a Jesucristo disfrazándolo de Sol Invictus, narrando con vocabulario pagano que los paganos entendieran bien (apelando al «`pío Eneas´´´, por ejemplo). Y este Samuel, además, que de segundo nombre cargaba con el pesado nombre -¿epíteto?- de Iesus, como se ve en el grafito nº 13380, era además nacido en Veleia, si es que NIITO (neto) equivale a nato (nacido) -con nominativo en –o del latín vulgar del siglo III d.C., como ya estamos comprobando en tantas otras piezas- en la misma pieza nº 13380): c

onsultando en la base epigráfica se encuentran abundantes casos de neto por natus, en muchos lugares del imperio, a veces como en el grafito, independiente, y otras en compuestos en donde significa «nacido de» junto a un antropónimo en composición. Así que pocas dudas deben caber sobre que NIITO se trata de natus, nacido. 

Al lado pone Veleian, aparentemente en caso inesivo con la terminación eusquérica, lo cual es interesantísimo, pues si significara «nacido en Veleia» ello indicaría por un lado que los misioneros -no todos- no acababan de llegar a Veleia, sino que alguno que otro era nativo de Veleia, con el arraigo del cristianismo en la ciudad que ello supone, y por otro lado nos indicaría que la terminación actual del caso NON del euskera era ya existente en el siglo III d.C.

Las palabras IILOSI y ELOS  de los grafitos nº16362 y 16363 que estamos estudiando podrían consistir en simples traducciones -aclaraciones para quien desconociera el alfabeto griego-  de la palabra ῆλιος, con atisbo de dislexia quizás. Estos dos grafitos habrían sido realizados por manos diferentes, ya que la E inicial de la palabra es diferente en cada uno de ellos (E, II), tratándose esto de una variación gráfica que ya conocemos bien a partir de otras piezas veleyenses y que se debería a la ausencia de distinción entre ĕ y ē en cuanto a su pronunciación en el latín del siglo III.

Como hemos visto en el grafito nº 13347, junto a Jahvé y a Júpiter aparece el nombre del dios persa del sol Mithra. ¿Mitraísmo en Iruña-Veleia? Esta religión mistérica estuvo muy difundida en el Imperio romano entre los siglos I y IV d.C. Es posible que su culto llegase a Occidente desde Irán gracias a la difusión del zoroastrismo, del que sería una especie de herejía, introducido probablemente por los legionarios que habían servido a Roma en las fronteras orientales del Imperio, pues las primeras evidencias materiales del culto de Mitra, que datan del año 71 ó 72 de nuestra era, son unas inscripciones hechas por soldados romanos que procedían de la guarnición de Carnuntum, en la provincia de Panonia Superior, y que habrían estado antes en Oriente, en guerra contra los partos y en los disturbios de Jerusalén. 


La lengua utilizada en los rituales era el griego, con algunas fórmulas en persa (seguramente incomprensibles para la mayoría de los fieles), aunque progresivamente se fue introduciendo el latín. Las palabras griegas de los grafitos que estamos tratando podrían ser significativas a este respecto, así como la mención a Mithra en la pieza nº 13347. 

Existen testimonios materiales de la práctica de esta religión en numerosos lugares del antiguo Imperio romano: en Roma y en Ostia, así como en Mauritania, Britania y en las provincias fronterizas a lo largo del río Rin y del Danubio, consistentes en restos de templos, inscripciones y obras de arte que representan al dios u otros aspectos de la religión. Frente a esta relativa abundancia de restos arqueológicos, son muy escasas las referencias en textos clásicos a esta religión que fue declarada ilegal en el año 391 por el emperador Teodosio. Los emperadores del siglo III fueron en general protectores del mitraísmo, porque su estructura fuertemente jerarquizada les servía para reforzar su propio poder. Así, Mitra se convirtió en el símbolo de la autoridad y el triunfo de los emperadores. Desde la época de Cómodo, que se inició en sus misterios, los adeptos del culto procedían de todas las clases sociales.
Según la leyenda, Mithra encontró un toro cuando pastaba en las montañas. Lo agarró por los cuernos y lo montó, y, en un galope salvaje, la bestia lo hizo desmontar. Sin embargo, Mitra siguió aferrado a sus cuernos, y el toro lo arrastró durante mucho tiempo, hasta que el animal quedó exhausto. El dios lo agarró entonces por sus patas traseras, y lo cargó sobre sus hombros. Lo llevó, vivo, soportando muchos padecimientos, hasta su cueva, en donde un cuervo enviado por el Sol le anunció que debía sacrificarlo. De la columna vertebral del toro salió trigo, y vino de su sangre. Su semen, recogido y purificado por la luna, produjo animales útiles para el hombre. Llegaron entonces un perro, que se alimentó del grano, un escorpión, que aferró los testículos del toro con sus pinzas, y una serpiente. Este viaje de Mitra con el toro sobre sus hombros se denomina transitus

 Según David Ulansey (Ulansey, David: The Origins of the Mithraic mysteries : cosmology and salvation in the ancient world. 1989 ), el sacrificio del toro por Mitra simbolizaría este cambio, causado, según los creyentes, por la omnipotencia de su dios. El toro sería el símbolo de la constelación de Tauro: en los comienzos de la astrología en Mesopotamia entre el 4000 y el 2000 a.C., el Sol estaba en Tauro durante el equinoccio de primavera. Debido a la precesión de los equinoccios el Sol está en el equinoccio de primavera en una constelación diferente cada 2.160 años, aproximadamente, por lo que pasó a estar en Aries hacia el año 2000 a. C., marcando el final de la era astrológica de Tauro. En consonancia con los animales que figuran en las imágenes de Mitra Tauróctonos (el perro, la serpiente, el cuervo, el escorpión, el león, la copa y el toro) se interpretan como las constelaciones de Canis Minor, Hydra, Corvus, Escorpio, Leo, Acuario y Tauro, todas ellas en el ecuador celeste durante la era de Tauro. 


Para los fieles, el sacrificio del toro tenía sin duda un carácter salvífico, y la participación en los misterios garantizaba la inmortalidad. En algún momento de la evolución del mitraísmo, se utilizó también el rito del taurobolium o bautismo de los fieles con la sangre de un toro, practicado también por otras religiones orientales. A este respecto es interesante quizás recordar que no lejos de Iruña-Veleia, en Arellano (Navarra), a escasos kilómetros de Estella-Lizarra, en la llamada Villa de las Musas por el mosaico en ella presente, lujosa residencia dedicada a la producción de vino construida entre los siglos I y V d.C., y relacionada con el culto a Cibeles y a su amante Attis -ambos de procedencia oriental, como Mithra-, en el exterior del edificio existe un taurobolium: se trata de un edificio porticado de planta rectangular que se articulaba entorno a un patio, en cuyo centro aparecieron aras grabadas con cabezas de toro. El que en Arellano se practicara el rito del sacrificio mitraico no convierte precisamente en descabellada la hipótesis de que también en Iruña-Veleia existiera una comunidad adoradora de este dios cuyo nombre podemos leer en el grafito nº 13347.

Ahora bien: en esa pieza nº 13347 no sólo aparece el nombre de Mithra, sino también el del dios pagano Júpiter -que, como vimos, en la pieza nº 10771, aparece enmarcado con las “comillas” de santidad- y el de Jahvé. ¿Qué asocia a estos tres dioses? ¿Cómo aunarlos en el contexto criptocristiano de esa domus ecclesia del sector 6 que venimos intuyendo en este estudio, así como con lo señalado acerca del culto al Sol Invictus?

A finales del siglo III se produjo un sincretismo entre la religión mitraica y ciertos otros cultos solares de procedencia oriental, que cristalizaron en esa nueva religión del Sol Invictus. Como ya se ha señalado, dicha religión fue establecida como oficial en el Imperio en el año 274 por el emperador Aureliano, quien erigió en Roma un espléndido templo dedicado a la nueva divinidad cuyo nacimiento se celebraba el 25 de diciembre, coincidiendo aproximadamente con el solsticio e invierno. Atribuía Aureliano a este dios sus victorias en Oriente. Muchos de los senadores de la época profesaron al tiempo el mitraísmo y la religión del Sol Invictus. La competencia del cristianismo, apoyado por Constantino, robó adeptos al mitraísmo, sobre todo porque el mitraísmo excluía a las 

mujeres, que sí tenían derecho a participar en el culto cristiano. Así, el cristianismo desplazó al mitraísmo durante el siglo IV, hasta convertirse en la única religión oficial del Imperio con Teodosio (379-395). Hubo algunos intentos de revitalizar el culto de Mitra por parte de Juliano el Apóstata (361-363) y del usurpador Eugenio (392-394), pero no tuvieron éxito, de modo que el mitraísmo quedó formalmente prohibido desde el año 391, aunque probablemente su práctica clandestina se mantuvo durante algunas décadas.

Como el mitraísmo, el cristianismo era en sus orígenes una secta mistérica, si bien esa característica se fue diluyendo a lo largo de la cristiandad medieval. Ello significa, entre otras cosas, que las verdades que atañían a la fe eran divulgadas mediante la participación en las ceremonias reservadas exclusivamente a los iniciados. El cristianismo sería en su origen una economía de salvación análoga a los cultos de los misterios paganos, frente a los cuales rivalizó durante mucho tiempo para finalmente lograr vencerlos.

Según Alfred Loisy (1), los primeros pensadores cristianos fueron judíos helenizantes que vivían en un mundo pagano, por lo que sus primeras teorías tienen una base teórica judía teñida de rituales propios del paganismo. Considera que el cristianismo es una adaptación de los elementos esenciales de los misterios paganos al monoteísmo judío de esos siglos. Así, Mithra, el joven dios, era hermoso, valiente, puro y enseñaba una moral austera que practicaba él mismo, como Jesucristo. Era un dios salvador y redentor, como Cristo. El banquete ritual de los fieles de Mithra también tenía similitudes con la eucaristía cristiana: la bebida sagrada (según algunos era agua y según otros era vino) que representaba la sangre del toro eran la sustancia del toro místico y divino que era Mithra, y se consumía  junto con la ofrenda del pan durante la cena o eucaristía mítrica, como también el cáliz de vino y el pan simbolizan la sangre y el cuerpo de Cristo. El sacerdote era un iniciado del grado superior, un Padre (¿el pather veleyense?); los atributos del pater —máximo nivel de iniciación en el mitraísmo— eran el gorro frigio, la vara y el anillo, muy similares a la mitra, el báculo y el anillo de los obispos cristianos. Mithra también bautizaba a sus creyentes y prometía la expiación de los pecados por el efecto del baño: sólo en este culto se unía al bautismo la imposición de un signo en la frente, como en la Iglesia cristiana. El culto de Mithra conocía la semana con consagración de los siete días a las siete divinidades planetarias pero a diferencia de los judíos santificaban el día del Sol, el domingo, y no el sábado. El 25 de diciembre (coincidiendo aproximadamente con el solsticio e invierno) se conmemoraba el nacimiento de Mithra, como también posteriormente el de Jesús.

* Parece que, efectivamente, los evangelizadores de Iruña-Veleia se apropiaban de creencias paganas arraigadas en los adoradores de dioses para infundir la nueva fe monoteísta acorde a la figura de Jesucristo, y se valían del recurso de la asociación o traducción, podríamos llamarlo, de unos nombres a otros: este hecho sería el reflejado en la pieza nº 13347, la cual comparten Jahvé, Júpiter y Mithra -asociado al Sol Invictus-.

Una vez planteada la personalidad de Samuel, añadiremos para finalizar este post una nota acerca del texto en euskera de este grafito bilingüe que Velázquez elude cuando dice: “Sin entrar a valorar las palabras en euskera (…)”.


Esas palabras son ATARII IZAN. 

Parece que nos encontramos ante un caso de bilingüismo, lo cual hace de este grafito un interesante documento. ATARII IZAN parece corresponder al euskera moderno aitaren izenean, “en el nombre del padre”. La desinencia Noren? del genitivo eusquérico estaría ya presente en Veleia, pues, en el siglo III d.C. en la forma –re.


Por su parte, la palabra actual izen (“nombre”) parece presentar un cambio vocálico -también podría tratarse de una pura variedad local- desde izan, que en este caso carece de desinencia de locativo o inesivo (-ean), aunque ello podría deberse simplemente a una traducción inexacta de la fórmula latina, de modo que el calco en euskera rezaría “nombre del padre”.

No hay por qué pensar en principio que la desinencia de inesivo (-an, -ean) no existiera en el siglo III, existiendo por el contrario la de genitivo –ren (-RII en el grafito), dado que existen otros óstraca en los que sí parece apreciarse la desinencia del inesivo: seis en donde la lectura es segura, y tal vez otro más: se trata de los números  15921, 13369, 16365, 16364, 16366, 13380, 13374 en donde aparece la forma VELEIAN (VIILIIIAN, siempre con la E arcaica o de dos barras).

Éstos son los grafitos en los que podría estar presente el inesivo Veleian (aparte de los ya adjuntados 13369, 16365 y 13380):

                                                            nº 15921: http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:15921

VIILII / IAN OSO / LAGVN , / MARCVS / N  
  Datos estratigráficos: -/-/124; 22/06/2006; SONDEO 32//32005-C

                                                           


                                                            nº 16364: http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:16364

 NIIV VIILIIIAN/ GORI BISI NA,

  Datos estratigráficos:  -/-/176; 28/06/2006; SONDEO 32//32005-C

                                                           


NIIV LAIKII TA / VIIL[IIIA]N GORI

  Datos estratigráficos: -/-/176; 28/06/2006; SONDEO 32//32005-C

                                                          

SAMV / VIILIII / ATHII / PON(T?)
  Datos estratigráficos: -/-/283; 04/05/2005; SECTOR 6/8/6076

                                                       
En este último grafito la palabra Veleia aparecería cortada (VIILIII-) así como también estarían incompletas Samuel, pather y pontifice.

En este punto es pertinente añadir que en el altar encontrado por el nuevo equipo de arqueólogos de Iruña-Veleia aparece la forma VELEIAN que podría presentar asimismo esa forma de inesivo-locativo, al igual que los grafitos dados por falsos por la comisión de la que formaba parte el director actual y responsable del hallazgo del que hablamos, aunque la polémica acerca de la correcta lectura permanece abierta, habiéndose leído por los falsistas como veleianorum en genitivo plural, cuando sería la primera vez que este gentilicio aparece documentado en esta forma veleianus, siendo veleiensis el gentilicio conocido y esperado. 

(http://www.amaata.com/2013/02/descubren-en-iruna-veleia-una.html)


En efecto, tal y como Juan Martin Elexpuru ha señalado en un post al respecto (http://www.amaata.com/2013/03/hiru-aldiz-veleia-novva-lau-veleia-gori.html), el gentilicio veleiensis está documentado dos veces: la primera, en la Naturalis Historia de Plinio el Viejo (III, 26): “In Cluniensen conventum Varduli ducunt populos XIIII, ex quibus Alabanenses tantum nominare libeat. Turmogidi IIII, ex quibus Segisamonenses et Segisamaiulienses. in eundem conventum Carietes et Vennenses V covitatibus vadunt, quarum sunt VeliensesEn este enlace dedicado a los pasajes de Plinio dedicados a estos pueblos que habitaban la península ibérica se identifica a los Velienses con los habitantes de Tres Puentes y Villodas, los pueblos próximos a Iruña-Veleia


La otra aparición, también localizada por Elexpuru, se da en una lápida procedente de Celanova (Coeliobriga), Orense, de al parecer un veleyense que murió en Galicia, que reza: M(arcus) Licinius / Veleiensis / Laribus / Gumelaecu[is] v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito. (No. de registro 12412 / HEp 2, 1990, 527 (Hispania Epigraphica)


Otra traducción que se ha sugerido es la de un genitivo singular Veleiae acompañando a rei publicae (“de la res publica de Veleia”).


Así, estaría ampliamente documentado (ocho veces si en el altar la desinencia -an corresponde a un inesivo) en Iruña-Veleia el caso locativo (inesivo) que al parecer falta -como decimos, por motivos que desconocemos o por simple traducción inexacta de la fórmula latina- al texto  ATARII IZAN. 

He aquí la fotografía del ara:

(E)UCA(R). / (P)VS.R.P / V.ELEIAN / SER / MATRI / DEAE / DEDI(C)AVIT (Eucar./pus rei publicae v.eleianorum/-ae seruus Matri Deae dedicauit: “Eucarpus, esclavo de la res publica de los veleiani -o veleiana-, lo dedicó a la Diosa Madre”).


Hasta aquí las elucubraciones. Conversaciones al respecto bienvenidas.

(1) 


Entre 1913 y 1914 el sacerdote, padre, teólogo católico, filósofo e historiador francés Alfred Loisy publicó esta hipótesis en la Revue d’histoire et de Littérature religieuses. En 1919 la editó en formato de libro con el nombre de Los misterios paganos y el misterio cristiano. Estas cuestiones ya habían sido planteadas por R. Reitzenstein en su libro Die hellenistischen Mysterierreligionen (Leipzig, Teubner, 1820) y el tema se había debatido en el Congreso de historia de la religiones reunido en Leyden en septiembre de 1912.















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