Veleia fueron consideradas como imposibles o inexistentes en la antigüedad en los informes de la comisión de la Diputación Foral de Álava. ¿Cómo se explica que los supuestos falsificadores de Veleia conocieran estas “comas” antiguas y no las conocieran ninguno de los expertos de la comisión? Se podría pensar, como sugirió irónicamente el renombrado arqueólogo Edward C. Harris, que “if the artifacts are forgeries, [ ] the perpetrators of such a hoax are geniuses of the first order” (2) (“si los artefactos son falsificaciones, los perpetradores de tal fraude son genios de primera categoría”). Pero, inexplicablemente, estos genios sin par, que han demostrado saber más, mucho más, que todos los miembros de la comisión juntos, prefieren mantener su genialidad en el anonimato y no buscan obtener ningún beneficio con su genial y laboriosa actuación en Veleia, que fue única e irrepetible, ya que no se conoce ninguna falsificación arqueológica que se asemeje ni de lejos a la propuesta para Iruña-Veleia. Creer sin más en este escenario requiere un acto de fe o un ejercicio supremo de la imaginación, forzándola más allá de sus límites. Una segunda opción, que no requiere ninguna de estas cosas, es considerar que los hallazgos de Iruña-Veleia proceden de la época a la que un equipo arqueológico experimentado los ha asignado estratigráficamente en un trabajo bien hecho, según opinión de dos reputados arqueólogos, Edward Harris y Dominic Perring. (Por cierto, el trabajo arqueológico ha sido el único sobre los grafitos de Iruña-Veleia que ha sido sometido a evaluación por pares, lo que no ocurre con el resto de los informes de la comisión.) La respuesta definitiva a estas dudas e interrogantes deberá venir de la mano de la arqueometría, como ocurrió en otros hallazgos arqueológicos controvertidos, ya que las pruebas físicas son las más fiables, al ser sus resultados totalmente independientes de los conocimientos históricos, epigráficos o filológicos que se tengan o se dejen de tener sobre una época y un lugar determinados, de los que dependen absolutamente las ciencias humanísticas. Y en el caso de la época de Veleia, existen enormes lagunas en nuestros conocimientos, como reconoce el filólogo de la comisión Joaquín Gorrochategui (3). La existencia de “comas” en la antigüedad, desconocidas para el grupo de académicos que estudió los hallazgos, es una muestra evidente de ello.
P.S.: abajo se muestra la inscripción latina del Museo de Alcoy de la que nos informa Txomin Lartza comentando esta entrada, que contiene signos de interpunción similares a los de la inscripción de Ostia Antica y a los de Iruña-Veleia.