por María Pilar Alonso Fourcade (Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Ginebra).
Publicado en Academia
Este artículo sorprendente evalúa la posibilidad de que podría haber existido ‘alguna vez’ un especie de lengua monosilábica precursor del euskera, tal como propone Lakarra en sus reconstrucciones.
La autora aplica la teoría de la termodínamica de sistemas abiertos, donde se observa una auto-organización a la génesis de una lengua. Esta teoría explica como se va produciendo en un sistema que fluye, desde el caos una autoorganisación de formas, tal como ha sido formulado inicialmente por Prigogine*. Armada de esta teoría intenta demostrar que un idioma nunca puede ser algo atomizado sino algo muy complejo con muchos niveles de organización. Intentaremos en esta reseña dar ejemplos del mundo físico para aclarar su postura que me parece de un nivel filosófico y conceptual que de muy lejos sobrepasa las trifulcas locales y parroquiales entre Lakarrianos y otros.
Si puedo ser sincero muy a menudo pienso que las teorías filológicas son un poco simples (por no decir que pienso que no tienen nada que ver con la realidad), como que en algún momento haya una uniformidad (unos marcianos aterrizan de Marte) cuando el cronometro está en cero, y de allí empieza el efecto torre de Babel, y el idioma empieza a evolucionar en diferentes direcciones según las leyes fonéticas fijas y indudables, para llegar únicamente ahora en una diversidad impresionante (tengo a veces la impresión que un idioma cambia de un pueblo a otro).
Mapi nos presenta aquí una visión realmente novedosa y muy de ciencias naturales sobre el origen de un idioma, y esto me da una satisfacción intelectual gratificante.
Sin despreciar su análisis que me parece muy interesante, creo que algunas frases de sus conclusiones valen la pena de ser recordadas:
Un estado de lengua en el que, como pretende Lakarra, todas las raices-palabras-formas del léxico tuviesen una sola forma, la que él llama canónica, sería, y no seremos nosotros los que digamos“imposible”, un estado improbable para un sistema de comunicación. A no ser que, como hemos mencionado en la introducción, Lakarra se refiera a un estado en el que el sistema de la lengua no estaba todavía organizado y tendría más en común con el relinchar de los caballos, los gritos de los monos u otros animales que comunican emociones o pulsiones en base a imágenes mentales todavía sin discretizar.
O esto:
Citando a Mandelbrot de forma libre ¡ que los arboles (los modelos radicales) no nos impidan ver el bosque (el léxico)¡ Y, desde la perspectiva del bosque, todas esas muchas formas que se repiten muy poco no deberían ser consideradas como excepciones molestas a la norma sino como piezas indispensables para mantener la organización del ecosistema de la lengua. Eliminarlas o pensar que se puedan eliminar seria como reducirlo todo a un monocultivo, letal para la capacidad comunicativa de la propia lengua.
El artículo no es una ocurrencia del momento, refleja su tesis doctoral:
Alonso Fourcade, Maria Pilar. (2002).
Le rôle des organisateurs et des séquences dans la structuration des textes basques. Une approche fractale
(Tesis Doctoral). Ginebra, Facultad de Psicologia y CCEE.
¡Gracias Mapi por ser tan original y científica!
Como contrapartida intentaré dar aquí unos ejemplos físicos, de modo artístico para no aburrir, de sistemas abiertos donde se puede visualizar la auto-organización a diferentes niveles; es decir la misma organización se repite a diferentes niveles (de niveles microscópico a nivel macrosópico, la llamada fractalidad de la realidad).
Cuando el agua fluye sobre arena se genera a partir de una determinada velocidad una corriente turbulenta, en contra de lo que se puede pensar no se forma una organización caótica sino unos patrones muy regulares, es decir del desorden sale una organización, como vemos en los siguientes fotos de playas:
Estas undulitas encontramos también como `fosil’ en los sedimentos:
Lo curioso es que encontramos estas mismas formas en imágenes de satélite de dunas en el desierto a una escala miles de veces más ampliada, donde cada duna lleva a pequeña escala las ondulaciones como en la playa:
Una unidad en la escala es 1 km!
Esta la organización fractal, es decir que la organización se repite a diferentes escalas, hay también en el mundo vegetal:
Este brocoli (‘romanesco) muestra una jerarquía de conos que están todos de la misma manera organizada tanto a pequeña escala como escala de la verdura misma. Es el ejemplo por excelencia de la fractalidad.
También cristales de hiele sobre un cristal forman figuras fractales donde el patrón a gran escala se repite a pequeña escala de manera matemática.
Hojas de helechos…
Lo que Mapi intenta demostrar, a mi entender, es que en sistemas dinámicas como un idioma no existe en ningún momento un estado ‘simple’ porque no es natural, va en contra de las leyes termodinámicas de las cosas, sistemas dinámicos tienden a una organización altamente sofisticada.
*) Ilya Prigogine (1917-2003) es un físico-químico belga que recibió en 1977 el premio nobel por lo que es comunamente conocido como la ‘teoría del caos’ (del caos surge la orden). Era profesor de la Université Libre de Bruxelles.
Para saber más:
- Prigogine, Ilya; Stengers, Isabelle (1984). Order out of Chaos: Man’s new dialogue with nature. Flamingo. ISBN 0-00-654115-1