Tanto el personaje de Samuel, pat(h)er pontifice nacido en Veleia (?) como la información de índole lingüística de los grafitos en los que éste aparece directa o indirectamente merecerían una invocación a la Musa para que ésta inoculara verdad en las especulaciones que es preciso realizar en torno a todo ello. La damos por invocada en hexámetros y entramos en materia sin más dilación. 
 (sector 6):  IIISHV / YAVHII / “FILI”
Datos estratigráficos: Coordinadas: -/-/283; Fecha de inscripción: 04/05/2005; Posición: SECTOR 6/8/6076


“Un ejemplo de esto se refiere a cuya cadena de incongruencias gráficas, fonéticas y morfológicas anula definitivamente la posibilidad de autenticidad de la pieza por anacronismos evidentes- lo constituye otro grafito que pertenece a un conjunto de piezas que plantea problemas específicos por su temática y por los anacronismos inherentes a ella. Me refiero a los nombres bíblicos, pretendidamente transcritos en latín desde el nombre hebreo, a los que me referiré más adelante, en el apartado de lengua. Pero en este apartado cito en concreto un ladrillo del sector 6, nº 13383. Presenta un dibujo esquemático de una especie de edificio y tres figuras a [sic] arrodilladas o en posición de respeto, difícilmente explicables que podrían evocar la adoración de los Reyes Magos, imposible de todo punto en esta época (aunque no puedo aseverar que pueda tener otra interpretación). Debajo se lee:

IIISHV / YAVHII / “FILI”

Además de los errores gráficos insostenibles en la transcripción de Iesus, donde cabría haber esperado, en todo caso, y en razón de ser un nomen sacrum, el mantenimiento de la H con valor de “eta” griega y haberse escrito IHSV<S>, como aparece en ocasiones en textos tardíos y vulgares, incluso de forma redundante IHESVS, no se puede entender la E de dos barras (II) -en esta grafía anacrónica completamente-, y menos la H entre SHV, con valor de h gráfica, por muy vulgarizante que fuese la grafía. YAVHII muestra también incongruencias enormes, ni siquiera como grafía fonética. Es de todo punto imposible que en esta época la Y se utilice como grafía de la palatalización de yod inicial, aunque dicha palatalización se hubiera producido.” (Isabel Velázquez, pág. 14)

Isabel Velázquez ve un edificio donde habría más bien una mesa con el grial encima, e indica la posibilidad de que los tres orantes arrodillados ante ella sean los Reyes Magos -aunque ella misma dice que no está segura-, apuntando la imposibilidad de tal representación. Lurmen, por su parte, se limita a describir la escena de tres orantes arrodillados.

*Con respecto a que IIISHV / YAVHII debería haber sido IHESVS y IAHVII (?) entendemos que el tratarse de palabras hebreas de diferente fonética natural que debían adaptarse al alfabeto romano -no sin ayuda del griego si se requería- en un lugar como Iruña-Veleia, en donde al parecer existía un importante substrato cultural añadido -aludimos a los grafitos escritos en euskera-, conllevó humanísimas faltas de ortografía por doquier, cuyas meras y auténticas evidencias descubrimos en los hallazgos excepcionales de Lurmen. Así, lo que Velázquez contempla con tanta claridad (cabría haber esperado, en todo caso, y en razón de ser un nomen sacrum, el mantenimiento de la H con valor de “eta” griega y haberse escrito IHSV<S>, como aparece en ocasiones en textos tardíos y vulgares, incluso de forma redundante IHESVS) no debía estar tan claro para un habitante de Iruña-Veleia en el siglo III, el cual aun conociendo ambos alfabetos griego y romano dudaría al escribir la eta griega que Velázquez querría, al ser idéntica gráficamente a la hache romana, cuya función es obviamente otra muy diferente a la de representar una ē larga. El representar la ē larga era otro peligro de falta de ortografía para los veleyenses, como hemos visto en varias ocasiones ya (sobre todo porque en el siglo III no la distinguirían de una breve): ¿qué grafía usar? II o E? o aquella otra que se parece a la ibérica? Todos estos hechos tenidos en cuenta invitarían a pensar que se trata sencillamente de faltas de ortografía cometidas en la escritura de palabras extranjeras difíciles de escribir. Errare humanum est.


* Y en lo que atañe a eso de casos de Y palatalizada en YAVHII, y a aquello de Es de todo punto imposible que en esta época la Y se utilice como grafía de la palatalización de yod inicial, aunque dicha palatalización se hubiera producido, propondremos la posibilidad de que la grafía Y no represente necesariamente -o exclusivamente- la palatalización, como quiere la catedrática, sino un intento de captar la yod hebrea mediante una letra que se le asemejara, y ésta podría haber sido la i latina, o la iota griega -como era acostumbrado- como también la ypsilon griega si pensamos que los romanos la confundían (Sylla / Sulla / Sila) con la iota y con la u.

Joaquín Gorrochategui (Dictamen, pág. 21) dice:

“La forma de Iruña es el resultado de una adaptación erudita  que ha trascrito las cuatro letras hebreas (yod-heh-waw-heh) según normas modernas de transliteración y el vocalismo, según los testimonios griegos: Yahweh”. “Esto se aprecia sin ningún género de duda en que los cinco testimonios de Iruña
 anotan la semivocal inicial (que en latín debería ser escrito mediante I) por medio de Y; es decir por una letra griega que solamente podía expresar / ü /”.

 ¿Es cierto que en latín la Y solamente podía expresar /ü/? 


Héctor Iglesias llama la atención sobre estas palabras de Gorrochategui, quien presumiblemente no habría leído la obra del autor Alfonso Traina, cuya cita aporta en otro momento de su informe al explicar la forma CAYO con Y. La cita es: ”La lettre Y a en effet connu durant l’Antiquité plusieurs prononciations: 1. «pronunzia arcaica» [ u ], 2. «pronunzia classica» [ ü ] et enfin 3. «pronunzia volgare» del tardo impero [ i ]”. 

“C’est pourquoi les affirmations de Gorrochategui selon lesquelles la lettre Y «nunca jamás se utilizó en latín para designar una / i / » semblent inexactes.” (Héctor Iglesias, Les inscriptions de Veleia-Iruña, págs. 66, 68.)


Sobre la grafía de CAYO con Y, debe decirse que existe otro caso idéntico documentado, localizado por Idoia Filloy, que demuestra que la Y era utilizada para la notación de la i consonántica y además en este mismo nombre. El dato procede de la base de datos Epigraphick-Datenbank Claus/Slaby EDCS:

Publicación: IRCPacen 00072b         EDCS-ID: EDCS-11901267
Provincia: Lusitania         Lugar: Tavira / Balsa (Faro, Portugal)
S DIP[3] / CAYO
(!)

Por otro lado, junto a los casos de YAVHII existen dos piezas en el conjunto de grafitos excepcionales de Iruña-Veleia en las que se lee el nombre de Jahvé con I, al menos aparentemente: 

 (sector 6): IAVHII / IVPITIIR / MITRAII 


Esta pieza nº 13347 fue encontrada en el sector 6, al igual que las que presentan una Y. Ello haría pensar en principio en una simple falta de ortografía.

Junto a los tres teónimos se observa en este ladrillo una figura ovalada (¿el sol?) con pequeños trazos que salen de ella a modo de rayos solares y semejantes en función -¿o inspiradores de?- a las mal llamadas “comillas” de los grafitos de Veleia. Bajo ella, hay incisa otra figura vertical rematada en una especie de cola de pez (¿el símbolo del cristianismo? en tal caso nos hallaríamos ante una clara asociación entre el cristianismo y el culto al sol). Pero no sólo es interesante el que el nombre del dios judeocristiano aparezca con I, sino también que lo haga acompañado de los dioses paganos Júpiter y Mithra y que aparezca grafiado un sol.

Mithra es el dios del sol de origen persa que adoptó el imperio romano como divinidad de culto importante desde el año 62 a.C. y que compitió con el cristianismo a medida que su número de adeptos se fue extendiendo, ya que ambas sectas prometían la misma salvación post mortem, de modo que alcanzó su máximo apogeo en el siglo III d.C. , antes de ser relegado por los seguidores cada vez más numerosos del cristianismo. Su culto se practicaba en el contexto de una religión o secta mistérica y se organizaba en sociedades secretas, exclusivamente masculinas, de carácter esotérico e iniciático. Las excavaciones iniciadas en 1857 bajo la iglesia de San Clemente de Letrán en Roma mostraron que estaba construida sobre una iglesia paleocristiana del siglo IV, y ésta a su vez sobre un templo dedicado al dios Mithra, lo cual es índice de la asociación que en cierto momento se produjo entre Mithra y Jesucristo. Los mitreos se cuentan por centenares a lo largo y ancho del Imperio romano.

Como se trata en más profundidad en el post llamado SAMVELEIDA II (http://www.amaata.com/2013/04/samveleida-ii-un-sacerdote-del-sol.html), la presencia de Mithra puede ser altamente significativa en el contexto religioso de Iruña-Veleia. Ahora interesa atender al detalle de la grafía de Mithra en esta pieza: MITRAII, en donde la T aparece sin aspiración y paralelamente el final II (-e) no tendría sentido en su contexto desde un punto de vista lingüístico, por lo que podríamos pensar que la intención del grabador fue la de escribir la H del extranjero nombre de Mithra y que al ser muda para él no supo dónde colocar, decidiendo hacerlo al final de la palabra, suposición que apoyaría a su vez la hipótesis de la falta de ortografía relativa a la colocación de la H en los nombres hebreos en los que su posición ha sorprendido a los expertos. 


El porqué de decidir escribir la H al final de la palabra y no en cualquier otra posición podría necesitar una explicación y a la vez ninguna, si se acepta que tal vez el grabador simplemente era consciente de que el nombre de Mithra tiene una h sin saberse muy bien dónde exactamente y que eligió la posición final por puro capricho o bien porque se dio cuenta de que no la había escrito en su lugar correspondiente justo al haber terminado de escribir la palabra. También podemos tratar de buscar alguna justificación y entrar en lodazales interpretativos que no tendrían por qué ser tomados demasiado en serio, y podría ocurrírsenos -elucubrando hasta el límite de la imaginación- que hubiera habido un proceso analógico con la –h final de Suryah, el dios hindú del Sol. ¿Qué motivos habría para que un veleyense conociera el nombre de Suryah? Suponemos que pocos, aunque la asociación entre Suryah y Mithra es una realidad: de hecho, la forma Mithra por Suryah se desarrolló sobre todo en Guyarat, al oeste de la India, en donde el clan de reyes Suryawanshi era conocido como Mithrawanshi kshatriyas. En los Vedas, Suryah es frecuentemente apelado como “el ojo de Mithra, Varuna, y Agni” 

(RV 1.115.1, RV 6.51.1, RV 7.63.1., WYV 4.35, WYV 7.42, WYV 13.46, AV 13.2.35), mientras que en los escritos zoroástricos el Sol es descrito como “el ojo de Ahura Mazda” (recordemos que el zoroastrismo, el maniqueísmo, el mitraísmo y el catarismo están relacionados entre sí, y que las enseñanzas de Zoroastro dejaron su importante huella en la escatología, la soteriología, la angelología y la demonología del judaísmo). ¿Supondría esta hipótesis demasiado nivel de erudición para el grabador del grafito? Tal vez, pero la falta de ortografía lo humanizaría a su vez, o recordaría que en el siglo III las cosas se sabían más de oídas que por verlas escritas o escribirlas.


Curiosamente, existe una pieza en la que el nombre de Jahvé aparece escrito YAVIIII, con cuatro barras que evidentemente no corresponden a dos e arcaicas en lugar de una H y una sola II, sino que más bien hacen pensar en un olvido de la barra horizontal entre las dos primeras barras por parte del grabador. De modo que en el caso de MITRAII también podría pensarse en un descuido en donde II habría de entenderse H -mal colocada, además, al final de la palabra, como se ha comentado-. Esa pieza en donde se lee YAVIIII es la clasificada con el número 13371:


 (sector 6): `YAVIIII´´´/ ZVTAN / IZANA 

Tras este breve excursus dedicado a Mithra retomamos el hilo que nos guiaba a través del problema de la Y alternada con I en el nombre de Jahvé. La otra posible pieza en la que YAVHII aparece escrito con I es la nº 13258, que no procede del sector 6 sino del sector 5, que comprende una gran domus urbana, no pudiéndose afirmar empero que pertenezca al recinto 59 del sector 5 asociado al supuesto paedagogium, pues fue encontrada en el nivel de remoción agrícola-. En ella, como decimos,  se lee el impronunciable nombre con I y no con Y, aunque la lectura no es en absoluto segura, pudiendo tratarse de cifras romanas incisas en variadas direcciones sobre el soporte o de cualquier otra lectura: 


nº 13258 

 (sector 5, UE 5001, nivel de remoción agrícola): ¿IAVVH?


Ello, como decíamos, ha de hacernos pensar en una falta de ortografía en los casos de Y del sector 6 o bien en el ensayo de una nueva aplicación de este grafema para la i consonántica, que, dado que se ensayaba también con la J (como se ha visto en el caso de Jupiter y Julio), se aplicaría no sin incertidumbre. Si las dos versiones IAVVII / YAVHII demostrarían tal incertidumbre, una tercera versión no haría sino apoyar la tesis de la inseguridad acerca de la correcta escritura del dios judeocristiano: pues bien, esa tercera versión existe entre los grafitos de Iruña-Veleia: en esta pieza  perteneciente al sector 6 de la cual adjuntamos la fotografía puede leerse algo como JAVHII -con la última I incompleta y bajo una figura humana alada-:



 (sector 6): JAVHI 
Parece evidente que nos encontramos ante una gran incertidumbre acerca de la correcta grafía del nombre de Jahvé, probablemente motivada no sólo porque el nombre es extranjero, sino también por el cambio fonético al parecer ya en marcha que palatalizaba la i que en Veleia se ensayaba mediante las tres grafías I, Y, J aún sin una norma consensuada. 

En esta pieza nº 13384, además, IAVVII presenta doble V y carece de la H muda, lo cual no hace sino reforzar nuestras sospechas de que la grafía para el innombrable dios judeocristiano era dificultosa para un veleyense. Podría entenderse que la grafía IAVVII es más puramente romana que la de YAVHII, que estaría influenciada por la lengua griega, hecho que se constata de modo especial en los textos de los grafitos del sondeo 32.



De todos modos, que los veleyenses consideraban la Y una letra del alfabeto romano -sirviera ésta sólo para préstamos griegos, como se suele afirmar, o para otras funciones nuevas también- lo prueba el que aparezca precisamente en el alfabeto que nos muestran dos óstraca veleyenses, los números 15542 y 17635 -si bien no existe fotografía disponible de este último por la cara en la que aparece esa Y, por lo que presentamos sólo la fotografía de la primera de ellas-:

 (sondeo 88) 

En este punto es importante llamar la atención sobre el hecho de que la pieza nº 13383 tiene el aspecto de presentar un grabado previo a la cocción sobre un ladrillo claramente de época romana, aparecido en un estrato arqueológico, la UE 6076, de fines del siglo III o principios del IV d.C., en un contexto que en su día fue interpretado como una posible domus ecclesia. Y lo mismo puede decirse sobre otros grafitos sobre ladrillo del mismo contexto -sector 6-, también con YAVHII grabado en ellos, que estarían grabados de forma previa a la cocción. Si se confirmara este hecho con una simple inspección visual, e independientemente de otras pruebas analíticas que se pudieran hacer, obtendríamos una certificación de la cronología romana de un grafito que contiene YAVHII y IIISHV. Y para la notación de la i consonántica estaría documentada en una inscripción romana de finales del siglo III o principios del IV d.C. Ésos serían datos verificables, objetivos y definitivos sobre la cronología de las incisiones y, por tanto, de los textos que esas incisiones componen.


Volviendo a la yod hebrea del originario teónimo para el innombrable, en Wikipedia leemos:


י

La yod o yud (י) es la décima letra del alfabeto hebreo. equivale a la letra yod (𐤉‏) del alfabeto fenicio. Su fonética equivale a la i castellana.

Tanto en fenicio como en hebreo, esta letra representa una consonante (AFI [j]) pero en la iota (Ι, ι) del alfabeto griego (que procede del fenicio), representa siempre la vocal /i/. Cabe destacar que la letra derivada latina, la letra I, sirvió a los romanos tanto para /i/ como para /j/. En los alfabetos latinos actuales, sin embargo, la /j/ se denota J.
Su tamaño la convierte en la letra más pequeña e indivisible del alfabeto hebreo, a diferencia de las demás letras, que están compuestas de varias partes.




*******Esta vez con varios asteriscos, si se nos permite la iconografía anómala, si no incluso impensable o inadmisible, (por utilizar léxico del gusto de la comisión científica), teniendo en cuenta que podríamos estar tratando con misioneros cristianos procedentes quizás de Egipto -a juzgar por los jeroglíficos documentados- o al menos judíos (de nombre Samuel Iesus, por ejemplo), y teniendo en cuenta que plausiblemente esos misioneros fueron los artífices de una buena parte de los grafitos -al menos de los de  temática e iconografía cristiana-; teniendo en cuenta estas cosas, decimos, y si miramos el cuadro anterior en el que vemos la forma de la yod en hebreo y en fenicio, podríamos hacer una abstracción y recordar los paréntesis -como una yod hebrea- y las “comillas” de Veleia -semejantes a la yod fenicia-. Puede tratarse de una simple coincidencia, pero no hay por qué descartar interpretaciones de una iconografía esquematizada procedente de letras de un alfabeto que el grabador conoce como una posibilidad más. Sobre todo si tenemos en cuenta también que las “comillas” de los grafitos parecen servir para adjudicar sacralidad, divinidad a la palabra que acompañan, como ya ha quedado argumentado en otro lugar 



 y una función similar encontraremos en los “paréntesis”, como se propone en el segundo post sobre Samuel de Veleia (http://www.amaata.com/2013/04/samveleida-ii-un-sacerdote-del-sol.html)

Haber sido inspirados estos signos esquematizados por la letra inicial del nombre de Dios parecería coherente y significativo con su función. Pero subrayamos que se trata de otra mera propuesta interpretativa-imaginativa.


Con respecto a aquello otro de no se puede entender la E de dos barras (II) -en esta grafía anacrónica completamente, nos preguntamos si entonces también le parece a Isabel Velázquez  que son falsas las piezas excavadas por Nieto entre 1949 y 1954 y por Elorza en 1975, depositadas en su mayor parte en los fondos del museo de Arqueología de Álava, es decir, halladas anteriormente a 1994 -año desde el que el yacimiento pasó a la responsabilidad de Lurmen- y en las que está documentada esa e de dos barras (II). 

Asimismo nos asombramos al encontrar completamente contradictorio el que ella misma afirme en otro momento anterior de su informe (pág.7) que la II

 “es una forma arcaica presente en las inscripciones desde el siglo III a.C. y que poco a poco va cayendo en desuso, sobre todo desde mediados del siglo I y II d.C. Es cierto que su uso permanece en algunos grafitos de tipología similar a los de Veleia, es decir, en instrumenta domestica casi hasta el s.IV. Puede verse conviviendo con la E normal en los grafitos de la Graufesenque, mayoritariamente de época julio-claudia y flavia (por tanto, s. I d.C.) y puede alcanzar cronologías posteriores como se ha indicado”.

Por motivos obvios, nos parece pertinente no perder más tiempo con un problema que no existe.

Continúa Isabel Velázquez alarmando sobre «`FILI´´´, que en este caso es obviamente un nominativo en aposición a IHESVS carente de la terminación (-us o su evolucionado –o: ambos coexisten en los grafitos de Veleia, explicable ello probablemente por la conciencia de los grabadores de que –o era la forma vulgar de –us): “Por supuesto, es inadmisible «`FILI´´´entrecomillado, además por filius. Primero por el error morfosintáctico y segundo por las comillas, desconocidas completamente hasta la época moderna”.

Remitimos al ya citado apartado sobre las mal llamadas comillas de Veleia en contestación a este párrafo.

Con respecto al nominativo FILI por filius, nos detendremos solamente para recordar que el nominativo incompleto FILI -comodín para filius, filia, filii, filiae– está perfectamente atestiguado en epigrafía latina.

“Otro tanto cabe decir de la pieza nº 13362 (sector 6, mortero), escrita por ambas caras. En la primera de ellas aparece una mezcla de latín y euskera, donde se lee: IN NOMINII PATE[R] /ATARII IZAN. Sin entrar a valorar las palabras en euskera, el error sintáctico de in nomine pater por in nomine patris es inadmisible. En la segunda cara de esta pieza o cara B, se lee: SAMVIILL, “YAVHII” FILI. Además de lo dicho antes sobre la grafía YAVHII, en este caso así escrito y entrecomillado, y FILI, hay que añadir la grafía aberrante de SAMVELL, ya que no se conserva en latín históricamente ninguna geminada lateral como –ll final ni fonética ni gráficamente.”

Más adelante (pág. 30) repite este argumento en contra de esta pieza:“En otro orden de cosas, hay en estos textos otras diversas grafías aberrantes, antietimológicas e injustificables como reflejo de un proceso de evolución de la lengua, como la ya mencionada de SAMVELL, con la ll geminada en posición final”

                                                        Pieza nº 13362 http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:13362

                                                                           (sector 6) (Cara A): SAMVIIL, “YAVHII” FILI

El error sintáctico de in nomine pater por in nomine patris es inadmisible”. 


Isabel Velázquez es una profesora muy rígida. Los alumnos de latín de hoy, cuando intentan hablar y crear latín, cometen la mayor parte de las veces el mismo error: la utilización del caso nominativo por defecto para cualquier función sintáctica. Obsérvese el fenómeno en estas fotografías de ejercicios de latín de alumnos de 4º ESO:



Se observa que casi siempre los errores se deben a un uso de nominativo por acusativo, si bien en algún caso sucede al revés.
En otro momento de su informe (pág.30), Isabel Velázquez vuelve a la carga contra este grafito por los mismos motivos: 

“En cuanto a los errores sintácticos, quizá el más llamativo por inaceptable es la falta de flexión de genitivos en la expresión de filiación, como Iupiter Venus pater, por Veneris, ya citado, o en la fórmula in nomine patris, que se lee como IN NOMINE PATER. En un texto tardío (ss.VI-VII) en Hispania podría haberse admitido aquí una confusión de genitivo y dativo y haberse leído patri (sobre todo por contaminación o influjo de domini, Dei, o filii, de la flexión temática), pero es inadmisible la presencia aquí de nominativo, no confundible en su forma con genitivo, al igual que ocurre con el mencionado Venus por Veneris”.

A la profesora Velázquez le encanta, por lo que se ve, el adjetivo inadmisible
 

Está disertando desde el conocimiento del latín clásico y desde la datación aceptada -a falta de datos documentados que la adelanten- para el paso al romance sin declinación a partir de la lengua latina con declinación (en torno al año 800).


En la página web del Ministerio de Educación del Gobierno de España, en el apartado de recursos para el latín y el griego, se lee: “Podemos afirmar que algunos hechos propios del latín vulgar están presentes en las inscripciones halladas en Pompeya en la segunda mitad del siglo I d.C., pero existe el consenso de que la extensión del conjunto de fenómenos que conocemos como latín vulgar se generalizó a partir del siglo III d.c. La fecha en que el latín pasó a ser romance es igualmente difícil de determinar. Es un hecho claro que la desaparición del Imperio de Occidente en 476 propició la fragmentación del latín en dialectos que quedaron aislados entre sí. Estos dialectos fueron alejándose progresivamente ya desde el Bajo Imperio y este proceso se profundizó durante la Alta Edad Media. Podemos afirmar que en torno al año 800 lo que se empleaba era ya una forma de romance.” (http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/cclasica/esc333ca3.php)


De hecho la catedrática está afirmando que en el siglo VI o en el VII el dativo y el genitivo aún existían, cuando ya en el siglo III al parecer el genitivo dejó de ser popular -en palabras de  Charles Hall Grandgent-. Pero ha de señalarse que esta cronología admitida para el romance está sujeta con alfileres en la lingüística histórica latina ya que, como decimos, carecemos de textos que nos permitan proponer una fecha concreta con seguridad. Admitir este detalle conlleva no poder tomar las palabras de la catedrática demasiado en serio, pues aunque han sido formuladas de modo categórico, en realidad carecen de fundamento sólido. 

Lo que para ella es un error sintáctico inadmisible podría, en cambio, constituir un relevante dato documental sobre las dificultades que los neohablantes de latín encontraban a la hora de utilizar una declinación que ya languidecía en el siglo III, como es aceptado comúnmente. 


Claro que no sabemos quién escribió el grafito: podría tratarse no de un neohablante de latín que por tanto lo conocía medianamente bien o directamente mal, sino de un perfecto conocedor de la lengua de los romanos que se encontraba en pleno cambio y a mucha distancia además de la capital vernácula, en la lejana Iruña-Veleia, que tuviera -no obstante su dominio del idioma como vía de comunicación diaria- problemas y dudas a la hora de discernir qué es correcto y qué es incorrecto desde la norma gramatical. Téngase en cuenta que no existía  -al menos que nosotros sepamos- en aquella época una Real Academia de la Lengua Latina que emitiera regularmente decretos relativos al correcto uso de la lengua escrita. Hoy en día la gran mayoría de los periodistas y de personas supuestamente adheridas a ámbitos intelectuales cometen el mismamente inadmisible error sintáctico  de emplear el modo infinitivo -inventando una especie de modo injuntivo inexistente en castellano- para añadir una idea, de modo que omiten el verbo principal de la oración -del que el infinitivo, desde la regla de la lengua castellana, sólo podría ser verbo subordinado en una oración subordinada completiva o sustantiva-: “añadir que…”, “señalar que…”, faltando “deseo añadir que…”, “es importante señalar que…”; y sin embargo prácticamente nadie se lleva las manos a la cabeza exclamando: “¡Oh! ¡Qué inadmisible error sintáctico!”, entre otras razones porque apenas nadie se da cuenta del error puesto que está totalmente -para dolor de los oídos de quien sí percibe el error- generalizado en nuestra terriblemente inculta sociedad. (¿La sociedad de Iruña-Veleia sería más inculta que la nuestra, o menos? ¿O parecido?)


Baste con ese sencillo ejemplo de error sintáctico inadmisible y sin embargo completamente generalizado en los hablantes -”cultos” incluidos- del castellano, sin detenernos en ilustrar con infinitos ejemplos que se nos ocurrirían -tan bruta es nuestra sociedad- el mismo fenómeno que pretendemos traer a mientes y que postulamos para la sociedad de Iruña-Veleia: una cosa es que el latín se hablara y fuera el medio de comunicación normal y principal de la ciudad, y otra cosa es que los habitantes supieran escribirlo correctamente o intachablemente.


Del mismo modo, y como por cualquiera es sabido, una cosa es la lengua hablada y otra muy diferente la lengua escrita. Ciertas cosas que se oyen y no hacen escandalizarse serían bien diferentemente recibidas si se vieran escritas. Pongamos otro ejemplo: nadie se escandaliza por oír en la barra de un bar “un vaso vino, por favor”. Pero leer algo así es bien diferente: falta la preposición de para que en castellano la secuencia sea correcta. En cambio, en otros idiomas que se declinaban como el latín, y que, como el latín, han perdido su declinación -o gran parte de ella, como en el caso del griego moderno- por el mero hecho de empezar a utilizar preposiciones, no es incorrecto no emplear en esa misma función ninguna preposición. Así, en griego moderno, “un vaso de vino, por favor” se dice ένα ποτήρι κρασί, παρακαλώ, sin preposición y sin que κρασί (vino) aparezca declinado en genitivo, como le correspondería por no llevar preposición (existiendo aún, además, en griego moderno el caso genitivo y siendo empleado al máximo rendimiento en todo tipo de registro o ámbito lingüístico).


Así, y con este mismo ejemplo en lo que a la función y a las características con las que en el grafito lo encontramos se refiere, en el óstracon nº 13362, cara B, donde dice IN NOMINE PATE(R) bien podría esconderse un *in nomine de pater que revelara por un lado el ya incipiente uso de la preposición de -originariamente de ablativo significadora a grandes rasgos de procedencia
unida a un genitivo deformado en la forma de nominativo para la función de complemento del nombre; por otro lado, el grafito evidenciaría asimismo que en el siglo III d.C. no sólo se empezaba a perseguir la moda coloquial y vulgar -al menos en el sentido de que ello es un rasgo del llamado latín vulgar, que no es otra cosa que latín coloquial o hablado- de anteponer al genitivo la preposición de ablativo de -cuando el genitivo en el latín escrito y literario siempre había sido un caso exento por completo de preposición-, sino que además la propia desinencia del genitivo estaría ya extinta o en pleno peligro de extinción, habiendo desaparecido por tanto el caso genitivo
 -o lo que hemos llamado, siguiendo a Väänänen, ruina de la declinación y de la que ya hemos hablado en este trabajo-
 y empleándose por ello el caso único -como se le ha llamado- que asumía las funciones de todos los demás, siendo éstas diferenciadas entre sí por la preposición que les precediera o bien por la ausencia de ella.

*El grabador del grafito sería consciente de que el empleo de la preposición de -como hoy día la ausencia de ella en “un vaso vino, por favor”- para la función de un complemento del nombre -aunque el complemento del nombre no se llamara complemento del nombre ni el grabador supiera cómo rayos se llama a eso- era un uso coloquial y vulgar del latín y que no era elegante -ni sonaba a solemne latín- escribirlo, por lo que al realizar la inscripción la omitió (además se trata de una inscripción de texto formulario y ritual, “en el nombre del padre”, en donde con menos motivo aún iba el escriba a introducir una preposición que quebrara lo que sería una frase hecha conocida por cualquiera).

No evitó la coloquialidad de su vulgar latín, sin embargo, al escribir el caso único pate(r) en lugar del esperado genitivo del latín clásico (patris). Ello podría indicar que el caso neutral nacido del sincretismo de funciones en un único caso fue un fenómeno anterior y / o menos considerado vulgar que el uso de la preposición de delante de lo que quedara del genitivo (es decir, delante de la palabra con la que se realizaba el complemento del nombre, que no estaría ya en genitivo sino en acusativo o nominativo, como en el grafito del que se trata ahora).

El proceso de evicción del genitivo es más complejo. Lo que le hacía la competencia era, sobre todo, el giro con la preposición de, con la que, por otra parte, competían las preposiciones ex y ab. Los usos que señalaban la noción partitiva y la de relación fueron los primeros en ceder a la perífrasis preposicional. Desde el latín antiguo, los genitivos partitivos como unus multorum, cuius generis, dimidia pars virium concurren con los giros preposicionales unus e (o de) multis, quo de genere, dimidium de praeda, donde todavía aflora la idea de proveniencia o de detracción, sentido primario de la preposición.” (…) “El giro con de gana terreno a expensas del genitivo durante la época postclásica y sobre todo tardía” (…) “sin embargo, sigue subsistiendo el antiguo genitivo, y la construcción preposicional  como única para expresar la posesión es rara aun en los textos más bárbaros. Es la necesidad de claridad o de relieve lo que hace que surja salteadamente”.

(Veiko Väänänen, Introducción al latín vulgar, págs.201-203. Ed. Gredos, 3ª edición,1988).


Podría objetarse a estas reflexiones que el caso sincrético para la palabra pater no la habría representado el nominativo, sino el acusativo patrem, pues sabido es que fue el acusativo el caso vencedor en el ocaso de la declinación y además en las lenguas romances es patrem la palabra madre para “padre” que encontramos.



Responderíamos a la objeción -no sin reconocer que fuera buena- planteando la siguiente hipótesis, sin que nuestro ánimo decayese en la afanosa búsqueda de la verdad:


*Pudiera ser que en esa fase del siglo III d.C. -al menos en Iruña-Veleia- de ese ocaso de la declinación aún -o ya sólo- estuvieran vivos dos casos, el nominativo y el acusativo, lo cual es creíble para el nominativo ya que siempre fue el caso por excelencia del nomen y todo el mundo tiene un nomen que está siempre -hasta que finalmente desaparece el nominativo dejando solo al acusativo- en nominativo. En la declinación temática el ser iguales nominativo y acusativo -ambos de resultado igual –o– hubo de influir en el mantenimiento de estos dos casos en la etapa final del ocaso de la declinación. En cuanto al acusativo, claro que lo que postulamos sería creíble, ya que, como hemos dicho, fue éste el último caso superviviente, de modo que cuando aún quedara el nominativo después de la muerte del ablativo, el dativo y el genitivo el acusativo ahí estaba y ahí permaneció hasta ser lo que existe en las palabras románicas de hoy.


*Así, el PATE(R) de este grafito en una posición de genitivo clásico indicaría que hasta que el nominativo se perdió, también asumió -sin entrar a detallar bajo qué criterios el uno o el otro
-las funciones o alguna de las funciones de las que después tendría que encargarse él solo el acusativo.

(Obsérvese que hemos colocado asteriscos de reconstrucción hipotética cuando hemos hablado -osado hablar- con ánimo de indagar en los misterios de la datación de fenómenos lingüísticos que de ningún modo nos estamos inventando, sino que es obvio y así se admite que ocurrieron en un momento del que por falta de testimonios escritos no podemos estar seguros a día de hoy).

Adjuntamos algunas otras citas relevantes:

«El acusativo ha terminado por sustituir hasta al nominativo, que no sobrevive más que en francés antiguo y en provenzal antiguo. Es el resultado de un largo proceso cuyas peripecias no son simples ni lineales” (…). “El nominativo y el acusativo, fuera de estos usos de esta clase, están, en general, estrictamente separados hasta en los documentos merovingios y en otros textos de la baja latinidad. No sucede lo mismo con los textos de Italia, donde la confusión de ambos casos aparece muy avanzada en la misma época”.


(J. Herman, Recherches sur lévolution grammaticale du latin vulgaire: les emplois “fautifs” du nominatif, en Acta Classica Univ. Scienc. Debrecen, II (1966), págs. 109-112: en las inscripciones de la época imperial, el nominativo tiende a convertirse en una especie de forma básica, sobre todo en los nombres propios, una vez que la cohesión de los grupos nominales no exigen ya el acuerdo de los componentes.”)

“Muchos de los valores pertenecientes originariamente a tal o cual caso, como el genitivo partitivo, el acusativo de dirección, el ablativo propiamente dicho o de punto de partida, parecían sobrevivientes y tendían a reforzarse con preposiciones. De rechazo, la palabra accesoria iba ganando autonomía en detrimento de las formas de flexión. Como consecuencia, la función de régimen quedará reducida sobre todo al acusativo, cuya oposición con el nominativo se irá acentuando.” 

(Veiko Väänänen, Introducción al latín vulgar, pág.181. Ed. Gredos, 3ª edición,1988).

Otros casos, como el genitivo y el acusativo, no tienen valor definido y preciso, y tienen usos incoherentes y a veces contradictorios… A lo largo de la evolución del latín se manifiesta también con nitidez cada vez mayor la tendencia a precisar el valor de los casos con ayuda de preposiciones; por eso los casos se van haciendo cada vez menos importantes y necesarios”. 

(Ernout, Morphologie, § 6, págs. 9-10).


En este sentido pensamos que, de ser auténtico, este óstracon del siglo III d.C. encontrado en la domus ecclesia de Iruña-Veleia sería de indudable valor cronológico por ser un muy antiguo documento de las primeras manifestaciones de esos cambios fonéticos y morfosintácticos determinantes en el  paso del latín vulgar al romance ocurrido en fecha imprecisa e ignota a ciencia cierta por los expertos y que suele darse por consumado bastante más andado el tiempo, allá por el año 800 d.C.


Por otra parte, y antes de dar por terminado el comentario acerca de tal error sintáctico inadmisible, apuntaremos que en realidad la lectura de la palabra PATE(R) no es en absoluto segura, pues al menos en la fotografía sólo se puede leer con claridad el segmento PAT- seguido de un trazo poco visible -al menos en la fotografía- que tanto podría corresponder a una E de dos barras incompleta como al primer trazo de una R, en cuyo caso faltaría el resto del texto (-IS) con la terminación de genitivo que Velázquez querría para salvar el error inadmisible. Dado que el espacio epigráfico no lo permite, bien pudiera haber sucedido que la palabra no se hubiera terminado de grabar, lo cual no sería un hecho aislado en los grafitos veleyenses, como hemos tenido ocasión de verificar en otras ocasiones. Así, aquí hemos seguido la interpretación de Isabel Velázquez a pies juntillas sin por ello querer dar a entender necesariamente que estemos de acuerdo con tal lectura.



En lo que respecta a SAMVELL, la arqueóloga de Lurmen Idoia Filloy explica esta anomalía como una simple errata de escritura: 


“Otra simple errata podría ser también la aparición de SAMVELL con doble letra al final, que Velázquez considera una “grafía aberrante” al juzgarla dentro de un proceso lingüístico evolutivo. Así señala que “no se conserva en latín ninguna geminada lateral como –ll final ni fonética ni gráficamente”.(…) Sin embargo, a nuestro juicio no es más que una errata. De hecho, en el resto de textos en que aparece este nombre en este mismo sector e incluso en algún sondeo, aparece siempre como SAMVEL, lo cual vendría a confirmar esta conclusión. Hemos de señalar que la escritura de consonante geminada por simple es bastante frecuente en Pompeya, como puela por puella y en las pizarras  visigóticas.

 El error contrario (geminada por simple), por hipercorrección, también ocurre, aunque con menos frecuencia. Así en Pompeya tenemos Fhillipus por Philippus u uxxori por uxori, quottidie o cottidie por quotidie. En las pizarras visigóticas: ammica, anullus, emmisis, gramattius, honorabilli, petittione.” (Idoia Filloy, Informe sobre los textos en latín, pág.350)



Estamos de acuerdo con Idoia Filloy en que debe considerarse una errata al existir en otros tres grafitos de Veleia el mismo nombre SAMVEL sin la geminada final. Ha de tenerse en cuenta que la lengua latina apenas tenía un puñado de palabras terminadas en l, lo cual haría que los nombres hebreos terminados en este fonema resultaran extraños y suscitaran dudas acerca de su correcta escritura. Pierre Monteil, la autoridad en fonética histórica latina, nos dice:


“Junto a la abundante serie de nombres en –r, el latín sólo presenta un número muy pequeño de nombres en –l. Se trata o bien de nombres raíces (sāl) o que se comportan como tales (sōl), o bien de deverbativos (consul, exul, probablemente derivados de consulō, exulō), o bien de algunos nombres poco claros (mugil, pugil, uigil, cuyo genitivo plural en –um indica que no remontan a –li-s). Por último, un tema como mel / mell-is remonta (cf. griego μέλιτ-ος) a un antiguo tema en dental, * mel-d– o * mel-n-; igualmente, fel procede de * feln”.


(Pierre Monteil, Elementos de fonética y morfología del latín, Univ. de Sevilla, 1992, pág.207)

Esos ocho grafitos en donde puede leerse el mismo nombre judío Samuel son los clasificados con los números 13362, 13369, 13374, 13379, 13380, 13454 (?), aparecidos en el sector 6 en la llamada domus ecclesia en donde se enseñarían las supuestas doctrinas criptocristianas; del sondeo 29 el nº 13956 y del sondeo 32 el 15927.

 En las piezas con los números 13374, 13379 y 15927 el antropónimo está incompleto, faltando la última sílaba: SAMV, por lo que no adjuntamos las fotografías al no servirnos para nuestros propósitos ahora. El número 13454 es dudoso, pues se ha atribuido al pater (¿o pather?) espiritual de Veleia Samuel, pero su texto sólo dice SMPT, siendo la T final en realidad una cruz. Añadimos, pues, las fotografías de los números 13369, 13380 y 13956, que son las piezas que presentan SAMVIIL -y SAMVEL- escrito con una sola L final -aparte del nº 13362 cuya fotografía ya se ha adjuntado-:


SAMVIIL, MARIO / VIILIIIAN JAVN


 SAMVIIL IIISVS NIITO  / VIILIIIAN / PATHIIR PONTIFICII


SAMVEL / SIMONE



¿Quién es este Samuel?

(to be continued…)