Existen dos piezas entre los hallazgos excepcionales de Iruña-Veleia que han sido consideradas «árboles genealógicos» por la comisión científica que estudió el conjunto de grafitos y que los dio por falsos. Se trata de los óstraca con los números 12046 y 12099. Sin pretender afirmar con rotundidad que efectivamente sean esquemas familiares (que no árboles), asunto que preferimos dejar en manos de la discusión científica, en este post aceptaremos esa interpretación con el objetivo de intentar extraer información sobre ciertos habitantes del oppidum caristio-romano.
Éstas son las dos piezas en cuestión:
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(sector 5): DALIA – RIAMO ET DEIDRE II
DALIA DA DEIDRE RIAMO DEMI RIIA
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(sector 5): TITO-PAVLA (DALIA sobre el vientre de PAVLA) – CIIACILIA-VICT IA IDIA PAV VI
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La catedrática de filología latina Isabel Velázquez ve inconvenientes a la autenticidad de estas piezas que entiende como árboles genealógicos y esos inconvenientes son generados al parecer por el hecho de ser precisamente-para ella- árboles:
“Por otra parte y, vinculado tanto a aspectos epigráficos como iconográficos, resulta sorprendente, anómalo y un claro anacronismo, la presencia de árboles genealógicos descendentes, representados de forma esquematizada y con signos como líneas horizontales y verticales para marcar grados de parentesco. Los árboles genealógicos se desarrollan a partir de los llamados en sentido amplio “árboles de la vida”, presentes en manuscritos medievales, en los que se dibuja un árbol donde se representan las imágenes de la(s) persona(s) primeras de las que se quiere hacer derivar a los sucesores, en la raíz de los árboles, surgiendo del tronco y de las diferentes ramas, las generaciones sucesivas, representando en sus extremos las efigies de los sucesores. Con el tiempo y ya en la Baja Edad Media se sustituirán estas imágenes dejando las cartelas con los nombres. La utilización de árboles genealógicos descendentes deriva de estos (sic) y es posterior. En cualquier caso el paso a la esquematización de los mismos por medio de simples líneas, con o sin representación iconográfica, presupone un uso habitual y una derivación de los árboles genealógicos medievales. Al margen de ello, resultan poco o nada creíbles las representaciones iconográficas de los personajes en ellos representados”.
Ahá. Didáctico.
Lo que no se entiende, en principio, es por qué se empeña Velázquez en hablar de «árboles genealógicos” cuando no existe en ningún grafito susceptible de ser interpretado cono esquema familiar ningún árbol o algo que se le parezca. De existir algo semejante al concepto de un árbol genealógico (id est, una suerte de stemma), esto no tendría nada que ver con la representación gráfica o pictórica concreta de un árbol, al contrario que los árboles con raíces y ramas de los que habla Velázquez en el párrafo arriba citado.
De todos modos, si el problema estriba en que considerar la visión de las generaciones como ramas que surgen de un mismo tronco y de unas mismas raíces es anacrónico por ser ésta una metáfora visual de época medieval, debemos decir que por mucho que el árbol imaginario no fuera dibujado en la Antigüedad -cosa que ignoramos: el que no conservemos ninguno no significa que no haya sido nunca realizado- ello no significa que en la imaginación de los antiguos no existiera una asociación tal. De hecho, en la Ilíada, ya en los albores de la literatura occidental, Homero emplea esa existencialista y genealógica imagen:
«Cual la generación de las hojas , tal la de los hombres.
Las hojas las esparce por tierra el viento,
otras, sin embargo, el bosque
reverdeciente genera y llega la primavera;
así la generación de los hombres que nace y que perece.»
Homero, Ilíada 6.146- 149
(…)
«Gu sortu ginen enbor beretik
sortuko dira besteak
borroka hortan iraungo duten
zuhaitz ardaxka gazteak».
(…)
Del mismo modo, cuando la catedrática dice que el paso a la esquematización de los mismos por medio de simples líneas, con o sin representación iconográfica, presupone un uso habitual y una derivación de los árboles genealógicos medievales, entendemos que está incurriendo en el mismo prejuicio: está dando por sentado que la estructura está diseñada desde su origen como un árbol y que posteriormente ha sido esquematizada y concretada por simples líneas. De nuevo llamamos la atención sobre esta especie de fijación por encontrar el dibujo de un árbol donde ni lo hay ni tiene por qué haberlo, ya que, como la misma Velázquez escribe, los árboles genealógicos entendidos como tales -como árboles- son una creación posterior, al parecer medieval. Si ha habido una influencia en alguna dirección entre los stemmata familiares y los árboles genealógicos medievales, ésta ha debido ser desde el pasado hasta el futuro, no cabe duda, ni científica ni de ningún otro tipo (otra cosa es la física cuántica y tal). De modo que el uso de simples líneas uniendo nombres no será una esquematización de nada previo, sino el método empleado ab initio para crear el efecto de unión o relación. Es un procedimiento muy básico, simple y lógico: un buen ejemplo de cómo muy a menudo lo más plausible de hacer es lo más sencillo de idear. Desde luego, pensar en árboles como tales y pretender buscarlos en los grafitos de Iruña-Veleia nos parece buscarle tres pies al gato, sobre todo si es la existencia del inexistente árbol lo que se toma como argumento en contra de la autenticidad de las piezas en las que se quiere ver ese invisible árbol.
Tampoco se entiende qué quiere decir Isabel Velázquez con las palabras “resultan poco o nada creíbles las representaciones iconográficas de los personajes en ellos representados”. ¿Por qué son poco o nada creíbles esas personas del grafito?
¿Cuáles son, en fin, esas piezas en las que Velázquez quiere encontrar árboles? Son las dos cuyas fotografías hemos colocado al inicio de este post:
“Pueden citarse algunas como la pieza nº 12046 (sector 5, cerámica común), la nº 12099 (sector 5, TSH), aquí reproducida (fig.20) y otras”.
Para Isabel Velázquez, habría más piezas en las que aparentemente se habría grabado un stemma, pero no cita sus números (“Pueden citarse algunas como la pieza nº 12046, la nº 12099 y otras”), de modo que no sabemos a qué piezas se refiere, y no tenemos constancia de que existan más catalogadas en ese sentido.
La comisión científica considera, en fin, falsos estos dos óstraca por no existir el concepto de árbol genealógico como tal antes de la Edad Media:
“En nº 12099 aparece [Deidre] como elemento de un árbol genealógico con indicación numeral II (…)” (Joaquín Gorrochategui, pág. 27)
”Con esta representación se nos sugiere, obviamente, la descripción de un árbol familiar en el que se recogerían los padres, aunque no sin problemas de interpretación, y su descendencia (…)” (Julio Núñez, págs. 23-24)
“Se localizan varios ejemplos de lo que podríamos llamar el stemma familiar de distintas personas, más que el árbol genealógico propiamente dicho, que aparece en una época más tardía (…) Básicamente se trata de la representación de una serie de individuos, generalmente los progenitores y sus descendientes directos (padres e hijos) unidos mediante líneas y debajo de los cuales se ha grabado su nombre (…) Junto a los problemas de carácter iconográfico que estas piezas plantean, analizados en otro informe, llama la atención este tipo de representación sobre un pequeño fragmento de cerámica.” (Ciprés / Santos Yanguas, págs. 47-48)
Y, por supuesto, la misma Isabel Velázquez, cuyas palabras al respecto ya hemos citado más arriba.
Como ella, también Julio Núñez denuncia la extrañeza de algo sin explicar en qué consiste concretamente tal extrañeza -extrañeza que por nuestra parte no encontramos en la pieza-: “Con esta representación se nos sugiere, obviamente, la descripción de un árbol familiar en el que se recogerían los padres, aunque no sin problemas de interpretación, y su descendencia”. ¿A qué problemas de interpretación se refiere Núñez? Y parece que Ciprés y Santos Yanguas son de la misma opinión: “Junto a los problemas de carácter iconográfico que estas piezas plantean (…)”. ¿Qué problemas iconográficos? Realmente no sabemos a qué se refieren los comisionados, ya que no se explican bien.
Curiosamente, al contrario que Joaquín Gorrochategui, Isabel Velázquez y Julio Núñez, Ciprés y Santos Yanguas se cuidan mucho de llamar “árbol genealógico” a lo que no lo es: “se localizan varios ejemplos de lo que podríamos llamar el stemma familiar de distintas personas, más que el árbol genealógico propiamente dicho, que aparece en una época más tardía”. En efecto, no hay ningún árbol representado en la pieza, sino un stemma (quizás). Desconocemos el motivo por el que los dos epigrafistas consideran que el grabar un stemma familiar en un pedazo de cerámica es algo poco probable -eso se entiende de sus palabras-: “llama la atención este tipo de representación sobre un pequeño fragmento de cerámica”. ¿Sobre qué soporte sería más natural para ellos? (respondan sin descontextualizar: no se trata de un stemma oficial merecedor de ser exhibido con orgullo de gens en el tablinum de la domus o en el atrium o en el peristylum: se trata de epigrafía doméstica, de un óstracon, esto es, de material desechado reciclado, de un esquema familiar informal realizado no se sabe por quién ni por qué ni para qué, pero sí con qué intenciones de cara a la posteridad, al menos: presumiblemente el grabador no pretendía que su pequeña obra de arte familiar trascendiera a través de los siglos de modo que en el siglo XXI fuera expuesta en un museo arqueológico como ejemplo de arte veleyense de época romana).
En su informe, estos dos epigrafistas describen los stemmata familiares:
“Las fuentes nos hablan de la existencia en la Antigüedad de stemmata familiares, consistentes en una especie de cuadro genealógico expuesto en el atrium o en la pars prima aedium de las grandes casas de la nobilitas romana. En él estaban representadas las imágenes (posiblemente imagines pictae) y los nombres de los ancestros más destacados unidos por unas bandas (stemmata), que definían la recíproca posición en el interior de la genealogía. Esta práctica vinculada a las familias nobles romanas presenta cierta analogía con el ius imaginum, es decir, con el privilegio de conservar (en armaria) los retratos fúnebres de los antepasados que habían alcanzado dignidades particulares para exhibirlos durante determinadas ceremonias. Imagines y stemmata constituían dos signos identitarios de la nobilitas, que no solo cumplían la función de recordar permanentemente las hazañas de los antepasados a los miembros de la familia (cuya obligación era emularlos), sino también a todos aquellos que visitaban la casa, incluidos los libertos. Algunos consideran que estos stemmata ayudaban a establecer la cronología relativa de las imagines que se guardaban en los armaria, sirviendo para ordenarlas unas respecto de otras. No parece que sea éste el contexto que reflejan estas miniaturas, en las que, como hemos señalado, hay razones iconográficas (vid. informe correspondiente) y lingüísticas para poner en duda su antigüedad.”
Muy didáctico también este párrafo de Ciprés y Santos Yanguas. Nos interesa porque demuestra que aceptan la existencia de estos stemmata en la Antigüedad.
Y, más adelante (pág.56), en el apartado de conclusiones, de nuevo vuelven a los stemmata, aunque en esta ocasión empleando la denominación impropia de “árboles genealógicos”:
“Resulta llamativa la representación gráfica de las relaciones familiares (padres e hijos) mediante el dibujo sobre un fragmento de cerámica de cada personaje con su nombre suscrito unidos por líneas como si se tratara de árboles genealógicos no documentados en la Antigüëdad. Como hemos visto en época romana se documenta el uso de stemmata como una práctica destinada a reforzar la identidad social de los nobiles, en un contexto que no tiene ninguna relación con el que encontramos en los grafitos.”
¿Qué contexto es ése de los grafitos de Iruña-Veleia? Porque evidentemente no es el de los stemmata exhibidos en la pars prima aedium de las grandes casas de la nobilitas romana de los que hablan los dos epigrafistas de la comisión, pues los hallazgos de Lurmen se clasifican como epigrafía doméstica y espontánea, realizada en el reciclaje de piezas de cerámica rota.
Si se tratara de stemmata familiares -y bien lo parece-, éstos habrían sido realizados en un contexto informal e improvisadamente sin ninguna intención de trascendencia de ningún tipo. Desde luego, no fueron diseñados para el lararium de la domus. Pudo ser el entretenimiento de algún niño o niña que dibuja a su familia por puro divertimento: a la mayoría de los niños les gusta dibujar a su familia y escribir sus nombres junto a las personas dibujadas, a veces con apellidos incluidos y repitiéndolos cada vez (siendo siempre los mismos). Son simplemente cosas de niños.
Si se tratara de stemmata familiares, conozcamos a esas familias veleyenses.
12046
Paula está casada con Tito y Caecilia a su vez con Víctor. Víctor y Caecilia tendrían tres hijos cuyos nombres fragmentados podrían ser Lidia, Paula y Víctor respectivamente de izquierda a derecha. Paula se llamaría como su tía y Víctor como su padre. Muy actual, dirá alguno, demasiado: nihil novum sub sole: los hijos romanos solían llamarse como sus padres.
Una línea une a Caecilia y a Paula, por lo que podrían ser hermanas. Que Paula sea la madre de Caecilia parece menos verosímil, ya que Paula lleva inciso en su vientre el nombre DALIA, dando a entender que espera y quiere una hija. Mediante el simple recurso de la línea el grabador habría unido a las personas según su consanguinidad y relación jurídica.
Otra pareja más aparece en el grafito, cuyos nombres desconocemos. Dado que tienen apariencia de ser jóvenes y que penden de sendas líneas verticales que parten de Paula y Caecilia, se podría interpretar esa pareja como las mismas Paula y Caecilia cuando eran pequeñas queriéndose significar que son hermanas: ellas serían algo así como las protagonistas del stemma.
También podría entenderse que es otra pareja cercana a quien realizó el grafito y que no guardaba relación de consanguinidad con ninguno de los otros personajes representados, al no haber ninguna línea uniéndolos a los demás a no ser a ellas mismas. En ese caso, la -A que se deja ver junto al personaje de la derecha no correspondería a Caecilia niña (Caecilia, y no Paula, por mera cuestión de proximidad en el soporte grafiado) sino a otro personaje femenino que desconocemos.
Víctor padre y Víctor hijo aparecen también en la pieza nº 12043:
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(sector 5): VICTOR PATHER / VICTOR FILIO
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Víctor hijo aparece junto a un barco. ¿Le gustaban los barcos? ¿Era marinero? ¿Viviría en Oiasso?
Víctor padre era tal vez misionero, un padre espiritual: no leemos pater, sino pather. Según Idoia Filloy (págs. 363-364), la palabra pather con H intercalada aparece asociada a contextos religiosos, mientras que la única vez que se documenta pater es en la expresión pater familiae (pater familias), en donde obviamente se refiere a la acepción biológica.
¿Es Lidia, su hija mayor (¿o Libia?), la que aparece en la pieza nº 12098?:
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(sector 5): DIANA PIITRONIO MARCO LIDIA o LIBIA (?)
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También es mencionada (LIBIA, esta vez sin duda) en el enigmático reverso de la misma pieza:
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7 ¿8, con la primera de la línea de abajo? ¿lazadas? + PIIT (o, más improbable, RIIT) 7 (¿6?) lazadas + MARC CVS + 4 lazadas + LIBIA + 1 Lazada 5 lazadas + NIICIO + ¿lazadas? (al menos 1)
TRONIO + 5 lazadas + DI (El final de la primera línea enlazaría con el principio de la última, componiendo el nombre PIITRONIO)
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Quizás este grafito es uno de esos otros que Velázquez considera también árboles genealógicos sin citar sus números de referencia. Pero en este grafito las figuras representadas no aparecen unidas mediante líneas, como en los otros dos casos vistos, y están en cambio caracterizadas mediante algún atributo más fácilmente o más difícilmente identificable. Podría tratarse de un simple dibujo en el que constan las personas importantes de la vida para un niño como el que realizan todos los niños del mundo en algún momento de su infancia.
Si Lidia y Libia son la misma persona, entonces las dos figuras grafiadas junto a ella podrían ser sus dos hermanos pequeños Paula y Víctor, que ya conocemos gracias a la pieza nº 12046, aunque Paula parece demasiado pequeña en comparación a la Paula de la pieza nº 12046. El que los nombres de esas dos pequeñas criaturas junto a Libia no aparezcan podría indicar que para quien realizó el grafito se quedaban fuera de juego o interés por ser demasiado pequeños, y que Lidia / Libia, Marco, Petronio y Diana tendrían aproximadamente la misma edad.
La pieza nº 12046, empero, no ofrece una lectura totalmente segura de LIDIA, ni tampoco la cara A de la nº 12098 -que sí parece ofrecer LIBIA-, mientras que la cara B de esta última ofrece a la vista un claro LIBIA, por lo que habría que pensar que o bien se trata de una errata y sólo había una niña llamada LIDIA o LIBIA, o bien LIBIA y LIDIA son dos niñas distintas, opción más verosímil dado que en la misma pieza parece leerse dos veces LIBIA y en otra diferente LIDIA.
Por cierto, Lidia es según Julio Núñez un nombre inexistente en el mundo romano.
Publicación: CIL 06, 12381 EDCS-ID: EDCS-14800595
Provincia: Roma Lugar: Roma
D(is) M(anibus) / Arrius Vale(n)s / fecit Lidiae / Iust(a)e con(iugi) / bene merenti
Está documentado epigráficamente. Julio Núñez está equivocado.
Si Lidia no es Libia, y en este grafito tenemos a Libia, entonces las dos figuras representadas junto a ella no son Paula y Víctor. ¿Tenía Libia también -como Lidia- dos hermanos pequeños? De todos modos, de ser así, eran quizás demasiado pequeños como para que el grabador los tuviera en consideración, pues no escribió sus nombres (…)
DIANA, PIITRONIO, NIICIO y MARCO son personajes nuevos que acaban de entrar en escena de la mano de Libia. En la cara A de la pieza nº 12098, Diana sujeta algo con su mano izquierda. Petronio parece asir un burro -según Lurmen-. También según Lurmen, Marco está segando con una hoz. En el grafito aparece una quinta persona anónima que también levanta algo en su mano izquierda: ¿Necio, quien figura junto al resto en la cara B de la pieza?
Diana como mortal sólo está presente en esta pieza nº 12098. El nombre se lee en otras dos piezas, pero en ellas hace referencia a la diosa (números 11530 y 11429). Poco, pues, podemos saber sobre ella. Tal vez sólo que pudo ser la madre de Marco y Libia, si la pieza muestra un stemma familiar, o una amiga suya.
Petronio aparece sólo en dos ocasiones y lo hace en las dos caras de la pieza que hemos adjuntado más arriba. Podría ser el padre de Marco y Libia y esposo de Diana, o bien un amigo de ellos a quien le gustaban los burros o quien tenía un burro (¿o un caballo?).
Marco, o Marcus -más elegantemente, en latín clásico- da más guerra. Para empezar, si el Marco de la pieza que estamos comentando y el Marcus de la número 10999 son el mismo Marco -en latín vulgar veleyense del siglo III-, entonces el grafito nº 12098 no sería un stemma familiar, porque Marco (o Marcus) no sería hijo de Petronio, sino de Marco:
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(sector 5): MARCVS MARCI FILIO
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Evidentemente, podría tratarse de otro Marcus, pero ambos grafitos proceden de la misma unidad estratigráfica, por lo que la posibilidad de que contengan la misma persona existe.
Si Marco es el mismo Marcus hijo de Marco, Petronio y Diana serían ¿amigos? de Marco y Libia y no sus padres.
En este grafito realizado sobre hueso también aparece Marco junto a Libia:
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(sector 12): (L?)VCIO / MARCO / LI(B?)IA
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El que Libia y Marco también aparezcan juntos en este hueso podría indicar que efectivamente se trata de hermanos, como debiéramos entender si es que en el grafito se dibujó una familia, o bien que eran amigos o pareja. La tercera persona aquí inscrita (¿Lucio?) bien podría ser la persona anónima del grafito nº 12098, que parece masculina. Si lo representado en 12098 es una familia, Lucio sería el tercer hijo, que por algún motivo no fue nombrado en dicha pieza y sí en este hueso junto a sus dos hermanos. Dado que la lectura de Lucio es dudosa, tal vez se trate de NIICIO, a quien encontramos en compañía de Marco y Libia en la pieza nº 12098.
Somos muy conscientes de que la identificación del Marco de un grafito con el Marco de otro conlleva infinitos riesgos de caer en la más grande falacidad y sabemos que eso difícilmente podría ser tolerado por la ciencia; no obstante, el que pese a en sectores diferentes aparezcan juntos Marco y Libia en grafitos diferentes no parece ser un detalle tan insignificantemente azaroso como para pasar por alto la posibilidad de que contengan la misma persona.
Aparecería Marco también en este grafito del sector 5:
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(sector 5): LIIONIDA / MARCO
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Marco estaría jugando a jeroglíficos egipcios con un tal Leonida (si es que no fue Marco quien escribió este nombre por cualquier motivo, por ejemplo, porque admirara al protagonista de la película 300, que no habría visto en el cine como tampoco habría leído el cómic de Frank Miller, pero cuya historia sí conocería bien) con la transcripción -seria o no- de nombres a escritura pictográfica. Según Ulrike Fritz (pág. 3), quien realizó un informe relativo a los caracteres egipcios de algunos grafitos veleyenses, no puede leerse nada coherente en éstos a partir de la traducción que se podría hacer a los signos semejantes a los Gardiner jeroglíficos:
«The hieroglyphs on the pottery fragments from Iruña-Veleia can be identified as Gardiner- signs, and for later times (the Graeco-Roman period) also as signs from the “Hieroglyphica” but at the first sight there’s no sentence or possible Egyptian name, which can be read»
De la misma unidad estratigráfica 51144 se extrajo esta joyita firmada por un tal Marcu:
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(sector 5): MARCV / TISII
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Podría haberlo dibujado Marco (¿firmó como Marcus, en latín elegante clásico, en nominativus, porque estaba orgulloso de su obra de arte?) o pudo haberlo dibujado Tise o cualquier otra persona.
Tise, para Julio Núñez, es también un nombre imposible en época romana. Sin embargo, Idoia Filloy (págs. 72-73) contestó a Núñez con documentación epigráfica:
Publicación: CIL 05, 06337 EDCS-ID: EDCS-05101495
Provincia: Transpadana / Regio XI Lugar: Milano / Mediolanum
]tiseo[3] / [3]run[3] / [3 Kal]endis I[
Publicación: ICUR-05, 13132 EDCS-ID: EDCS-33100949
Provincia: Roma Lugar: Roma
Domu(m) aeternale(m) Tisei et Bonifati(a)e / hi(c) so(nt(?)
Como dijo Antonio Rodríguez Colmenero en su conferencia del I congreso internacional sobre Iruña-Veleia organizado por Euskararen Jatorria en noviembre de 2012, este Marcus era un fenómeno: dibujaba muy bien, sabía cambiar de registro caligráfico cuando le venía en gana o le parecía oportuno, jugueteaba con el egipcio jeroglífico, era segador, tenía amigos vascos… (?)
Todo un personaje querido en Iruña-Veleia, ¿VELEIAN OSO LAGVN MARCVS? La cronología de las piezas halladas en la UE 32005-C del sondeo 32 dataría esta inscripción en euskera en la época romana altoimperial (fines del siglo II-principios del III d.C.), siendo anterior a las que venimos comentando de la UE 51144 del sector 5, de la 2ª mitad del III, por lo que la inclusión de esta fotografía aquí debe ser entendida como una mera pincelada artística con la que despedirnse de los Marcus de Veleia:
(sondeo 32): VIILII / IAN OSO / LAGVN , / MARCVS / N
(“En Veleia muy amigo Marcus”)
12099
Es el momento de pasar al segundo stemma, el de la pieza nº 12099: llama la atención en primer lugar el hecho de que los nombres de esa familia no son romanos, sino célticos en opinión de Héctor Iglesias (págs. 130-141).
Ciprés y Santos Yanguas incluyen los nombres presentes en esta pieza en su lista de nombres inexistentes en la onomástica romana. Ello denota un juicio demasiado somero de la pieza, pues una simple búsqueda en la base de datos epigráfica muestra cómo a lo largo del vasto imperio romano los antropónimos indígenas son abundantísimos: no se considera falso a lo que en territorio romano no sea puramente romano. Sin embargo, parece ser la que han presentado los dos epigrafistas como única prueba que avalaría la falsedad de esta pieza, ya que ellos mismos reconocen la existencia en la Antigüedad de los stemmata familiares, como hemos visto.
El nombre Dalia sí está documentado en epigrafía romana (más profusamente Daedalia, de la que podría ser una variante). También Rea, o “el fluir”, nombre griego de la diosa consorte del dios del tiempo Chronos en la Teogonía de Hesíodo, está documentado en epigrafía romana, y lo mismo debe decirse de Riamo y de Demi, como demuestra Idoia Filloy (pág. 78) aportando la correspondiente documentación epigráfica.
Publicación: CIL 06, 06844 EDCS-ID: EDCS-19300894
Provincia: Roma Lugar: Roma
L(ucia!) Sempronia / Dalia
Publicación: CIL 05, 04966 = InscrIt-10-05, 01205 = D 06712 EDCS-ID: EDCS-05100116
Provincia: Venetia et Histria / Regio X Lugar: Rogno / Camunni
Reae Triumi f(ilio) / sacerdoti / Caesaris / et Ennae Tresi f(iliae) / uxori
Publicación: CAG-01, p 41 EDCS-ID: EDCS-41900856
Provincia: Lugudunensis Lugar: Andert-et-Condon / Ambarri
D(is) M(anibus) / Bellici[3] / vi[3] / OI[3] / POE[3] / RIAMO[3]/vira matri / pientissimo(!) / [3]m ded/[icavit(?)
Publicación: CIL 06, 16982 EDCS-ID: EDCS-12001880
Provincia: Roma Lugar: Roma
D(is) M(anibus) / C(aius) Domitius Zo[simus] / pater et C(aius) Do[mitius] / Zosimus fil(ius) f[(ecerunt) // mensibus VII di[3] / [6] / Demii A[3] / [3]ni et Zoilus con[(iugi) 3] / fecerunt sibi post(e)r(is)q(ue)
Curiosamente el nombre de Dalia se repite en ambos stemmata: hemos visto que la Paula del stemma de la pieza nº 12046 espera a una hija a la que va a llamar Dalia.
Este hecho estimula para buscar una relación entre los personajes de los dos grafitos, y nos preguntamos si la familia de Deidre y la de Caecilia se encontraban de algún modo próximas entre sí (ya sea por vecindad, amistad o cualquier otra relación: el contexto estratigráfico de ambas piezas es el mismo), y el nombre céltico de Dalia podría haber sido inspirado por una familia a la otra, de cultura romana.
En el stemma Dalia y Deidre aparecen unidas por una línea. Ambas parecen estar unidas a Riamo en calidad de cónyuges. Después de Deidre se observa la presencia del numeral II: por eso podemos entender -es una posibilidad- que Deidre es la segunda mujer de Riamo y que Dalia tal vez murió -si no se divorciaron, acción legal reconocida en el derecho romano-Otra posibilidad podría ser la apuntada por Idoia Filloy, según la cual Dalia estaría embarazada de una futura hija a la que llamaría Deidre -recordemos que en el otro stemma también se refleja el nombre de un futuro bebé llamado Dalia sobre el vientre abultado de Paula-. Idoia Filloy propone que el numeral II que acompaña al nombre de Deidre indicaría que es la segunda hija a la que pondrían tal nombre, pues ya tenían una hija llamada así. La repetición de nombres no tendría por qué sorprendernos, pues era una práctica común en las familias romanas, que diferenciaban a las hijas de igual nombre con los cognomina de Maior y Minor. Pero Idoia Filloy va más allá: teniendo en cuenta que la hija Deidre aparece tachada, la arqueóloga propone la hipótesis de que Deidre hubiera muerto, y Deidre II vendría a sustituir su vacío en la familia. Obviamente,
no se sabría si el bebé sería niño o niña, pero la escritura del nombre elegido sobre un vientre embarazado indica cuáles eran las expectativas.
Si Dalia y Deidre fueran ambas mujeres de Riamo, se pensaría que Riamo tuvo con Dalia a Dalia y a Da –Dalia abreviado para distinguirlas entre sí, siendo el hipocorístico un recurso muy habitual en las familias romanas para distinguir a hermanos o hermanas que tenían el mismo nombre- , y a Deidre, Riamo, Demi y Rea con Deidre.
Si Dalia no murió, sino que fue Deidre hija quien lo hizo, siguiendo la propuesta interpretativa de Idoia Filloy, entonces Dalia es la madre de cinco hijos y espera al sexto, a quien desea nacer niña para llamarse Deidre, como su hija muerta.
En cuanto a Riamo y sus otros hijos, encontramos sus nombres en las piezas 12099 (la del stemma), 12111, 12431 y 12049:
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(sector 5): IN VAL / MIIM EX / SVIIMO / RIAMI / RIIA
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Riamo y su hija Rea aparecerían asociados de nuevo en esta pieza en un texto abreviado de difícil interpretación que parece una despedida in memoriam (IN MIIM).
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(sector 5): DALIA / RIA / NIICIO
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No está claro si es Riamo quien aparece en esta pieza (RIA, abreviado) junto a Dalia y Necio o si se trata de Rea con un error de escritura (RIA por RIIA).
Tanto Necio como la persona anónima parecen blandir un bastón. ¿Son los abuelos de la familia? Ello haría de la pieza nº 12098 una tierna escena familiar en la que el abuelo estaría jugando con sus nietos y con los amigos de sus nietos, y de esta pieza un cariñoso retrato de los mayores (padres y abuelos) de quien lo realizara. ¿Imagines maiorum infantiles?
No existe fotografía disponible adscrita a la pieza nº 12431, pero pertenece al mismo contexto estratigráfico que las anteriores (UE 51114, sector 5). Sobre un hueso de bóvido se grabó la bienaventuranza cristiana BIIATI PAVPIIRV / SPIRITV (¿“felices los pobres de espíritu”?, con una forma PAVPIIRV acabada en –u que llama la atención -¿analógica a la de SPIRITV?, ¿forma del latín vulgar que transforma el adjetivo de la tercera declinación pauper, pauperis en uno temático pauperus, -a, -um?)-, y el texto DALIA RIAMO / DIIMI, en donde encontramos de nuevo tres de los nombres adjudicados a tres miembros de esta familia celta. Riamo estaría relacionado, quizás, con el proselitismo cristiano. ¿Sería compañero misionero de Víctor padre?
Relacionadas o no ambas familias de los dos supuestos stemmata familiares, los grafitos que contienen sus nombres han aparecido en el mismo sector 5 del yacimiento y en la misma unidad estratigráfica, así como los que nos han dado a conocer a ese grupo de amigos en torno a un tal Marcus hijo de Marco. Marco, que conocía a Necio. Necio, que conocía a Dalia. Dalia, que conocía a Paula. Paula, que quería llamar Dalia a su hija.
No querríamos terminar este artículo sobre personas veleyenses sin dedicar unos instantes a Necio. La primera vez nos lo encontramos en la cara B de la pieza nº 12098, cuya fotografía adjuntamos ahora nuevamente por considerarlo práctico de cara a la hipótesis que queremos plantear:
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Pieza nº 12098
(sector 5)
7 ¿8, con la primera de la línea de abajo? ¿lazadas? + PIIT (o, más improbable, RIIT) 7 (¿6?) lazadas + MARC CVS + 4 lazadas + LIBIA + 1 Lazada 5 lazadas + NIICIO + ¿lazadas? (al menos 1)
TRONIO + 5 lazadas + DI (El final de la primera línea enlazaría con el principio de la última, componiendo el nombre PIITRONIO)
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Primeramente, obsérvese que en la primera línea las figuras representadas no son lazadas idénticas como en las otras líneas, sino una suerte de imitación de hieroglifos a los que se intenta diferenciar entre sí mediante su posición, concretamente ocho si contamos el primero de la segunda línea, que no es una lazada igual a las siguientes, sino semejante a las anteriores.
*Imaginamos la situación en la que alguien que conoce medianamente la escritura egipcia explica a la cuadrilla formada por Marco, Petronio, Diana, Libia y Necio -presentes en el grafito- el procedimiento a seguir para escribirla. Y dibuja siete signos diferentes diciéndoles que corresponderían a siete letras, luego sería fácilmente adivinable de qué nombre se trataría. Ellos querrían adivinarlo. “¿Es uno de nosotros?”, preguntaría uno de ellos. “Sí”, respondería el grabador. A lo que nuestros amigos contarían con los dedos las letras de sus nombres y finamente se rendirían. Entonces, el grabador, complaciente, les diría: “Mirad, la primera es una P -y la escribiría al lado de los signos-, la segunda es una II (E) -y la escribiría-, la tercera es una T -y la escribiría- y, en este punto, Petronio -concedámoselo- exclamaría: “¡Petronio!”, y el grabador le aplaudiría: “¡Eso es!”, a lo que protestarían los demás mientras Petronio sonreía observando las primeras tres letras de su nombre: “¡Pero Petronio tiene ocho letras!”…; tras un silencio, el grabador contaría los símbolos que había grabado y les respondería: “Tenéis razón. Me faltaba uno”, y lo escribiría en la línea de abajo (siendo ese signo que no es una lazada y que se asemeja a los de la primera línea). “Lo siento”.
*Entonces habría surgido el improvisado juego de que se trataría a continuación: contar letras para adivinar de qué nombre se trata (imaginamos que en un mundo en el que escribir y deletrear es una aventura esporádica no resultaría tan evidente como lo sería para nosotros hoy día). Así, el nuevo grabador, que no sabe egipcio, graba seis lazadas -esta vez idénticas, que equivaldrían a seis signos jeroglíficos: de lo que se trataría sería de contar- y los demás lo adivinan en seguida: MARCVS. Y lo comienza a escribir al lado de las lazadas (MARC-) pero, al no caber, termina en la siguiente línea, repitiendo la C: -CVS (A Marcus le gusta el nominativo antiguo, al parecer).
*El nuevo grabador podría ser Necio, el personaje caracterizado con un bastón en la pieza nº 12111(¿el abuelo?), en la tierna escena imaginaria en la que juega con sus nietos y los amigos de sus nietos. Es un detalle sin importancia, pero le da un illic et tunc a Necio en Veleia.
*El juego sigue: ahora graba cuatro lazadas. Después de pensar y contar, los participantes en el juego vuelven a rendirse. Y el grabador escribe: LIBIA. Ante lo cual, de nuevo las reclamaciones del grupo: “¡Libia tiene cinco letras!”…, y el grabador: ”¡Es cierto! Perdonadme!” y, como queriendo arreglar su error, dibuja la lazada que le faltaba después del grabado de la palabra LIBIA.
*Cinco lazadas. Lo adivinan en seguida: NIICIO. El grabador asiente mientras graba el nombre de Necio al lado de las lazadas. Y la conversación gira hacia otra parte, de modo que el juego se da por terminado. Petronio se queja de que su nombre está incompleto (PIIT-) y los de los demás no, y el grabador, complaciente siempre, lo termina en la última línea mientras el momento del juego se va disolviendo: -TRONIO (obsérvese que tanto en el caso de MARC-CVS como en el de PIIT-TRONIO, en la línea superior se ha comenzado a escribir el nombre y se ha llegado hasta la letra que correspondería al comienzo de las segundas sílabas respectivas; en las líneas inferiores la continuación del nombre incluye la primera consonante de la segunda sílaba que ya había sido escrita y que sin embargo es repetida, entendemos que porque el grabador era consciente de dónde estaba el corte silábico desde el cual pretendía seguir con la incisión del nombre completo).
*Pero el juego no ha terminado. Ya cuando se están poniendo de pie para marcharse, Diana protesta: “Falto yo”.Y, cogiendo el pedazo de cerámica, que se ha quedado abandonado en el suelo, graba cinco lazadas boca abajo, mostrando así su disgusto por no aparecer en el grafito. Los demás se ríen y comienzan a alejarse mientras Diana graba las dos primeras letras de su nombre. Pretendía continuar en la línea siguiente, pero cuando termina con la I arroja el óstracon al suelo y sale corriendo detrás de sus amigos.
Es sólo una reconstrucción imaginaria de la situación en la que pudo ser realizado este grafito que aparentemente podría tratarse de un juego: de ahí los asteriscos reconstructivos al comienzo de cada párrafo. En ningún momento queremos dar la impresión de que creemos entender qué función cumplen las lazadas incisas junto a los nombres. Nuestra intención es abrir el debate que la pieza espera, como todas las demás, cuya autenticidad ha sido cuestionada sin que los argumentos aducidos para demostrar su falsedad sean convincentes o siquiera existentes en lo que se refiere a un buen número de ellas.
Si las piezas fueran auténticas, los personajes que nos miran desde ellas merecerían un debate científico mínimamente serio (cuando no una novela histórica), y no lo que se han encontrado por parte de los vitorianos del siglo XXI.